(InfoCatólica) El artículo fue publicado en InfoBae. Aunque reconce «que la propia Biblia reconoce la vida humana desde la concepción. En hebreo, miShaat Pekidá» y advierte que «`el derecho a decidir sobre el propio cuerpo´ manipula y oculta intencionalmente la realidad por no tratarse de una cuestión corpórea del sujeto para consigo mismo, sino primordialmente de dos vidas humanas distintas; de la relación entre un ser humano y su prójimo, donde natural y transitoriamente una se encuentra dentro de otra», luego afirma:
En un solo caso la Biblia exige abortar, cuando la vida del conceptus amenace inexorablemente la de su madre, resolviendo que mientras no haya nacido se prioriza la vida de la mujer por ser primera. Dicho caso, tipificado bajo la ley de rodef, 'persecutor', preceptúa matar a quien amenace cierta y efectivamente la vida de otro, aun cuando no sea consciente de ello.
En casos de anencefalia, irreversibles patologías degenerativas o terminales donde el conceptus morirá indefectiblemente, tipificadas como tzórej gadol, 'gran necesidad', por la pérdida, el asedio y la opresión a la persona, el aborto es permitido con severas restricciones en tiempo y forma. Similares criterios se aplican a la mujer embarazada por violación, encontrándose en serio riesgo psicofísico. No obstante, estos casos son cuantitativamente insignificantes respecto de los 56 millones de abortos inducidos anuales en el mundo cuya mayoría son embarazos no deseados por ser conflictivos respecto de los intereses personales, familiares o sociales y hasta por control de natalidad, reales motivos de la actual petición por la despenalización del aborto a demanda.
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