Dos santeros son detenidos en Galicia por estafa

El amor ciega a los hombres. Tanto que a veces no son capaces de discernir cuándo les están tomando el pelo. Y a esta debilidad humana le sacaron buen partido dos timadores profesionales que acaban de ser detenidos en Culleredo (provincia de La Coruña, España). Lo cuenta Elena Silveira en La Voz de Galicia.

La pareja se dedicaba a practicar ritos de santería cubana convenciendo a sus clientes para que les entregaran joyas de oro que, supuestamente, eran necesarias para que los rituales surtieran efecto. El caso es que la mayoría de esas joyas aparecieron después en varias casas de empeño de la comarca coruñesa.

La «especialidad» de esta pareja de estafadores era recuperar viejos amores (lo que ellos denominaban endulzamiento) o bien hacer perdurar una relación que estaba en declive (conocido como amarre). Tras el primer contacto, solían programar una cita en la casa de la víctima para hacer una «limpieza» de malos espíritus y ya, de paso, ubicar social y económicamente a su cliente. A partir de ahí estrechaban lazos, simulaban una relación de amistad y comenzaban a pedirles joyas y objetos para ofrecérselos a una santa.

La mujer detenida, vecina de La Coruña, era la que se encargaba de realizar los rituales y camelar a las víctimas. Y el hombre, de nacionalidad cubana, tenía como principal misión canjear el botín en las tiendas de compraventa. El caso es que la pareja no sólo conseguía joyas de oro de sus clientes sino que también les cobraba entre 100 y 200 euros por sesión, en función de la capacidad económica del interfecto. A alguno le llegaron a «sacar» con estas artimañas hasta 20.000 euros.

Sus clientes estaban tan «cegados» de amor que llegaban a seguir indicaciones de lo más estrambóticas. En algunos casos degollaban pollos y cabritos para desangrarlos ante un altar, en otros enterraban lenguas de cerdo en las vías del tren. También mandaban a sus clientas introducir ropa interior mojada con sus propios orines dentro de ladrillos o bien llevar puesto un calzoncillo del revés durante una semana.

El objetivo, en este último caso, es que la persona deseada no pudiese consumar el acto amoroso con otra pareja. Y, para reforzar el efecto de disfunción, recomendaban a su víctima ponerse dos calzoncillos mejor que uno. La supuesta santera también pedía cajas de pasteles y botellas de whisky para la santa, y mandaban meter joyas muy preciadas dentro de un coco y después tirarlo al mar en la torre de Hércules.

Pocas víctimas quisieron denunciar a los timadores por miedo a que los «poderes esotéricos» de la santera se volviesen contra ellos. Pero la mayoría cambió de opinión cuando la policía les mostró sus joyas recuperadas en las tiendas de empeño. Y eso que el secuaz se obstinaba en decir que las encontraba con un detector de metales en las playas de Santa Cruz, Santa Cristina y Oza.

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