Hallan restos de rituales de santería en un cruce de caminos en Galicia

¿Santería en los montes de Santa Ana? Con esta pregunta titula La Voz de Galicia un artículo firmado por Alfredo López Penide que muestra la inquietud entre los vecinos de esta zona de Ponte Caldelas (Pontevedra, España) ante la presencia de ofrendas en un cruce de caminos.

Las encrucijadas son, según explica el periodista, para algunas religiones sincréticas, como la santería, el candomblé o el vudú, portales para los orishas, pero también para las bestias y el conocido como hombre de negro, Papa Legba… Satanás para los cristianos, judíos y musulmanes.

Restos de tabaco, alcohol y rosas

No es de extrañar, por tanto, que la aparición reiterada de unas ofrendas sobre el asfalto en el monte de Buchabade esté causando inquietud entre algunos de los vecinos de Santa Ana, en Ponte Caldelas. Los restos de estos rituales se localizan siempre en la misma encrucijada de caminos y están conformados habitualmente por tres elementos: tabaco, alcohol y rosas.

«El primero que encontramos fue, para mí, el más curioso», señala Ana Belén, una de las vecinas de Santa Ana. En aquel primer altar no había ni rastro de flores y los cigarros conformaban un círculo en cuyo interior habían depositado una botella de Ribeiro. Posteriormente, los puros dieron paso a cajetillas de tabaco americano y el vino gallego a cava catalán. Y las rosas aparecieron.

Ana Belén recuerda cómo el pasado mes de enero, en una de sus caminatas diarias, volvió a encontrarse con una de estas ofrendas –«é mellor que non a toquedes, con estas cousas nunca se sabe», fue la recomendación de otra vecina antes de asegurar que ella, de ritos esotéricos y «zarandajas», no tenía ni idea–. «Eran las ocho y media de la mañana y el día anterior no había nada», señala esta vecina de Ponte Caldelas, quien, en otra ocasión, observó que había depositado un par de cazuelas de barro con comida dentro.

Se empieza por esto… y no se sabe dónde termina

Algunos de los más viejos de este lugar hablan de «feitizos de amor» o, incluso, amarres. De hecho, algunos de estos rituales para enganchar a un hombre o una mujer conllevan el empleo de siete flores, el mismo número de rosas que se localizó en una de las ofrendas. «Falan de bruxería, pero tamén de vodú», insiste un empresario de Tourón, quien reconoció que, al principio, se tomó estos hallazgos con humor –«cousas de frikis»–, si bien su reiteración a los largo de los últimos meses le ha acabado por preocupar: «Empézase con isto e logo non se sabe onde termina».

En la santería, y al igual que en el resto de creencias procedentes de la religiosidad yoruba africana, se considera a Elegua como el dueño de las encrucijadas, por lo que se le dejan ofrendas en los cruces de caminos. Este orisha está considerado como la deidad que abre las puertas a la felicidad, pero también a la desventura, así como a la prosperidad y la pobreza. No es de extrañar que se asocie con la suerte y la casualidad.

Tres tipos de rituales

No tiene la menor duda de que las ofrendas aparecidas son un ritual de santería. Y sabe de lo que habla. A fin de cuentas, Wladimir Dragossán, seudónimo del pontevedrés Rafael Pintos, confiesa que en el pasado se inició en Barcelona en esta religión sincrética, si bien en la actualidad se define como «un cristiano practicante».

Tras analizar las imágenes que publicó La Voz y de las que se hizo eco la emisora Radio Nova, Rafael Pintos señala que es un ritual de magia negra, si bien matiza que con tal término no alude a algo diabólico u oscuro, sino a la magia de los negros, a la que procede de África y que, en el Caribe y Sudamérica, se reinterpretó.

En su opinión, en Santa Ana se puede hablar de tres tipos de rituales, uno de los cuales –unas cazuelas de barro con comida– descarta que procedan de la santería. Sí vincula con esta religión el hallazgo de siete puros formando un círculo y apuntando en distintas direcciones, en cuyo centro se colocó una botella de alcohol. Estima que se puede estar pidiendo una apertura de caminos hacia otras dimensiones o, incluso, ser el contrapunto masculino a una deidad femenina.

Explica que la santería, al igual que otras religiones sincréticas, establece habitualmente dos tipos de deidades. Por una lado, «las que están más próximas al ser humano y, por tanto, a la tierra y a las emociones, y, por otro, las entidades más elevadas, los orishas».

Amarre o hechizo de amor

Sospecha que las ofrendas conformadas por alcohol, tabaco y rosas se relacionarían con un amarre o un hechizo de amor. «Estamos hablando de un amor sexual, pasional. No es un amor idílico», remarca fijándose detenidamente en las imágenes.

Tras precisar que «las ofrendas suelen ser de cigarros puros y aguardiente o ron, una bebida fuerte», Pintos confiesa que la presencia de vino ribeiro, en un caso, y cava, en otros, «me parece fuera de lugar, aunque pudiera ser». Asimismo, subraya que «normalmente son siete flores. Es la cantidad adecuada para estos rituales».

Considera que la persona que ha llevado a cabo estas ofrendas podría estar dirigiéndose, bien a las entidades consideradas menores o, por así decirlo, más mundanas –«no son malignas si las empleas bien, pero también las puedes emplear para hacer el mal»–, bien a la Pomba Gira. A fin de cuentas, «es el licor que ella bebe y los cigarros que ella fuma».

La duda que le surge es si se está buscando con las ofrendas consolidar una relación incipiente o una que pasa por un mal momento, o si, por el contrario, se trata de quebrar la voluntad de una persona para que se fije en quien invocó a las deidades. En este último supuesto, Rafael Pintos señala que este amarre suele ser ineficaz o durar poco tiempo, lo que podría explicar que se estuvieran repitiendo a lo largo de los últimos meses.

Efectos negativos de la magia

Añade que la eficacia del hechizo en los casos en que se va contra la voluntad de una persona va a depender, en gran medida, de su fortaleza espiritual. De este modo, solo alguien débil podría ver alterada su percepción, sus sentimientos. Esto va a tener siempre un coste para el que recaba la intercesión de las deidades.

Y es que «si consigue forzar la voluntad de un hombre o una mujer, a la larga la magia se vuelve contra la persona que la realizó porque fue en contra de las leyes divinas o universales. A veces se pagan precios muy altos», advierte Rafael Pintos, quien ha conocido de primera mano el caso de un hombre que «se separó de su mujer y se fue a la fuerza con otra, pero fue porque ella le echó unas gotas de sangre menstrual que él bebió sin darse cuenta en el café».

También el hecho de apelar a una entidad como la Pomba Gira puede tener sus consecuencias. A fin de cuentas, en Brasil se la conoce como la bruja mayor y «se dice que toda mujer que tiene una Pomba Gira suele ejercer la prostitución porque [la deidad] le incita al sexo. Es una deidad muy promiscua».

Rafael Pintos apunta que este tipo de rituales suelen ser más comunes de lo que se cree, ya que han sido importados por emigrantes. «Es cierto que la gente puede encontrarse con ellos en una encrucijada en un monte y pensar que es magia negra, maligna… En este caso, yo veo un trabajo de amor. No creo que tenga una connotación negativa, salvo que se busque atacar la voluntad de la persona destinataria». En principio, los vecinos de Santa Ana no tienen por qué preocuparse, señala, excepto si «en las ofrendas empiezan a aparecer sacrificios de animales»

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