Mons. Butkevich: «Las distinciones entre confesiones se desvanecen cuando se trata de salvar a las personas»

(ACN/InfoCatólica) La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) ha mantenido una conversación con el presidente de la Conferencia Episcopal de Bielorrusia, Mons. Aleh Butkevich, sobre cómo —a pesar de todo— la Iglesia sigue estando al servicio de la población y por qué la situación actual ofrece incluso una oportunidad de acercamiento ecuménico. El obispo está al frente de la diócesis de Vitebsk, al norte de Bielorrusia, desde 2014.

Bielorrusia atraviesa una grave crisis. ¿Cómo intenta la Iglesia estar al lado de las personas en este momento?

La Iglesia debe reaccionar a los procesos que se están produciendo en la sociedad y no puede permanecer indiferente. Al fin y al cabo, las personas afectadas son las mismas porque en su mayoría pertenecen a la Iglesia también. Por ello, la Iglesia intenta llegar a sus corazones, llamándoles a la paz y a la reconciliaciónasí como al diálogo para resolver los problemas. También ofrecemos todo tipo de ayuda: espiritual, psicológica y, a veces, material a las personas que se encuentran en una situación especialmente difícil.

¿Hay también obstáculos para el trabajo de la Iglesia?

En principio, la situación de crisis no ha obstaculizado o limitado seriamente el ministerio de la Iglesia, con excepción de las restricciones en la retransmisión de celebraciones litúrgicas y, en algunos casos, un mayor control oficial de las actividades de algunos sacerdotes y parroquias.

¿Cómo se sienten los fieles ante la actual situación?

La situación reinante ha creado una motivación adicional para intensificar la oración y, a menudo, para reconsiderar los propios puntos de vista sobre la relación con Dios y los demás. En general, estas situaciones suelen conducir a una profundización de la fe.

¿Cuál ha sido el impacto de la pandemia de la COVID-19 en Bielorrusia y qué ha hecho la Iglesia para paliar las consecuencias?

Como en todo el mundo, la pandemia de la COVID-19 ha tenido un impacto negativo en la vida pública y la situación económica de Bielorrusia. La Iglesia fue una de las primeras instituciones en reaccionar ante la aparición de la pandemia. Adoptamos medidas de seguridad como la desinfección en las iglesias, el uso obligatorio de mascarillas en las misas y el cumplimiento meticuloso de la distancia social. Posteriormente, se organizaron proyectos para ayudar a las organizaciones médicas a adquirir los equipos de protección y prevención necesarios. También, hemos aumentado el número de retransmisiones online de las celebraciones litúrgicas. Aquí, ACN acudió inmediatamente en nuestra ayuda.

La mayoría de los habitantes de Bielorrusia pertenecen a la Iglesia ortodoxa. ¿Cómo describiría la relación con ella? ¿Existe un ecumenismo consolidado, también en relación con las cuestiones sociales?

Las relaciones con la Iglesia ortodoxa son pacíficas, pero también con representantes de otras confesiones y religiones. En la mayoría de los casos, especialmente en el plano de las relaciones personales como en las familias de confesiones mixtas, las calificaría de amistosas. Las distinciones entre confesiones y religiones prácticamente se desvanecen cuando se trata de salvar a las personas. Por tanto, desde este punto de vista, la pandemia puede considerarse hasta cierto punto como un factor que une en lugar de dividir a la gente.

Muchos sacerdotes católicos de Bielorrusia proceden del extranjero, por ejemplo de Polonia. ¿Les plantea esto problemas, por ejemplo, a la hora de obtener visados? ¿Existen barreras lingüísticas en las parroquias?

La mayoría de nuestros sacerdotes proceden ya de Bielorrusia; pero aún estamos lejos de poder prescindir de la ayuda de los sacerdotes del extranjero. Estamos especialmente agradecidos a los sacerdotes polacos por sus muchos años de trabajo desinteresado en nuestro país. Su ministerio se ve dificultado por el hecho de que tienen que solicitar periódicamente –una vez al año o incluso cada seis meses– un permiso para ejercer su labor pastoral. Siempre existe la posibilidad de que les sea denegado sin que se aduzca ninguna razón. En cuanto a la cuestión del lenguaje, no hay ningún problema. No hay barreras lingüísticas con el clero extranjero.

¿Cómo podría expresar la Iglesia católica universal su solidaridad con el pueblo de Bielorrusia?

La Iglesia universal ya apoya a Bielorrusia, principalmente con la oración de muchas órdenes religiosas, congregaciones, parroquias y personas individuales. Sobre todo, agradecemos la oración y el recuerdo del papa Francisco, quien se muestra preocupado por lo que ocurre en nuestro país. Esta unidad espiritual es un apoyo esencial para nosotros en la situación actual. La representación de la Santa Sede en Bielorrusia está tratando, por medios diplomáticos, de ayudar a la población en este difícil contexto, para lograr una solución pacífica de la crisis en nuestro país y para influir positivamente dentro de la comunidad mundial.

¿Qué le gustaría decir a los benefactores de ACN?

A todos los benefactores de ACN, en primer lugar, les debemos un gran agradecimiento por su apoyo a lo largo de muchos años, tanto en la restauración de edificios eclesiásticos como en la ayuda a las parroquias y congregaciones religiosas para que puedan desarrollar su labor. Sin esta ayuda en el ámbito pastoral y social, no estaríamos donde estamos hoy. Por nuestra parte, les aseguramos que rezaremos constantemente y pedimos que Dios les pague su bondad y la apertura de sus corazones.

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