El año 2019 recién terminado ha estado marcado por fuentes acontecimientos para la nación chilena. En efecto, desde el 18 de octubre el país se ha visto sacudido por una descontrolada ola de violencia inimaginable, saqueos, incendios, protestas, un daño considerable en la infraestructura pública a lo largo de todo el país y un número no menor de heridos y muertos. Sin duda, lo más doloroso han sido los múltiples ataques a Iglesias (incluidas profanaciones al Santísimo Sacramento e imágenes sagradas).
Precisamente el sentido de fundar un nuevo Monasterio en la soledad de las montañas de Aysén (Patagonia-zona austral de Chile), se inserta en esta dramática realidad del poder destructor que el demonio, y, bajo su influjo, el pecado y la vida sin Dios ejerce sobre la sociedad humana y sobre el corazón de todo hombre. Una comunidad orante, alejada física pero no espiritualmente, busca ante todo, mediante la entrega de la propia vida, impetrar gracia y misericordia para un mundo que no encuentra el camino de la paz, por no reconocer en Cristo la fuente de la verdadera y única salvación. Un Monasterio busca proporcionar también un espacio físico y espiritual concreto de encuentro personal con Jesucristo, en un contexto de oración y vida sacramental, que es siempre un llamado a la conversión, de cara a la eternidad. Dicho en palabras de Benedicto XVI “La oración no es algo accesorio, o una opción, sino una cuestión de vida o muerte. Sólo quien reza, es decir, quien se confía a Dios con un amor filial, puede entrar en la vida eterna, que es Dios mismo”. (Angelus 4/3/2007).
Gracias a la caridad sobrenatural de muchas personas que, por amor a Cristo y a la Iglesia, han querido apoyar esta obra naciente, el año pasado pudo realizarse la etapa más básica y fundamental de la construcción del nuevo Monasterio de la comunidad Schola Veritatis. En febrero, fueron terminadas las habitaciones de las hermanas con sus respectivos baños, así como la instalación de la cocina y de la capilla. Fue decisiva la ayuda del Cabildo de la Catedral de Córdoba, quien donó una casa de huéspedes y una celda de una hermana. Además del equipo de maestros, dados los pocos recursos disponibles en relación a la obra que había que realizar, fue necesaria la colaboración diaria de los miembros de la comunidad para avanzar con mayor rapidez.
La Fundación Alemana para el Desarrollo donó los fondos necesarios para la construcción de una portería, lugar esencial en cualquier Monasterio. Esta comenzó a levantarse en febrero, a continuación de la Capilla y Sacristía. El espacio ha sido de una gran utilidad para la acogida de los visitantes.
Durante el verano, entre varias otras personas, el Monasterio recibió la visita de Mons. Francisco Javier Stegmeier (Obispo de Villarrica), quien en sus homilías y reflexiones invitó a la comunidad a crecer siempre más en la confianza en la bondad de Dios. También el Obispo de Aysén, Mons. Luis Infanti de la Mora, visitó la construcción, celebrando una Misa con todos los trabajadores, realizando al final una significativa “bendición de manos”, manos que tanto trabajaron para la gloria de Dios.
Además de terminar las diferentes construcciones, era esencial, antes del invierno, instalar un buen sistema de calefacción para las habitaciones y Capilla, contar con un suministro eléctrico adecuado y un acopio de leña abundante. Las ayudas necesarias llegaron todas en su momento exacto, para que el Monasterio no careciera de estos servicios básicos indispensables sobre todo de cara a la dureza del invierno que se avecinaba. Una caldera a leña donada, un sistema completo de paneles solares adquiridos gracias a distintas ayudas, y la asistencia de vecinos para partir abundantes metros de leña fueron las principales ayudas recibidas.
Por falta de tiempo y de recursos, la Capilla del Monasterio no pudo ser terminada en su interior. Siendo el corazón del Monasterio y de toda comunidad contemplativa, hasta el presente se encuentra sin revestimiento de paredes, techos y piso. La comunidad espera de Dios y de personas de buena voluntad las ayudas para terminar este espacio de un modo que sea verdaderamente un lugar sagrado, hermoso y digno de la presencia Real y Substancial de Nuestro Señor Jesucristo, así como de la renovación de su Santo Sacrificio en la Misa.
En la Solemnidad de San José, el 19 de marzo, como una muestra de amor, gratitud y súplica, el Monasterio fue consagrado al Santo Patriarca de la Iglesia, poniéndose bajo su especial protección.
