El ministro alemán de cultura, Bernd Neumann, asistió ayer 8 de julio a la colocación de la primera piedra del monumento que recordará a las víctimas del programa de eutanasia nazi, el terrible Aktion T4.
Se levantará en Tiergartenstraße 4 (calle del Jardín Zoológico, número 4), el lugar que le da nombre. Precursor de los campos de exterminio terminó oficialmente en 1941, pero se mantuvo en secreto hasta 1945. Desde el año 1940 fueron eliminados 200.000 «Lebensunwertes Leben», aquellos que tenían vidas que el gobierno consideraba «indignas de ser vividas»: enfermos incurables, niños con taras hereditarias o adultos improductivos.
Un monumento, que como señala el ministro, se levanta «contra el odio, el engaño y la dureza de corazón». Tres características que comparte el régimen nazi con regímenes democráticos de ayer y hoy. Un programa eugenésico al que el nazismo sólo le dio mala prensa pero que ya estaba en marcha con bendiciones gubernamentales en occidente, de modo especial en las democracias anglosajonas, Estados Unidos o Reino Unido, que hunden sus fundamentos en el utilitarismo.
La progrez española, con los mismos argumentos, también se sirve de «vidas indignas de ser vividas» para defender el aborto:
- Arcadi Espada pide castigar a mujeres que den a luz a ‘hijos tontos, enfermos y peores’
- Yo soy sobrino de uno de esos ‘monstruos’ a los que desprecia la progre Rosa Regás
La misma justificación que utilizan Holanda y Bélgica en su competición para ver quien se despeña primero:
- Bélgica celebra el 10º aniversario de la eutanasia incluyendo a los niños pequeños
- La verdadera jubilación: suicidio asistido para la «tercera edad» en Holanda
Cuando la dignidad de la persona pierde su fundamento no es que todo esté permitido, es que todo es inexorable.
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