(Gaudium Press/InfoCatólica) «Como Jesús en el jardín de Getsemaní muchos de nuestros fieles ahora se están sintiendo traicionados y abandonados por sus padres espirituales, especialmente los Obispos. Tal vez usted comparte este sentimiento también», indicó el obispo, quien no hizo referencia directa a un caso específico pero lamentó el impacto que las noticias recientes tienen para la credibilidad de la Iglesia Católica en Estados Unidos.
Mons. Scharfenberger afirmó que el daño que ha sido hecho no será reparado o restaurado a través de palabras ni tampoco puede ser plenamente enmendado a través de nuevas normas, compromisos y cambios en estructuras burocráticas. «No veo cómo podemos evitar lo que realmente está en la raíz de esta crisis: el pecado y el alejamiento de la santidad, específicamente la santidad de una sexualidad integral y verdaderamente humana» afirmó.
«En términos negativos, y tan clara y directamente como puedo repetir la enseñanza de nuestra Iglesia, es un pecado grave ser activo sexualmente fuera de un matrimonio real». Esta enseñanza no tiene excepciones dentro de la Iglesia, expuso el prelado. «Esto es lo que nuestra fe enseña y lo que debemos mantener en la práctica. No existe un 'tercer camino'». El obispo afirmó que los hechos conocidos a través de los medios de comunicación no pueden ser minimizados ni racionalizados en modo alguno.
Mons. Scharfenberger reafirmó su apoyo personal a cada uno de los miembros del clero y de los fieles durante este tiempo de dificultad y comprometió el uso de todos los poderes de su oficio para actuar en favor de la protección de los creyentes. «Déjenme ser claro sin embargo en declarar mi firme convicción de que esto es, en su núcleo, mucho más que una crisis de políticas y procedimientos. Podemos - y confío en que lo haremos - fortalecer las reglas y reglamentos y sanciones en contra de cualquiera que trate de 'evadir el radar' o 'salirse con la suya' en tales comportamientos destructivos y malvados, pero en su corazón este es mucho más que un desafío de aplicación de la ley, esta es una crisis espiritual profunda».
«Nosotros hemos sido ordenados para predicar lo que la Iglesia enseña y debemos practicar lo que predicamos y enseñamos», expresó el obispo. «También necesitamos mantener lo que nuestra fe proclama sobre el don y la belleza de la sexualidad humana, cuando es vivida en su sentido conyugal. »Una cultura de virtud y castidad (o santidad personal) cimentada en una relación con Jesucristo es el camino a la salvación e integridad, incluso cuando buscamos extirpar los comportamientos malvados entre nosotros, en las entrañas de la Iglesia».
El obispo exhortó al clero a aprovechar la preparación para el próximo Congreso Eucarístico, que se celebrará el 22 de septiembre en el Santuario de Nuestra Señora, Reina de los Mártires, como un tiempo de renovación espiritual, »para todos nosotros que buscamos seguir los pasos de nuestro Señor y Maestro, que fue traicionado por sus más cercanos amigos, pero murió por nosotros para salvarnos de nosotros mismos y ofrecernos un camino para vivir nuestra humanidad plenamente en esta vida y en el cielo.
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