De nuevo una universidad en España albergará un evento con tintes “mágicos” entre sus muros. Esta vez, se trata de una charla de iniciación al Kriya Yoga que tendrá lugar en el Campus de la Universidad de Cádiz en Jerez de la Frontera, el viernes 19 de marzo. La charla será impartida por el yogui indio Shibendu Lahiri, bisnieto de Lahiri Mahasaya, un referente espiritual para los que practican esta técnica por haberla revivido en 1868 tras años en el olvido.
El evento se presenta como gratuito, si bien señalan que la costumbre es entregar un donativo al maestro por su servicio. Asimismo, esta charla es el preludio de dos actividades más que se realizarán durante el fin de semana con un coste, ahora sí, de 60 euros.
¿Qué es Kriya Yoga?
La palabra kriyā remite a “movimientos purificatorios burdos (físicos) o sutiles (mentales, emocionales) promovidos por el despertar de la energía Kundalini o cósmica, que purifican el cuerpo y el sistema nervioso permitiéndole así al buscador soportar la energía de estados de consciencia superiores”, según palabras de otro gurú del tema llamado Swami Muktananda.
¿El despertar de la energía cósmica? ¿Movimientos respiratorios que purifican el cuerpo y el sistema nervioso? ¿Estados de consciencia superiores? Estos términos suenan muy parecidos, desde luego, a los de cualquier disciplina New Age de las muchas que abundan en el mundo esotérico y sectario.
Los promotores del evento, presentan esta técnica como el Yoga por antonomasia a través del cual se logra “la percepción directa de la realidad tal y como es”. Según su teoría –y simplificando bastante– a través de distintas técnicas respiratorias y de concentración se consigue un estado de consciencia superior trascendental, en el que la persona de deshace del yo para poder conocer y disfrutar puramente de la vida.“En Yoga la vida se vive plenamente, de otra forma la visión queda obscurecida y aparentemente la vida está limitada por creencias, sueños, fantasías y experiencias pasadas, llena de miseria y sufrimiento”, cuentan. Prometen cumplir los sueños de felicidad y liberación plena, en contraposición a la siempre limitadora y generadora de sufrimiento vida corriente.
Por supuesto, siempre de la mano de ese gurú que ha logrado trascender su propia humanidad para convertirse en un ente divino; en este caso Shibendu Lahiri que, como afirman desde la organización, constituye “la transmisión viva de la energía de la comprensión en la ciencia del ser y el arte de vivir”.
No pero sí
Desde Kriyayogalahiri.com se apresuran a señalar que el Kriya Yoga “no es el lavado de cerebro de un exacto calculado, fantástico y fanático sistema de creencias. Ni es una búsqueda de sedación, seguridad y solaz a través de historias, premisas y palabrería milagrosa. Tampoco es un credo ni una secta ni un culto, no tiene pretensiones ni postulados de ninguna clase”.
Ellos mismos se alejan de postulados esotéricos y de cualquier atisbo de interés coercitivo. No obstante, en muchos puntos carecen de coherencia. Por ejemplo, en la publicidad se reniega de gurús y hombres y mujeres santos, pero se presenta al maestro como conocedor de una realidad superior que generosa y divinamente enseñará a sus discípulos.
Dicen que huyen de frases altisonantes y palabrería milagrosa a la vez que afirman que “el swadhyaya y tapas del Kriya Yoga pueden suponer una revolución y una revelación, una fusión y una plenitud, un cambio alquímico en el cuerpo y un estado alterado de conciencia que es completo y sagrado”.
Dicen que no son frases resonantes, objetivos sagrados, o paradojas. Pero indican que con la práctica del Kriya Yoga “la vida entonces es simple y austera, repleta de caridad y compasión, basada en las percepciones sensoriales y no en la sensualidad; basada exclusivamente en las necesidades y no en la codicia y gratificaciones. La vida es entonces regulada por los kriyas del ‘frenulum’, por la neutralización de la inhalación mediante la exhalación, por la vibración del sonido cósmico en el ombligo y por la negación de la sexualidad –sin interferir con la energía sexual– eliminando del cuerpo inhibiciones, obsesiones, tensiones y represiones, mediante procesos y prácticas que no requieren gran esfuerzo. El fin de las adicciones y conflictos es entonces natural”. Lo de que sí son frases resonantes definitivamente lo tendrían que asumir.
