Se revelan datos desconocidos sobre la participación de Wyszyński en el Levantamiento de Varsovia

(Family News Service) Cuando estalló el Levantamiento de Varsovia, el entonces padre Stefan Wyszyński trabajaba como capellán de la institución para ciegos de Laski, cerca de Varsovia. Al mismo tiempo, era capellán de las unidades insurgentes locales bajo el seudónimo de Radwan III; y, entre otras cosas, cofundó un hospital para los insurgentes en Laski. Se dice que también se le confió el cuidado de un termómetro, que en una ocasión perdió. Sólo la intervención de San Antonio ayudó: el termómetro se encontró de nuevo entre las flores favoritas de Don Stefan, las capuchinas.

Así recordaba el Primado los tiempos de su trabajo en el hospital: «El hospital se llenaba muy rápidamente. Pronto se quedó pequeño. Tuvimos que colocar a los soldados heridos donde podíamos. Llegamos a ocupar toda la casa de retiros y la casa de al lado». Las confesiones de los que esperaban ser operados aquí, se solían escuchar en esta capilla. Los llevaban en camillas o en mantas. Aquí esperaban, para ser llevados a la mesa de operaciones. Las sábanas y mantas sobre las que yacían estaban empapadas de sangre». (Stefan Wyszyński, Droga życia, Varsovia 2001).

El ministerio espiritual era el campo de actividad más importante del futuro Primado de Polonia, pero también participaba en muchos otros aspectos del trabajo del hospital: lavaba vendas y uniformes, llevaba a los enfermos, apoyaba a los operados. Durante la primera operación en la que participó, perdió el conocimiento. Llevó a sus espaldas durante 4 kilómetros a una mujer herida, oficial de enlace del Alzamiento, y en años posteriores celebró su matrimonio y bautizó a sus hijos.

«Recuerdo lo cansado que estaba, harto de este flujo constante de sangre, de amputaciones, de las cestas de brazos y piernas, de este calvario de soldados que eran heroicos en el frente y como niños en la mesa de operaciones. Lo miraba todo, y era una experiencia terrible para mí. Me parecía que esta imagen no era para mí, pero hoy percibo lo mucho que me aportó.« (Stefan Wyszyński, Varsovia, 31 de enero de 1965).

Una cosa eran las penurias y el contacto constante con los heridos, pero también había la constante tensión nerviosa provocada por el peligro de muerte. Una vez, Don Stefan se encontró con unos alemanes y le pidieron la dirección del P. Wyszyński. Les dijo la verdad, y luego logró escapar cuando fueron al lugar indicado.

El P. Wyszyński también recordó su encuentro con un chico de 16 años. «Este chico de dieciséis años servía, junto con su hermano mayor, en el ejército insurgente en la formación de caballería de Vilnius. Herido inmediatamente, en los primeros días, fue trasladado al hospital, puesto en una pequeña habitación de la institución de las hermanas franciscanas en Laski. Allí les encontré, escuché su confesión y lo preparé para la muerte. Estaba acribillado a balazos, porque después de caer herido, se quedó en la lluvia y el frío bajo las balas durante tres días. Nadie pudo llegar hasta él para sacarlo de allí. Así que, cuando por fin le trasladaron al hospital de guerra, estaba casi sin fuerzas y fue difícil salvarle. [...] Lo enterré en el cementerio cerca de Izabelin, en una colina, en la arena, sin ataúd, porque no había más ataúdes.» (Stefan Wyszyński, Stryszawa, 1 de agosto de 1963).

Uno de los acontecimientos que probablemente más se le quedó grabado en la memoria al padre Wyszyński fue el hallazgo de cierta carta que el viento había arrastrado desde Varsovia tras su destrucción. «Ya cerca del final del Alzamiento, caminando por el bosque, vi un montón de cartas quemados traídos por el viento. El centro de una de ellas no se había quemado, y en ella estaban las palabras: ‘Amarás...’ Nada de mayor valor podría venir de la Capital que perecía. Este es el más sagrado llamamiento de la Varsovia combatiente a nosotros y al mundo entero. Un llamamiento y un testamento... ‘Amarás...’» (Stefan Wyszyński, Droga życia, Varsovia 2001)», recordó el futuro beato.

Tras el colapso del Alzamiento, unos oficiales alemanes, que eran médicos allí, se acercaron al padre Wyszyński, que trabajaba en un hospital cerca de Izabelin. Estaban muy emocionados y le mostraron al futuro Primado una foto de la estatua de Cristo de la fachada de la iglesia de la Santa Cruz, tirada en el pavimento de la calle. Los alemanes se sorprendieron de que Cristo pareciera señalar con el dedo la iglesia y la inscripción del pedestal: «Sursum corda» (Levantad el corazón). Uno de ellos dijo: «Ist noch Polen nicht verloren» (Polonia aún no está perdida).

En 1976, el Primado desveló una placa en Laski que conmemora aquellos tiempos obscuros. Destacó entonces que la Divina Providencia les permitió perseverar y sentir la paz interior a pesar de todas las adversidades.

«Al caminar hoy por las calles de la capital, recordemos que ésta es la ciudad donde murieron más de 300.000 habitantes de Varsovia. El pavimento de esta ciudad se cubrió con la sangre de sus mejores jóvenes. Así es como uno ama. No hay amor sin sacrificio. A través de ese amor, uno se gana el derecho a la Patria. Por eso los jóvenes estaban dispuestos a todo. Fueron capaces de luchar por la libertad y, al mismo tiempo, de protegerse del odio.» (Stefan Wyszyński, Droga życia, Varsovia, 2001) - Este fue el mensaje del Primado para sus contemporáneos en el contexto de los acontecimientos de 1944.

El Alzamiento de Varsovia fue una respuesta armada del pueblo de Varsovia contra los alemanes. Estalló el 1 de agosto de 1944, a la llamada «hora W» (5 de la tarde). Terminó el 2 de octubre de 1944.

El próximo 12 de septiembre, el Primado Wyszyński y la Madre Elżbieta Róża Czacka serán proclamados beatos. La ceremonia tendrá lugar en la Iglesia de la Divina Providencia de Varsovia.

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