El rumano Gregorian Bivolaru, líder de la secta llamada, entre otros nombres, Movimiento para la Integración en el Espiritual Absoluto (MISA), o cualquier denominación que tenga que ver con el “yoga esotérico”, ha sido arrestado por la policía en Francia ayer, 26 de febrero. Según informa The Romania Journal, tomando informaciones de los medios rumanos, utilizaba una identidad falsa.
Fue detenido en la mañana del 26 de febrero mientras asistía a la Feria de Rarezas de Champerret, en un distrito del norte de París. Según fuentes citadas por France Info, está detenido en espera de la extradición a Rumanía. Como publicábamos recientemente, Bivolaru fue incluido en la nueva página web de la Oficina Europea de Policía (Europol) con la información de los fugitivos más buscados por las autoridades del continente.
Su detención se produce tres años después de que el Tribunal de Sibiu (Rumanía) emitiera una orden de arresto. El Tribunal Supremo de su país de origen condenó a Bivolaru en 2013 a 6 años de prisión por abusos sexuales a una menor de edad. Según parece, llevaba en Francia bastante tiempo, después de haber obtenido asilo político en Suecia. Una fuga que comenzó en 2005, cuando huyó de Rumanía al haber sido juzgado y condenado por tráfico de personas y crimen organizado.
En 2006 el líder sectario –que ahora tiene 63 años– cambió su nombre por el de “Magnus Aurolsson”, y con esta identidad falsa ha estado enseñando su “yoga esotérico” en varios países desde el año 2010. En su haber no sólo están los abusos sexuales a menores, sino también la producción de películas pornográficas en las que participan sus adeptos.Cabe destacar que en el ámbito iberoamericano Bivolaru se puso de actualidad el año pasado, cuando se supo que un maestro de yoga que dice ser discípulo suyo, su compatriota Octav Fercheluc, enseñaba esta disciplina en la Universidad de la República de Uruguay (UdelaR) en Montevideo.
Curiosamente, Fercheluc se ha defendido públicamente en alguna ocasión –defendiendo también a su “maestro”– afirmando que la persecución judicial y policial a Gregorian Bivolaru no era más que una conspiración del Partido Comunista de Rumanía.
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