República Checa celebra coronación del Divino Infante

(Gaudium Press/InfoCatólica) La iglesia de Santa María de la Victoria en Praga y Santuario carmelita del Niño Jesús, celebra el día de mañana, primer domingo de mayo, la solemne coronación del Divino Niño; una tradición que nació en el siglo XVII, que expresa la creencia que el pequeño Jesús es el Rey misericordioso del mundo.

Las celebraciones por la coronación del Niño Jesús comenzaron desde el jueves 4 de mayo con las misas en checo e inglés, y el rezo de la Novena que se extenderán hasta el sábado 6 de mayo. Este día a las 18:00 horas, como antesala a la solemne coronación, habrá una hermosa procesión con la réplica de la imagen del Divino Niño, que concluirá en el santuario con otra celebración Eucarística.

El domingo 7 de mayo estará marcado por la exposición de la verada imagen del Niño Jesús, que será bajada de su altar al presbiterio. Es la única vez durante el año, que la preciosa estatuilla del Divino Infante de Praga es bajada de su lugar habitual.

A las 10:00 horas será la Misa solemne de la coronación. En la tarde, a partir del mediodía habrá sucesivas Eucaristías en inglés, español, italiano y checo.

Una tradición que nació en 1651

La tradición de coronar al Niño de Praga comenzó en 1651 cuando el gran marqués de la entonces Bohemia, el Conde Martiniz, regaló una hermosa corona de oro esmaltada adornada con perlas y diamante en agradecimiento al Pequeño Rey. En aquella ocasión, para coronar la imagen, se realizó una gran y solemne peregrinación por varias de las iglesias de la ciudad.

Unos años después, en 1655, el Niño Jesús fue nuevamente coronado por el entonces Obispo de Praga con una corona que ofreció el mayor de los burgraves del reino checo, Bernard Martiniz. Ya casi dos siglos después, en 1820, la venerada imagen recibió una nueva corona que acompañó las solemnes coronaciones hasta el año 2009, cuando recibió una nueva como regalo del Papa Emérito Benedicto XVI durante su visita a Praga. Ésta es la que actualmente utiliza el Pequeño Rey.

La imagen del Niño Jesús de Praga, que no alcanza los 50 centímetros de altura, es una de las representaciones del Divino Infante con mayor devoción en el mundo. Muestra a un hermoso Niño de rostro sereno y amable, que expresa ternura e inocencia; con su mano derecha bendice y con la izquierda sostiene el universo que está representado por una esfera dorada.

La leyenda del origen de la imagen

El niño Jesús de Praga

Sobre su origen existe una leyenda. Se cuenta que en un monasterio carmelita cerca de Sevilla en España, a un hermano, Fray José de la Santa Casa -quien tenía manos de artista-, mientras barría se le presentó un niño muy especial con quien entabló un diálogo:

«Qué bien barres, Fray José y qué brillante dejas el piso. ¿Serías capaz de recitar el Ave María?», le preguntó el Niño. A lo que el fraile respondió: «Claro que sí». «Hazlo pues», le dijo el pequeño. El hermano unió sus manos y oró con gran devoción, cuando llegó a las palabras «Y bendito es el fruto de tu vientre», el Niño lo interrumpió y le dijo: «Ese soy yo». Luego desapareció.

Deseando verlo de nuevo, Fray José oraba todos los días, hasta que en una ocasión de sorpresa escuchó de Él: «Vendré, pero debes tener todo preparado para que hagas una estatua de cera, en todo igual como soy yo».

Y el día llegó. El Niño Jesús se le presentó acompañado por ángeles. Fray José lo observó detenidamente y lo moldeó con cera y con pinceles tal como lo vio.

Se sabe que la estatuilla llegó a Praga de manos de la Duquesa María Manríquez de Lara, quien lo dio como regalo de bodas a su hija Polyxenia de Lobkowicz, quien luego la confió a los carmelitas en la ciudad checa. Una leyenda habla incluso que la preciosa imagen era de propiedad de Santa Teresa de Jesús quien tenía una gran devoción al Divino Niño.

Acto de consagración al milagroso Niño Jesús de Praga

¡Oh dulcísimo y amabilísimo Niño Jesús de Praga! De rodillas en tu presencia me consagro enteramente a tu santo servicio. Te entrego mi alma en sus potencias, mi cuerpo con sus sentidos, todo cuanto soy, todo cuanto puedo. Dígnate aceptar este ofrecimiento que de mí mismo te hago. Ya que soy todo tuyo o tuya, bendíceme bondadoso para que siempre te ame y nunca de cause el menor disgusto. Niño Jesús, sé mi camino; Niño Jesús, sé mi vida; Niño Jesús, sé mi amor aquí en la tierra y después en el cielo por toda la eternidad. Amén.

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