El Papa reclama que la Iglesia anteponga la misericordia al juicio al comenzar el Jubileo

(EP) «Cuánta ofensa se le hace a Dios y a su gracia cuando se afirma sobre todo que los pecados son castigados por su juicio, en vez de anteponer que son perdonados por su misericordia», ha clamado Francisco durante la homilía de la misa de inauguración del Jubileo que ha presidido esta mañana en la basílica de San Pedro antes de la apertura de la puerta santa.

Así, durante la homilía ha aseverado que los hombres de Iglesia «deben anteponer la misericordia al juicio» al señalar que, en todo caso, «el juicio de Dios será siempre a la luz de su misericordia». No obstante, el Papa ha señalado que «siempre existe la tentación de la desobediencia» y ha alertado de que ello se expresa de manera práctica en el deseo de organizar la vida «independientemente de la voluntad de Dios».

Por ello, el Papa ha subrayado que «atravesar la puerta santa, por lo tanto, nos hace sentir partícipes de este misterio de amor» al tiempo que ha pedido a los hombres que no teman a Dios. «Abandonemos toda forma de miedo y temor, porque no es propio de quien es amado; vivamos, más bien, la alegría del encuentro con la gracia que lo transforma todo», ha agregado.

Asimismo, ha advertido de «la enemistad que insidia continuamente la vida de los hombres para oponerlos al diseño de Dios», pero ha explicado que la historia del pecado es también la historia del amor que perdona. «Si todo quedase relegado al pecado, seríamos los más desesperados entre las criaturas, mientras que la promesa de la victoria del amor de Cristo integra todo en la misericordia del Padre», ha comentado en este sentido.

La celebración eucarística se ha iniciado llevando procesionalmente el Evangeliario preparado especialmente para el Jubileo por el Padre Rupnik y publicado por la editorial San Pablo. «Una obra de arte que lleva sobre la cubierta una reproducción en mosaico del logotipo del Jubileo», según explicó el encargado del Presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, el arzobispo Rino Fisichella.

El Evangeliario se ha colocado en el mismo atril que durante todas las sesiones del Concilio Vaticano II se colocó en el altar de la basílica de San Pedro para hacer evidente a todos el primado de la Palabra de Dios.

«Entrar por la puerta significa descubrir la profundidad de la misericordia del Padre que acoge a todos y sale personalmente al encuentro de cada uno. Será un año para crecer en la convicción de la misericordia», ha dicho el Papa.

Este martes 8 de diciembre se celebra además el quincuagésimo aniversario de la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II. Por ello la ceremonia se ha introducido con la lectura algunos fragmentos de las cuatro constituciones conciliares (Dei Verbum, Lumen gentium, Sacrosanctum Concilium y Gaudium et spes), y de dos fragmentos respectivamente de Unitatis redintegratio, sobre el ecumenismo, y de Dignitatis humanae, sobre la libertad religiosa.

El Papa ha recordado que el Concilio Vaticano II «fue un encuentro» entre la Iglesia y los hombres de su tiempo. Así ha pedido a la Iglesia que retome «el camino para ir al encuentro de cada hombre allí donde vive: en su ciudad, en su casa, en el trabajo...»

«Dondequiera que haya una persona, allí está llamada la Iglesia a ir para llevar la alegría del Evangelio. Un impulso misionero, por lo tanto, que después de estas décadas seguimos retomando con la misma fuerza y el mismo entusiasmo», ha exhortado.

Finalmente ha dicho que el jubileo provoca esta apertura y obliga a no descuidar el espíritu surgido en el Vaticano II.

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