Quizá realmente crean que no tienen nada que ver con los movimientos con deriva sectaria, pero presentar la práctica de una disciplina psicofísica –que seguramente conllevará la adopción de un estilo de vida determinado- como herramienta para la liberación espiritual que nos permitirá deshacernos de los sufrimientos y penurias de la vida cotidiana, al alcanzar un estatus de consciencia superior, desde luego tiene mucho en común con los métodos sutiles para la captación progresiva y la manipulación, que tanto gustan a los grupos coercitivos y que siempre acaban provocando una visión alterada del mundo y la realidad. Algo que la Universidad de Cádiz debería al menos plantearse antes de servir de escenario para este tipo de eventos.
Bases del kriya yoga
Según explica José Luiz Vázquez Borau, experto en religiones y miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), los practicantes actuales de kriya ioga lo describen como un “antiguo” sistema de yoga “revivido” en 1868 por Lajiri Mahashaia (1828-1895), en nombre de su maestro Mahavatar Babaji (mediados del siglo XIX). Según Mahashaia, el kriia-ioga es similar al raja yoga.
Enseñan que la propia experiencia es la fuente de autoridad más fiable de conocimiento y sabiduría, y que para adquirirla uno debe volverse hacia adentro, hacia las dimensiones sutiles, a través del yoga y la meditación. La mayoría de sus escritos se remontan hasta 800-1600 años atrás, y a fecha tan lejana como el siglo segundo después de Cristo.
El sistema consiste en una serie de técnicas de pranaiama, ejercicios respiratorios que conducen a la concentración de la energía contenida en la respiración dentro del organismo, diseñadas para acelerar rápidamente el desarrollo espiritual y crear un estado profundo de tranquilidad y de unión con Dios.
El proceso consiste primero en desconectar progresivamente el cuerpo y la mente del mundo exterior mediante la práctica diaria y constante de las técnicas, reveladas e impartidas por un maestro o discípulo autorizado. Lenta y progresivamente se iría reduciendo la actividad corporal y la respiración, que pasaría de los 18-20 ciclos por minuto usuales hasta los cero, parándose el cuerpo de forma natural. Al pararse el cuerpo se pararía el pensamiento, y se experimentaría entonces el samadhi, que es un estado de conciencia de ‘meditación’, ‘contemplación’ o ‘recogimiento’ en la que el meditante siente que alcanza la unidad con lo divino.
Este estado corporal del samadhi o «animación suspendida» es una especie de estado intermedio entre la vida y la muerte, en que el cuerpo estaría totalmente dormido, parado o «muerto», pero la consciencia seguiría totalmente despierta. Sin la limitación del cuerpo, la consciencia podría expandirse sin fin en la experiencia de una especie de «muerte temporal reversible», de la que se podría volver a la consciencia normal del mundo exterior, primero involuntariamente y posteriormente, tras larga práctica, voluntariamente.
En una primera etapa, la experiencia viene y se va independientemente de la voluntad del practicante pero tras muchos años de práctica adicional se consigue llegar al control voluntario del trance o experiencia y entrar y salir del mismo a voluntad.
Jesucristo, en estado yóguico
Para los defensores de esta técnica, el santo Jesucristo es un fenómeno del Yoga de la integración (no de las ideas), de la verdad (no de la teología), de la dicha (no de los sistemas de creencias), del Sol de la Bondad (no del “hijo de Dios”) del Adwaita-conciencia (no de la oscuridad de los opuestos), del Adwaita-conciencia (no de la oscuridad de la interpretación de la virginidad).
En la cruz, Jesús se hallaba en estado yóguico pranayámico, de ausencia de respiración; no estaba muerto. Por eso manó sangre de su cuerpo cuando la lanza le atravesó el costado, ya que un cadáver no emana sangre.
Por lo tanto, explica Vázquez Borau, el Kriya Yoga es una técnica semejante a la Meditación Trascendental, que puede tener mucho atractivo por la pacificación que conlleva en este mundo tan disperso, pero que a su vez puede llevar a un adoctrinamiento que se aparta completamente del cristianismo y a una deriva sectaria de sus seguidores.
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