A comienzos de mayo, gracias a la enorme caridad de una empresa constructora de la zona, se procedió a realizar la instalación del agua potable para el Monasterio. Faena no menor, para la cual fue necesario el uso de maquinaria, por la necesidad de enterrar las mangueras a gran profundidad, a fin de no tener problemas de congelamiento durante el invierno. En estos mismos días,las campanas traídas desde Europa y silenciadas forzosamente desde hace varios años fueron colocadas en un pequeño campanario provisorio. Se escuchó por primera vez en el Valle de Nuestra Señora de Aysén el solemne tañido que, quiera Dios, no ha de cesar nunca, llamando a la oración y a la alabanza divina hasta la Parusía de Nuestro Señor Jesucristo -si así Él lo dispone.
El miércoles 22 de mayo, a las puertas del invierno, finalizó la primera etapa de la construcción, con una Misa de acción de gracias con el equipo de trabajadores y una celebración familiar. La misericordia de Dios protegió la obra de accidentes y San José proveyó siempre los recursos para llevarla adelante. En la fiesta de la Visitación de la Santísima Virgen fue inaugurada la vida de las hermanas en el nuevo Monasterio.
Durante el invierno, después un par de años de extenuante trabajo, la comunidad pudo ir recuperando su ritmo de vida regular de oración, continuando con algunos trabajos al interior. Portería, Sacristía, pequeña biblioteca y claustro fueron tomando un mejor aspecto, instalando pisos, pintando muros, empastando techos y colocando cerámicas. Fueron meses de una hermosa soledad con Dios, en el silencio de las montañas nevadas “Cuanta utilidad y gozo divino trae el silencio y la soledad a aquél que los ama, solo lo conocen quienes los han experimentados” diría exultante San Bruno.
Al asomar la primavera, se realizaron 3 días de Rogaciones (costumbre litúrgica muy antigua, que asocia una Misa penitencial a una procesión a través de los campos cantando las Letanías de los Santos y otras oraciones) a fin de pedir la bendición y protección para estas tierras, la defensa del ataque de plagas, la fecundidad para las siembras y el don de la lluvia. Y ha sido tal la bendición de Dios, que mientras el resto del país se encuentra en una de las sequías más grandes de las últimas décadas, en Aysén la lluvia ha sido mucho más abundante que otros años. En esta región, el cambio climático se ha transformado en una bendición de Dios…
El día de la Virgen de Guadalupe, gracias a la visita de sacerdote de la diócesis de Villarrica, se realizó una procesión con la imagen de Nuestra Señora del Buen Morir (réplica de la original presente en la Abadía de Notre-Dame de Fontgombault) caminando hasta el río Colorado, al final de nuestra propiedad, entre el rezo del rosario, cantos y oraciones, para que la Virgen Santísima se complazca y bendiga por siempre la tierra que le pertenece, alejando de él las asechanzas el enemigo infernal y protegiendo los bosques de lenga (nothofagus pumilio) de incendios en el verano.
Y aunque la parte básica y primera del Monasterio ya ha sido finalizada,son necesarias en la actualidad nuevas ayudas, tanto para la manutención mensual de la comunidad, como para realizar las siguientes obras:
+Terminar el interior de la capilla, que quedó en estado de obra gruesa, sin revestimiento de paredes, techo y piso.
+ Agrandar el galpón para el acopio de leña, ya que su tamaño es insuficiente.
+Instalar una red de protección contra incendios, conduciendo agua desde el río más cercano hasta las inmediaciones del monasterio, haciendo un área verde de unos 30 metros.
+Construir un invernadero para el cultivo de verduras, para el abastecimiento de la comunidad y huéspedes.
+Forrar el exterior del monasterio con un material más resistente que el terciado estructural que actualmente tiene, y que no soportará otra temporada de nieve.
+Realizar cierres perimetrales en la zona de clausura de las hermanas, mediante un cerco de madera que proteja los espacios reservados a la comunidad.
Los miembros del Monasterio Nuestra Señora de Aysén hacen llegar esta súplica por la intercesión de San José, quien ha sido hasta ahora nuestro fiel Padre y generoso proveedor. A él pedimos mueva los corazones para continuar adelante con esta obra en favor de la Iglesia y el mundo.
Para cualquier ayuda sea desde Chile u otro país fuera de la Unión Europea, contactarnos por correo electrónico a [email protected]. “La caridad cubre la multitud de los pecados” (1 P 4,8), “dad gratis lo que habéis recibido gratis” (Mt 10,8).
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