(Vatican News) Más de 4.000 migrantes y refugiados malviven en asentamientos precarios y edificaciones abandonadas a lo largo de la frontera de Bosnia-Herzegovina con Croacia.
Se trata de una situación nueva para esta nación que hasta hace menos de un año no era considerada como parte de la llamada ruta de los Balcanes, pues el número de personas que lo atravesaban con la intención de llegar a la Unión Europea era relativamente pequeño.
En los últimos meses, la cifra de migrantes que llega a esta región ha aumentado progresivamente; y paralelamente, han ido empeorado las condiciones en los dos puntos de congregación más importantes que se han creado junto a la frontera con Croacia.
Refugiados malviven en edificios abandonados
En este contexto, la organización Médicos Sin Fronteras informa que en el límite con la ciudad de Bihać, aproximadamente 3.000 personas viven en el interior y en los alrededores de un edificio abandonado que se está desmoronando: las ventanas no tienen cristales, hay multitud de agujeros en el suelo y todo el recinto está lleno de charcos de barro y de agua de lluvia.
Este antiguo edificio de cinco pisos está habitado por migrantes que duermen sobre mantas, tiendas de campaña instaladas en mitad de los pasillos y sábanas colgadas del techo con las que intentan conseguir tener un mínimo de privacidad.
Mientras tanto, a las afueras de la cercana ciudad de Velika Kladuša, aproximadamente un millar más viven en refugios, fabricados a base de lonas y otros materiales que han ido encontrando por las calles.
Asimismo, alrededor de estos «campamentos improvisados» han excavado zanjas con las que tratan de mitigar las inundaciones causadas por las fuertes tormentas de verano.
Ambos asentamientos están formados por adultos, familias y menores no acompañados que proceden en su mayoría de países como Pakistán, Afganistán, Siria e Irak.
Su objetivo, al igual que a lo largo de toda la ruta de los Balcanes, es huir del conflicto y de la pobreza que les hicieron abandonar sus países de origen.
Respuesta humanitaria insuficiente y lenta
«Las inaceptables condiciones en las que estas personas se encuentran en los asentamientos fronterizos temporales de Bosnia y Herzegovina se ven empeoradas como consecuencia de una respuesta humanitaria que está siendo, a todas luces, lenta e inadecuada», explica Juan Matías Gil, coordinador general de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Serbia y en Bosnia-Herzegovina.
«La falta de una planificación coordinada y de una preparación que hubiera permitido reaccionar de forma más adecuada, es lo que ha dado lugar a esta situación. Las condiciones en las que se encuentran hoy los migrantes y refugiados en la frontera de Bosnia-Herzegovina con Croacia ponen en grave riesgo su bienestar, su seguridad y su salud», afirma Gil haciendo hincapié en que «no solo no tienen acceso a servicios médicos, sino que también carecen de la asistencia más básica en materia de alimentos, refugio, ropa y artículos de higiene».
Desde el pasado mes de junio, MSF trabaja de forma constante para tratar de aliviar la situación sanitaria de los migrantes y refugiados en ambos emplazamientos. En cooperación con las autoridades médicas locales, esta organización gestiona una pequeña clínica móvil que permite atender las necesidades de atención médica más básicas y derivar los casos más complejos y urgentes a un centro de atención especializada situado en el cantón de Una-Sana.
Al respecto, el coordinador general alerta: «se ha tardado meses en proporcionar los servicios mínimos más básicos a todas estas personas. Si continúan en esta misma situación cuando las temperaturas empiecen a caer, podríamos pagarlo con la pérdida de muchas vidas. Es importante que las autoridades y organizaciones humanitarias empiecen a prepararse con tiempo».
Violencia y devoluciones transfronterizas
La gente que llega e intenta cruzar la frontera de Bosnia-Herzegovina con Croacia procede principalmente de campamentos y asentamientos informales en Serbia, pero algunos han seguido rutas nuevas desde Grecia hasta allí; principalmente a través de Albania y Montenegro.
«Lo que está claro es que las personas que huyen del conflicto y de la inestabilidad continuarán buscando seguridad en Europa hasta que la situación en sus lugares de origen cambie. Si es que esta llega a cambiar algún día», asegura nuestro entrevistado señalando que estas personas están ahora atrapadas en Bosnia-Herzegovina como antes lo estuvieron en Serbia.
«Y es que –continúa Gil– en ausencia de canales seguros para solicitar asilo y protección internacional, se ven obligadas a continuar emprendiendo viajes peligrosos y a atravesar pasos fronterizos irregulares. Cada vez que uno se cierra, tienden a buscar otro, porque es la única opción que les queda».
Por ello, MSF muestra también su preocupación ante los numerosos informes y testimonios a los que la organización ha tenido acceso y en los que se relata un alto grado de violencia contra los migrantes y refugiados en el lado croata de la frontera, al mismo tiempo que advierte sobre el gran número de personas que declaran haber sido víctimas, en innumerables ocasiones, de devoluciones transfronterizas.
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