(Diario del AltoAragón/InfoCatólica) Mons. Damián Iguacen, obispo emérito de Tenerife, recibió ayer en su 102 cumpleaños felicitaciones de sus paisanos y de amigos de muchos puntos del planeta. La celebración comenzó con una misa en el Hogar Padre Saturnino López Novoa (Huesca), donde actualmente reside. Poco antes de ser revestido para la celebración, decía sentirse «abrumado por la bondad de Dios», ante una longevidad que vive con lucidez y agradecimiento. «Esto es cosa del Señor, no es ningún mérito propio», aseguraba el prelado de más edad de España y uno de los más longevos de la Iglesia católica.
Nacido en la localidad zaragozana de Fuencalderas el 12 de febrero de 1916, se formó como sacerdote en Huesca y entre 1941 y 1944 desempeñó la función de párroco en diversas parroquias de la diócesis. Entre 1970 y 1974 fue obispo de Barbastro y después de Teruel, hasta que en 1984 se le trasladó a Tenerife para ejercer el ministerio episcopal, pasando en 1991 a la condición de obispo emérito.
Desde entonces impartió ejercicios espirituales en España, Cuba, Argentina, Brasil, Italia y Francia. De todo este periplo conserva hoy una memoria serena que da buena muestra del deber cumplido. «Todos los recuerdo igual. En algunos he estado mucho tiempo; en otros menos, pero los tengo a todos en el mismo nivel», afirma. Su sólida fe le ayudó a afrontar todas las vicisitudes: «Dios ha hecho que adivinara para qué estaba allí, y yo me he dedicado siempre sin dudar».
A día de hoy, afirma no recordar ningún acontecimiento de forma especial, porque «cada día es distinto y cada día tiene sorpresas», pero en su dilatada vida ha pasado por todo tipo de experiencias. «Me ha tocado vivir un tiempo muy difícil; la guerra por ejemplo. Después, en pueblos un poco difíciles, pero doy gracias al Señor», señala. En todo este tiempo ha visto pasar a papas muy diferentes y considera que todos ellos han sido los adecuados para su época. «Cada papa es una bendición de Dios para ese momento; es el papa del momento», considera. Su espíritu conciliador se aprecia también cuando se le pregunta sobre los bienes aragoneses en Lérida: «Sería mejor que el tema se resolviese amablemente, amigablemente; pero hay que resolverlo».
Los que le conocen aseguran que sus propósitos de amor y bien no se han quedado en palabras. Desde su retiro, sigue recomendando a los cristianos «vivir el Padrenuestro. Ver a Dios en todo y adorarle. Dios quiere que nos queramos, así que hay que amar al prójimo por encima de todo». En este sentido, considera que hay bastante que mejorar. «Hay que corregirse mucho, Ahí no hacemos caso a nuestro Señor. Los no cristianos nos tienen que distinguir en que nos amamos, y no sé si lo cumplimos».
Ayer, como cada día, Nicolás López, vicario general de la Diócesis de Huesca, celebró junto a él la misa en la capilla y le transmitió la felicitación del obispo, Julián Ruiz, de toda la comunidad de las Hermanitas de los Hermanos Desamparados, residentes, personal y voluntarios. La capilla se quedó pequeña para acoger a todos los que se acercaron a expresarle su cariño y tras la misa le sorprendieron con una tarta de cumpleaños. El vicario valoró «su sencillez y entrega generosa a Dios», e hizo suyas sus palabras: «No te canses de hacer el bien y piensa que todo lo que haces lo haces por Él. Se paciente, se tú mismo y confía en el Señor».
Cumplir años es siempre buen momento para hacer balance de la vida. Por un momento, Iguacen se permite bromear ante el deseo de que cumpla muchos más y pronostica que sumará «otros tantos». Que sean muchos o pocos no parece importarle, sean los que sean los vivirá con la misma firmeza en sus convicciones. Su fórmula es tan sencilla como elevada: «Vivir normalmente, sin ninguna cosa excepcional. Servir a Dios donde sea y como sea, pero todo para la gloria de Dios. Ese ha sido mi lema».
Don Damián soplando las velas de su 102 cumpleaños.
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