(CNAd/InfoCatólica) Las alarmas saltaron cuando se supo el contenido de una carta de Benedicto XVI con motivo de la muerte de un gran amigo suyo, el sacerdote cisterciense Gerhard Winkler.
«La noticia del fallecimiento del Prof. Dr. Gerhard Winkler O. Cist., que me habéis transmitido, me ha afectado profundamente», escribió Benedicto XVI. Y añadió:
«Entre todos los colegas y amigos, era el más cercano a mí. Su alegría y su profunda fe siempre me atrajeron. Ahora ha llegado al otro mundo, donde estoy seguro de que ya le esperan muchos amigos. Espero poder unirme a ellos pronto».
Este párrafo, sencillamente piadoso, ha provocado interpretaciones entre los periodistas alemanes, y de paso de todo el mundo, sobre si Benedicto XVI tenía -literalmente- «ganas de morir». Dicha interpretación ha sido desmentida por el arzobispo Georg Gänswein, hombre de confianza del papa emérito.
El prelado dijo que la carta estaba «pensada con amabilidad» y salía del corazón, pero no significa que Benedicto XVI «ya no tenga ganas de vivir. Al contrario», dijo Gänswein.
Obviamente, indicó Mons. Gänswein, el papa emérito se prepara conscientemente para la muerte, como debe hacer todo cristiano:
«El arte de morir bien, es decir, el ars moriendi, forma parte de la vida cristiana. El Papa Benedicto lo ha hecho durante muchos años. Sin embargo, está absolutamente lleno de vida. Estable en su debilidad física, con la cabeza muy clara y dotado de su típico humor bávaro».
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