Comienza el Año Jubilar Teresiano en Ávila y Alba de Tormes

Por supuesto que no podemos dejar pasar su fecha sin recordar a nuestra Santa Teresa “la Grande”, con todo lo que tiene todavía para decirnos -¡ella siempre es tan actual!- , y con todo lo que a la vez, nosotros podemos pedirle, en este consorcio tan bendito de la Comunión de los Santos.

Transcribimos, entonces, una de sus poesías más bellas, a nuestro juicio, por más que sea harto conocida, y a continuación, algunas oraciones en verso que le dedicara el P. Leonardo Castellani en enero de 1947, y por cuya pluma nos dirigimos a la santa Doctora, pidiendo su intercesión.

Todos los que militáis

debajo de esta bandera,

ya no durmáis, no durmáis,

pues que no hay paz en la tierra.

Si como capitán fuerte

quiso nuestro Dios morir,

comencémosle a seguir,

pues que le dimos la muerte.

Oh, qué venturosa suerte

se le siguió de esta guerra!

Ya no durmáis, no durmáis,

pues Dios falta de la tierra.

Con grande contentamiento

se ofrece a morir en cruz

por darnos a todos luz

con su grande sufrimiento.

Oh glorioso vencimiento!

Oh dichosa aquesta guerra!

Ya no durmáis, no durmáis,

pues Dios falta de la tierra.

No haya ningún cobarde!

Aventuremos la vida!

Pues no hay quien mejor la guarde

que el que la da por perdida.

Pues Jesús es nuestra guía,

y el premio de aquesta guerra.

Ya no durmáis, no durmáis,

porque no hay paz en la tierra.

Ofrezcámonos de veras

a morir por Cristo todas

y en las celestiales bodas

estaremos placenteras.

Sigamos esta bandera,

pues Cristo va en delantera.

No hay qué temer, no durmáis,

pues que no hay paz en la tierra.

No hay qué temer, no durmáis,

pues que no hay paz en la tierra.

***

A Santa Teresa

(del Libro de las Oraciones, ed. Dictio, Bs. As., 1978-)

4.

Ven ayudarme en mi labor, Teresa

Pábulo sea de contemplación

Yo soy la mano, sé tú la cabeza

Y el corazón.

Asociado a tu histórica proeza

Tú como llama y yo como carbón

Mi trabajo manual, fútil pavesa

Hazlo fosforecer de cognición.

Este trabajo de hojalatería

Alquimiado por ti en mejor metal

Me conduzca al alcázar de María

Madre de Dios y Reina universal

Donde tu llave, conductora mía

Haga girar solemnemente un día

Las dos puertas de bronce y de cristal

5.

Hasta el alcázar de Nuestra Señora

Oh, Teresa, encamina mi destino

Si hay fosos y un dragón en el camino

Condúceme lo mismo, conductora.

Sin saber lo que es, mi alma lo añora

Sin poder definirlo, lo adivino

Y un algo en mí lo anuncia, como el trino

Del ruiseñor que hace nacer la aurora.

Madre de Dios, pretendo el no ordinario

Favor de entrar en su lilial ambiente

Y hablar contigo sin intermediario

Y magnéticamente

Como un cirio en el alto lampadario

Como una flor al fuego del santuario

Como un pobre tizón del incensario

Volverme aroma paulatinamente…

6. Oiréis guerras…

Oh, religiosos que coméis a hora

Tañida alegremente en ritmo crónico

Discutiendo del gran poder masónico

Y chiquilladas dignas de una lora.

Citáis en una carta destructora

Doscientos doce del Jure Canónico

Y morís de vejez y hastío bubónico…

Ya no durmáis, ya no durmáis ahora.

Porque ya no hay ni habrá paz en la tierra

Dejad de discutir granos y hullas

Y todo cuanto el mundo de hoy encierra.

La rutina dejad, dejad las pullas;

Oíd las guerras y el rumor de guerra

Mirad del Anticristo las patrullas.

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