(Alfa y Omega/Pablo F. Enríquez Amador) «¡Cuánto dolor escondido y cuántas heridas sanadas!»: de esta forma resumen Juan Manuel Granados y María Dolores Sánchez-Campa, el matrimonio que dirige la Pastoral de Familia y Vida en Sevilla, las experiencias vividas en estos 24 meses.
«Una experiencia sólida que se concreta en innumerables testimonios de los que pueden dar fe las personas que tienen encomendado el impulso y desarrollo de este proyecto en Sevilla», señalan.
El Proyecto Raquel es hoy una realidad gracias a la colaboración desinteresada de profesionales que prestan su ayuda espiritual, psicológica y psiquiátrica a las personas afectadas; sin olvidar a los responsables, sacerdotes y voluntarios de los Centros de Orientación Familiar –COF– creados en los últimos años.
Proyecto nacido en Estados Unidos
Esta iniciativa tiene ya un largo recorrido en Norteamérica, donde surgió hace más de 20 años para acompañar a las personas heridas de alguna forma como consecuencia de un aborto, lo que la Medicina tiene diagnosticado como «síndrome posaborto».
El proyecto dio el salto a otros países y en su aterrizaje en España contó con la dirección y supervisión del obispo de Alcalá de Henares, monseñor Juan Antonio Reig Plá, expresidente de la Subcomisión de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal, así como con el impulso de la asociación pública de fieles Spei Mater. Se trata además de un proyecto acogido en su día por el Papa Francisco, entonces cardenal Bergoglio, en su archidiócesis de Buenos Aires.
En Sevilla, el Proyecto Raquel cuenta con una estructura diocesana dependiente de la Delegación de Familia y Vida. En estos dos años se han atendido 21 casos, de mujeres con edades entre los 20 y los 54 años. El tiempo transcurrido desde que tuvo lugar el aborto hasta que recurrieron al Proyecto Raquel varió desde los dos meses hasta los 29 años.
Si bien son muchas las mujeres que acuden a través de la mediación de alguna persona cercana al proyecto, la vía más directa es la telefónica, con una línea activa las 24 horas (Tel. 616 88 70 50). Tras una primera toma de contacto se propone un cuidado personalizado con el único objetivo de buscar la reconciliación y la curación. En esta tarea resulta indispensable contar con una adecuada formación, y en esta línea se ha convocado a los miembros de Proyecto Raquel para un encuentro de capacitación que se celebrará los días 11 y 12 de diciembre en la capital andaluza, abierto a todas las personas interesadas del resto de la comunidad autónoma.
Historias desgarradoras
Los testimonios de las personas que han pasado por el aborto darían para varios volúmenes, según reconocen los voluntarios de Proyecto Raquel en Sevilla. En la web http://ift.tt/1KCXJBn se recogen algunas de esas historias.
En una de ellas, una mujer resumía su situación con una imagen muy reveladora: «Mi pequeña, mi única hija, pero que nunca me llamará mamá». En otra, un joven que no llegó a ser padre se lamenta: «Perdí dos gemelos en aras del derecho de la mujer a elegir».
Los responsables de Familia y Vida de Sevilla reconocen que el objetivo es tan sencillo de plantear como difícil de llevar a la práctica: «Ayudarlas para que no se dejen vencer por el desánimo ni pierdan la esperanza». Todo parte de una apuesta radical por la vida, como reiterara el arzobispo de Sevilla en la Misa inaugural del proyecto en Sevilla: «La Iglesia, además de defender la vida del no nacido, quiere defender también la vida de las mujeres que han sido víctimas del trauma del aborto. El aborto no es solamente un homicidio, sino también un suicido, en la medida que parte el alma de todos aquellos que están involucrados en él».
El síndrome posaborto en números
Hasta que en 2010 se aprobó en España el aborto libre hasta la semana 14, la inmensa mayoría de los abortos se amparaban en el supuesto de peligro para la salud psicológica de la madre. Son muchas las mujeres que buscan su supuesta liberación y bienestar mental recurriendo al aborto, pero la realidad que constatan permanentemente los profesionales de Proyecto Raquel es otra bien distinta. Estudios médicos demuestran que el aborto, lejos de mejorar la salud mental de la mujer, ocasiona casi siempre gravísimos trastornos psicológicos. Tras el aborto, suelen experimentar que su felicidad murió junto con su hijo, y hay un dato estremecedor: más del 40 % de las mujeres que han abortado barajaron la posibilidad del suicidio como solución a la crisis que atravesaron. Precisamente, el número de suicidios que se da en este colectivo es entre seis y siete veces mayor que el de las mujeres que dan a luz. Sin llegar a este dramático desenlace, el 80 % sufre síntomas depresivos; el 40 % trastornos de la sexualidad; el 60 % alteraciones de la conducta, y el 70 %, irritabilidad. El panorama no es precisamente idílico, por más que se trate de evitar o, peor, maquillar.
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