(CH/InfoCatólica) a La pregunta del titular se podría esperar que la respuesta sea negativa, pero como científico especialista en física de partículas, mi respuesta es «¿Por qué no?»
Contrariamente al prejuicio común, una perspectiva científica no descarta la existencia de los milagros, y el evento en Fátima es, en opinión de muchos, particularmente creíble.
En cuanto a posibilidad de la existencia de los milagros en general, el prejuicio habitual contra ellos toma una de dos formas. El primero es afirmar que una cosmovisión científica excluye los milagros, erróneamente definidos como la ruptura de las leyes de la naturaleza o, específicamente, de la física.
Este prejuicio se basa en un malentendido del alcance de las leyes científicas, que describen cómo los sistemas ideales y simples se comportan de manera aislada. Tales leyes nos permiten realizar hazañas extraordinarias, como el viaje final de la nave espacial Cassini que ahora tiene lugar a través de los anillos de Saturno.
Pero tales leyes no dicen nada sobre lo que sucede cuando un sistema no está aislado, especialmente cuando interviene un agente personal libre. Para dar un ejemplo: si tiro una manzana en el aire, su trayectoria se aproximará a una parábola que se puede predecir desde su posición inicial, pero esa predicción no dice nada sobre si decido o no tomar la manzana. Y si puedo intervenir para cambiar la trayectoria de una manzana, presumiblemente Dios, que es todopoderoso, puede hacer lo mismo y mucho más. Por lo tanto, no hay ningún problema real con los milagros desde la perspectiva de las leyes científicas, ya que describir cómo se comporta un sistema en ausencia de intervención no dice nada acerca de si una intervención puede o tiene lugar.
Una segunda forma de prejuicio es afirmar que una combinación de causas naturales puede y debe ser encontrada para explicar lo que parece ser milagroso. Para dar uno de los muchos ejemplos, no es infrecuente que muchos sacerdotes que se avergüenzan de aceptar la existencia de los milagros afirmen que la multiplicación de los panes de Jesús de 5.000 personas fue simplemente un acto de solidaridad, un «compartir» en el que un conjunto de personas avergonzadas compartieron el alimento que ya tenían
Pero tales explicaciones rara vez encajan bien con los hechos, especialmente las reacciones de los testigos oculares. Estas explicaciones tampoco son necesarias ni útiles. Obviamente, necesitamos llevar nuestro juicio crítico cuando alguien afirma haber presenciado un milagro particular, pero decidir, antes de cualquier evidencia, que los milagros son imposibles o nunca pueden suceder, va en contra del espíritu de la investigación crítica y es una muestra de desesperación.
Después de todo, si no ocurren milagros, entonces estamos atrapados en un mundo de poderes naturales, inadecuado para nuestra felicidad, y condenado a la decadencia individual y cósmica y posteriormente la muerte.
Valoración del milagro de Fátima
¿Cómo, pues, debemos valorar Fátima, y sobre todo el milagro del sol del 13 de octubre de 1917? Este evento acompañó a las últimas seis apariciones a la beata Lucia Santos, de 10 años, y a sus primos Jacinta y Francisco Marto (fue fueron canonizados el día de ayer por el Papa Francisco).
La multitud de testigos fue numerada en decenas de miles y tenemos muchos testimonios, incluso de profesores universitarios y reporteros, compilados posteriormente en el libro de John Haffert, «Meet the Witnesses of the Miracle of the Sun» (Conoce los testigos del milagro del sol).
Por ejemplo, Avelino de Almeida de O Século, un periódico anticlerical del gobierno, que antes se burlaba de los niños, atestiguó que el sol hacía movimientos repentinos e increíbles, «fuera de todas las leyes cósmicas».
Hoy, la Iglesia no exige que aceptemos el milagro, sólo afirma que las apariciones de Nuestra Señora son dignas de crédito. Sin embargo, dado el número y el alcance de los testigos oculares, y el choque político y eclesial que sufrió Portugal y que siguió a este acontecimiento, todo lo que sabemos es compatible con un milagro público de la clase más creíble y extraordinaria.
Desde la perspectiva de 2017, el momento también parece propicio. Las apariciones ocurrieron cuatro siglos después del inicio de la llamada «Reforma» Protestante en 1517 y dos siglos después de la fundación de la primera Gran Logia de los Francmasones en Londres en 1717, hitos donde los católicos comenzaron a ser infectados por el indiferentismo y el relativismo religioso. El mismo día del milagro del sol en 1917, el Soviet de Petrogrado tomó el control militar en Rusia, allanando el camino para que el comunismo ateo comenzara su dominación ruinosa de gran parte del mundo, persiguiendo a la Iglesia y llevando a la muerte cruel de decenas de millones de personas.
Por lo tanto, no es de extrañar que Dios nos haya concedido un milagro espectacular, con severas advertencias, cuando pidió arrepentimiento, conversión y penitencia para responder al don de gracia, para la salvación de nuestras almas y del mundo.
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