(Iglesia en Asturias/InfoCatólica) La elección de dicho rito tenía como objeto «acercarnos lo más posible a aquel momento de la consagración», tal y como recordó el Deán de la Catedral, Benito Gallego, quien presidió la celebración.
Concelebrando, además, se encontraban el Cabildo de la Catedral, y los vicarios de la diócesis, con el acompañamiento del coro del Seminario Metropolitano. Entre los asistentes, numerosos para ser un día lectivo a media mañana, se encontraba el Alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli.
Presidiendo el Altar Mayor podía verse la Cruz de los Ángeles (año 808), un detalle que a nadie pasó desapercibido, ya que habitualmente sólo se puede venerar este antiguo relicario en la Cámara Santa de la Catedral.
«El amor a la Catedral no debe ser principalmente por su valor arquitectónico y artístico, o por su historia, tan unida a la historia de nuestra ciudad», expresó el Deán en su homilía. «Todo esto nos lleva a un reconocimiento agradecido, es verdad; pero el amor y la veneración que hemos de tener por la Catedral debe ser, sobre todo, teológico: como todo templo cristiano, es la Casa de Dios; lugar de oración, que exige un respeto especial. Aquí está el sagrario, donde Jesucristo permanece verdaderamente presente para recibir nuestras confidencias (Él es el auténtico tesoro de la Catedral) –dijo–; aquí está el altar, donde Cristo renueva cada día el sacrificio eucarístico y aquí se imparte el sacramento del perdón y de la misericordia, como en todo templo cristiano… Pero en la Catedral, «madre y cabeza de todas las iglesias de Asturias», está la cátedra del Obispo, signo de unidad del pueblo de Dios en la diócesis. Una alegría para todos los asturianos: no olvidemos que la Sancta Ovetensis es la Catedral de Oviedo, pero también de Gijón y de Avilés, y de toda Asturias… Alegría, por tanto, para toda Asturias», afirmó Benito Gallego que no quiso dejar de mencionar a las «sucesivas generaciones de obispos y canónigos, que han dado vida a nuestra Catedral con el culto y el cuidado vigilante y esmerado, que ha hecho posible que llegara hasta nosotros y, en este caso, después de haber superado peripecias bélicas, revolucionarias, meteorológicas y el simple paso del tiempo, que va dejando sus secuelas… No obstante, la Catedral de Oviedo goza de una razonable «buena salud».
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