El régimen tiránico en China fuerza a los disidentes a confesar supuestos crímenes en televisión

(AIN) Las «confesiones» transmitidas por la televisión nacional «no equivalen a una confesión legítima ante la autoridad ni brindan pruebas reales de culpabilidad o inocencia. No ayudan a los derechos de los sospechosos y tampoco al sistema judicial». Así lo ha asegurado Zhu Zhengfu, vice presidente de la Asociación de abogados de China y delegado en la Conferencia consultiva política del pueblo chino, a pocos días de la asamblea anual del «Parlamento» chino.

Zhu forma parte de la comisión de jurisprudencia de la Comisión, que deberá proponer a la Asamblea nacional del Pueblo las enmiendas o textos de la ley a tomar en consideración. Por su parte, el letrado tiene la intención de señalar negativamente las apariciones televisivas de personajes vinculados a casos judiciales: «Incluso quienes son sospechosos de haber cometido crímenes tremendos tienen derecho a la dignidad, y nadie confesaría en TV si no se le ha prometido antes, a cambio, una sentencia más suave».

Esta práctica, agrega, «llevará los procesos judiciales fuera de los tribunales, transfiriéndolos a los medios, dando la impresión al público de que cualquiera que hable es, por ese sólo hecho, culpable. Será luego muy difícil para cualquier tribunal declarar a la persona en cuestión inocente, frente a estas olas de la opinión pública».

Confesar en televisión se ha vuelto una práctica rutinaria del gobierno en relación a los disidentes. En enero de 2016, el activista sueco Peter Dahlin confesó «haber incitado a la oposición al gobierno» antes de ser deportado. A comienzos de febrero, el abogado Zhang Kai – que defiende las cruces de Zhejiang de ser demolidas- declaró, también en televisión, que había querido «obtener fama y dinero» a través de la explotación de dicha cuestión.

En los últimos días, y nuevamente en las pantallas, apareció Lee Bo: el editor, desaparecido de Hong Kong junto a algunos socios, declaró que fue llevado por el mal camino por un socio deshonesto, y que se dirigió a China voluntariamente a fin de ayudar a las autoridades en una investigación en curso. Por último, anunció que quería renunciar a la ciudadanía británica y pidió ser «dejado en paz».

El jefe de la policía de Hong Kong, comisario Stephen Lo Wai-chung, declaró que, según su punto de vista, Lee «esconde algo», pero agregó que la policía del Territorio debe aceptar la historia que él ha relatado. El funcionario se reunió con Lee en territorio chino, y éste declaró «no querer nuestra asistencia».

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