Héctor Cerezo advierte que el coaching es «una verdadera prostitución de la Psicología»

Con el título “Las nuevas sectas: 10 rasgos del coaching coercitivo”, el psicólogo mexicano Héctor Cerezo ha publicado un artículo en el diario Milenio en el que denuncia la “dinámica sectaria” del coaching, tan de moda en estos momentos. En otra columna, el experto denomina al coaching “una verdadera prostitución de la Psicología”.

Cerezo, doctor en Psicología Educativa y del Desarrollo y profesor-investigador en el Departamento de Humanidades del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, pretende en su artículo “cuestionar los planteamientos, ámbitos de aplicación y prácticas del coaching, no sólo como dispositivo de control social, sino además denunciar su nociva modalidad coercitiva”. Por su interés, reproducimos su artículo a continuación, además de añadir el otro escrito anterior del autor sobre el coaching.

Rasgos sectarios del coaching

Al capitalismo le convienen seres funcionales y productivos, le tiene sin cuidado el ser del sujeto, su deseo y su verdad. Por ello, en este escenario caótico, asumo como una necesidad ética, cuestionar los planteamientos, ámbitos de aplicación y prácticas del coaching, no sólo como dispositivo de control social, sino además denunciar su nociva modalidad coercitiva, la cual representa un conjunto de cursos, talleres o entrenamientos con un esquema multinivel, operación piramidal y dinámica sectaria, a los cuales se accede a través de un enrolamiento comercial y en los que se usan sin propósitos terapéuticos ni marcos éticos estrategias de persuasión coercitiva, bajo la falaz premisa de modificar creencias limitantes y generar una reconstrucción en las personalidades de los participantes.

El coaching coercitivo tiene una larga historia como sistema de captación sectaria, usando las máscaras de transformación personal, pero de ti depende evitar ser captado. Reflexiona si quieres formar parte de estas nuevas sectas que no sólo vulgarizan la psicoterapia, sino que además, generan sujetos diluidos y enajenados.

Comparte estos 10 rasgos distintivos y alerta a otras personas de sus abusos psicológicos:

1. Ya no se denominan “coercitivos", por su implicación autoacusatoria, ahora usan eufemismos variados: Sanando tu vida, Coaching inside, Liderazgo transformacional, Samurai game o Ingeniería de lo imposible.

2. El segmento poblacional al cual está dirigido es muy amplio y no existe filtro alguno para determinar la presencia de personas con enfermedad mental.

3. Los entrenamientos están organizados habitualmente en tres niveles jerárquicos y tienen horarios extensos y atípicos.

4. Gradualmente, el grupo de coaching se convertirá en el espacio que sustituye a otros escenarios sociales como la pareja, la familia nuclear y extensa, el grupo de amistades y compañeros de trabajo.

5. Las estrategias de trabajo tienen un carácter confrontativo y son usadas como ejercicios dialogales, vivenciales y catárticos que pretenden generar cambios emocionales y cognitivos superficiales y de modo extremadamente veloz.

6. La mayoría de los entrenamientos son coordinados por “coaches” sin formación en disciplinas de la salud mental y tampoco cuentan con cédula profesional para ejercer como psicólogos.

7. Algunas de las prácticas más nocivas que desarrollan en sus entrenamientos están relacionadas con el relativismo moral, la causalidad radical que divide a los participantes entre víctimas y responsables, la divulgación de sesgos cognitivos que impiden apelar a la razón e invasión de la privacidad.

8. Como consecuencia de una dilución de los límites personales, el establecimiento de relaciones sexuales y eróticas entre coaches, participantes y staff es un fenómeno común.

9. Las empresas de coaching coercitivo son negocios familiares o de socios cercanos, y aunque afirmen recolectar donativos con fines filantrópicos, la única preocupación genuina es la ganancia económica.

10. Ejercen un control sectario de los participantes mediante la persuasión coercitiva, el uso obsesivo de un argot, la insistencia en la firma de compromisos con el grupo y el seguimiento estrecho del staff para asegurar la estratégica tarea del enrolamiento.

El cuento del coaching

Érase una vez, en un país muy lejano en el que vivían un coach y su mercancía: el coaching. Un día, las mentes de millones de ciudadanos sintiendo que las cosas no iban del todo bien, que llevaban unas vidas estresantes, vacías y cansadas de vivir siempre el mismo cuento, decidieron ir a ver al buen coach. Al cabo de unos meses de “trabajo”, las personas ya habían sido incitadas a buscar trampolines para el cambio personal y bálsamos para el bienestar y el performance personal.

Dice la leyenda que el oráculo ya había predicho que la primacía de políticas neoliberales e ideologías postmodernistas serían un terreno fértil para la proliferación de una serie de ofertas comerciales diseminadas como una amalgama de saberes que configurarían un sistema mercadológico complejo y bien construido, que explotaría formas de manipulación narcisista y envolvería a sus adeptos bajo la fachada de transformación radical.

Para evadir al oráculo, las personas decidieron reforzar su individualismo, su visión pragmatista de lo ontológico y convertir a sus mentes y la felicidad, en productos de consumo masivos que se podían tomar del estante del supermercado del desarrollo humano y a los que cualquier persona pudiera acceder por simple oferta y demanda. El oráculo seguía enviando señales y símbolos claros que denunciaban al coaching como un simple dispositivo tecnocrático de conformismo, control y reproducción de la noción de un hombre como un simple instrumento.

Denunciaba que el coaching expresaba el triunfo del pensamiento empresarial y la transformación del hombre en un simple “stock” de recursos psíquicos al servicio del imperativo socio-económico y se interrogaba ácidamente una avalancha de cuestionamientos ¿Cómo los psicólogos pueden dejarse instrumentalizar en un mundo que trata a los hombres como instrumentos? ¿Por qué a la psicología parece interesarle muy poco la posibilidad de cuestionamiento filosófico de la propia disciplina? ¿Quizás por ello le otorga al hombre, y por consecuencia a su proyecto mismo de psicología un carácter meramente utilitarista e instrumental, sin preguntarse jamás a quién sirve dicha utilización?

El cuento no es cuento, el país lejano es el nuestro, los personajes no son ficticios, el coach y el coaching continúan su expansión y confirman que hasta en las mismas ciencias de la mente, la mente está siendo expulsada y lo que queda son consumidores infantilizados en el supermercado de las almas ante una verdadera “prostitución” de la psicología, que atestigua un alarmante aumento en la práctica de pseudociencias y saberes fácticos por parte de oportunistas que aprovechan la laxitud de marcos legales y el desinterés de organismos profesionales.

El coaching hace patente una tremenda paradoja; las personas buscan vivir fuera del sistema sociocultural que los aprisiona, sólo para someterse a otro sistema comercial que los emociona burdamente. El coaching constituye una marea de mensajes que promueven una actitud escapista, un negacionismo del malestar subjetivo que no retrocederá, una moda esnobista y narcisista que aprovecha el intrusismo profesional y la agudización de problemas mentales.

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