Mons. Arizmendi replica al pastor protestante que aprovechó el terremoto de Chiapas para hacer proselitismo

(SIAME) Tras el sismo del 7 de septiembre que azotó fuertemente una parte importante del país, causando severos daños en los estados de Chiapas y Oaxaca, en las redes sociales han circulado diversos videos y mensajes de predicadores que aseguran la proximidad del fin del mundo y dan cuenta de un supuesto «enfado» de Dios contra la Iglesia católica; tan fuerte ha sido esta tendencia, que el Obispo de San Cristóbal de las Casas, Mons. Felipe Arizmendi, se ha visto en la necesidad de aclarar esta situación.

Ignorancia

Tras recordar los daños ocasionados por el terremoto de 8.2 grados Richter, entre ellos casi un centenar de muertos, miles de viviendas, escuelas y centros de salud derruidos o devastados, y lo más notorio, fracturas y derrumbes en numerosos templos de los siglos XVI y XVII en ambas entidades, el obispo explicó que esto último ha sido utilizado por un pastor protestante de Chiapas –el estado con menos porcentaje de católicos de México– para difundir la idea de que el sismo es una prueba de que Dios no quiere a la Iglesia católica, por lo que llama a cambiar de religión.

Arizmendi se refirió a este hecho como una gran «ignorancia», pues –argumentó– «también se cayeron templos protestantes y también murieron personas de religión evangélica», sobre todo en la Costa de Chiapas y en el Istmo de Tehuantepec, donde más se sintió el efecto devastador, dijo.

El obispo –que ha exhortado a las autoridades a restaurar los templos, pues son propiedad de la federación– dejó en claro que no fue un temblor selectivo de parte de Dios contra los católicos. «Todos somos pecadores, y quien diga que no lo es, comete dos pecados graves: la mentira y el orgullo».

Aseguró que tampoco es una prueba del inminente fin del mundo, como otros predicadores afirman. «Los científicos explican este terremoto como el movimiento brusco de la placa tectónica llamada de Cocos, en las playas de Chiapas, que es parte de la falla que viene desde California. Es algo natural, no un castigo de Dios», aseveró.

¿Dónde está la Iglesia?

También explicó que debido a que los noticieros televisivos dan a conocer sólo lo que hacen las instancias gubernamentales, algunos se han preguntado ¿dónde está la Iglesia? Al respecto, señaló que ésta es una de sus grandes virtudes:

«Me ha tocado vivir inundaciones y otros fenómenos, y es nuestra gente de Iglesia la primera en acudir y ayudar, pues estamos en medio del pueblo y llegamos a donde no llega el gobierno ni la televisión. Doy testimonio de la ayuda mutua, fraterna e inmediata, de los vecinos, de las familias, de nuestros catequistas, de las parroquias, de Cáritas y de los agentes de pastoral, aunque no salgan en los medios informativos. Que no sepa tu mano izquierda…»

Al referirse al salmo responsorial del domingo pasado, que decía: «Señor, que no seamos sordos a tu voz», recordó que Dios habla a su pueblo en los acontecimientos. «El terremoto no es castigo de Dios, pero es una advertencia: no somos dioses, somos frágiles y en cualquier momento podemos terminar. Las cosas por las que tanto nos afanamos, como una buena casa, un vehículo nuevo, una gran televisión, etc., pasan y en un momento quedan reducidas a nada. Por ello, hay que apreciar lo que más vale: Dios, la familia, las buenas relaciones, el servicio a la comunidad. Eso no pasa, no se destruye; eso dura para siempre».

Ser solidarios

Finalmente, Arizmendi aseguró que los estados afectados han percibido la solidaridad nacional e internacional, la cual «agradecemos de corazón».

Destacó la labor de los miles de voluntarios, los servicios de las diferentes instancias de gobierno, federal, estatal y municipal, así como el trabajo del Ejército Mexicano, pero lamentó que aún haya «políticos que aprovechen esta desgracia para conseguir votos», así como «personas que sólo se limitan a ver desde lejos el sufrimiento ajeno, critican todo y a todos, pero ni un peso aportan para ayudar a los que se quedaron sin nada».

Llamó una vez más a los fieles a llevar a su parroquia algo que pueda servir para remediar las necesidades de los afectados por el terremoto, pero «no lo que ya no te sirve, para deshacerte de ello, sino lo que quizá tú también necesitas, para otros que pasan más carencias que tú. Pregunta el número de cuenta de Caritas y deposita lo que puedas, para que lo hagan llegar en forma confiable a su destino. Y oremos por los que sufren, porque la oración es una fuerza increíble».

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