El dolor es una realidad referida al cuerpo, el sufrimiento es una realidad referida a la persona.
Existen con gran éxito «clínicas del dolor» en las que se ha conseguido controlar, prácticamente eliminar cualquier tipo de dolor, pero no existen clínicas de «sufrimiento personal». Con una experiencia de 50 años como psiquiatra, tengo el convencimiento de que la «densidad» de sufrimiento personal supera con mucho el mundo del dolor.
Para hablar de sufrimiento personal se requiere el definir qué es la persona. La persona humana es de naturaleza encarnada, en su corporalidad comparece el dolor.
Pero la persona es el QUIÉN que cada uno somos, «radical innovación de realidad» como lo definía Julián Marías, único, irrepetible, nunca clonable.
La persona es coexistencia, impensable en soledad, apertura radical; dicha apertura es libertad, es necesidad de encontrar su propia réplica, y por ello un conocer irrestricto. Finalmente coronando los radicales anteriores, tarea amorosa. La persona necesita culminar como amor donal, con pretensión de eternidad.
Por estas razones la persona está remitida a la trascendencia, y si se la pretende reducir a dinámica inmanente, se la transforma en YO, puerta de entrada al subjetivismo, al relativismo y a otros tantos «ismos», que en gran medida configuran el mundo en el que vivimos.
Vuelvo al sufrimiento personal: emerge en relación con el malograrse de algunos de sus trascendentales personales, ya sea la coexistencia, la libertad, el conocer irrestricto o el amor donal, no digamos si la persona se malogra como propio proyecto existencial, ya que es el QUIEN el que se malogra; pero de inmediato tengo que afirmar que por muy deteriorado que se encuentre el vivir personal, siempre es posible la rectificación porque el futuro personal es tiempo de esperanza.
Por lo que Abel Azcona cuenta acerca de su biografía, aseguro que en él se ha dado un verdadero sufrimiento personal, pero la respuesta que ha elegido a dicho sufrimiento ha transformado su condición de persona en un yo puramente egocéntrico, abierto a patologías psiquiátricas, a múltiples insatisfacciones, con la pretensión de una catarsis siempre insuficiente, pero siempre más necesaria, más extrema, más provocadora.
Abel, tu actual actitud te asegurará un lugar, incluso destacado, en un mundo en el que los valores han sido sustituidos por falsos valores.
Permítaseme una breve reflexión sobre el tema de los valores:
- Valor: cualquier realidad que si la incorporo me mejora en mi condición de persona.
- Pseudovalor: Aquella realidad que se me ofrece como valor, pero que si la incorporo mi condición de persona permanece inmodificada, he sido engañado.
- Contravalor: realidad ofrecida como valor, pero su incorporación me deteriora en mi condición de persona. En la actualidad el número de contravalores va en aumento y se nos ofrecen como «logros de la libertad».
Abel, existe respuesta a tu situación personal, la puedes encontrar tú, pero la tendrás que gestionar con esfuerzo personal. Esa respuesta no será aplaudida, no será noticia, tu ego se irá debilitando, pero entrarás en un mundo en el que la verdad, la belleza, la bondad, la amistad, la sencillez, la esperanza como horizonte, te transformarán en el gran artista que llevas dentro, pero liberándote de toda catarsis.
La catarsis tiene que ver con tu pasado, de otra parte inmodificable; es en el futuro, en tu futuro como tiempo creativo, en el que podrás convivir con tu pasado pero liberado de él.
Finalmente lo sagrado lo entenderás como referencia última, libre de fanatismos, como verdad suprema y ámbito de plena libertad.
No más clínicas psiquiátricas, no más «experimentos», no más titulares..., auténtica creatividad personal. Sinceramente te lo deseo.
Firmado,
Gerardo González Martínez
Doctor en Medicina
Especialista en Psiquiatría
Diplomado en Filosofía
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