Soy uno de los muchos españoles preocupados por la situación política y social que vive mi país. De hecho, cuando administro el sacramento de la Penitencia, suelo poner como una de las intenciones de la oración penitencial: «Por España, por su recristianización y unidad», a lo que muchos me responden. «¡falta nos hace!».
Estos días, exactamente el 28 de Julio, nuestra Conferencia Episcopal ha publicado un documento que podéis buscar en Internet bajo el epígrafe «Fieles al envío misionero», que quiere ser de aproximación al contexto actual y marco eclesial con orientaciones pastorales y líneas de acción para el período 2021-2025. En este documento sobre la situación política y social de España dice lo siguiente:
«Estamos en un momento difícil, no solo por la COVID-19, sino por una situación sociopolítica convulsa. Asistimos a una profunda crisis institucional, en la que algunos grupos políticos quisieran abrir una segunda fase constituyente. No se trata de sacralizar el régimen del 78, pero sí de afirmar que este marco político constitucional ha devuelto a España una estabilidad grande, no lograda durante siglos. La puesta en cuestión de la Constitución, la monarquía, el poder judicial, junto a las fuertes tensiones independentistas en medio de una inédita crisis económica, llenan de preocupación e incertidumbre a la sociedad española.
Los enfrentamientos crecen y pareciera que asistimos a un resurgir artificial de «las dos Españas» de tan dramático recuerdo. Abonan esta situación las iniciativas legislativas del Gobierno de coalición sobre la educación, la eutanasia, el aborto, la memoria democrática, el Consejo General del Poder Judicial, que van en la línea del proyecto de deconstrucción antes citado a escala global. El desarrollo de estas iniciativas pone en riesgo la libertad y dificulta la imprescindible unidad, tan necesaria en plena crisis sanitaria y en los albores de una crisis económica de consecuencias sociales impredecibles» (Conferencia Episcopal Española, «Fieles al envío misionero», 28-VII-2021).
Creo que nadie podrá decir ante estas frases que los obispos no han intentado agarrar el toro por los cuernos, como de hecho lo han hecho en otras ocasiones. Nuestros Obispos han hablado de muchos temas y han publicado documentos muy acertados, pero que no llegan al gran público porque nuestros medios de comunicación son muy débiles y también porque los sacerdotes no nos preocupamos mucho en darlos a conocer. Si preguntamos a nuestros fieles que qué ha dicho la Iglesia sobre el terrorismo, es probable que muchos tan solo han oído hablar de Setién, y su muy desafortunada postura, mientras que todos los documentos de la Iglesia, algunos de enorme valor y categoría, como «Valoración Moral del Terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias», no han llegado al gran público. Lo mismo diría sobre el documento «La Verdad del amor humano», otro gran documento sobre el amor conyugal y la ideología de género.
Me temo que algo parecido le puede pasar a este documento «Fieles al envío misionero», pero como eso depende de cada uno de nosotros, haré lo posible para que no caiga en el olvido. Desgraciadamente, en nuestro país, tenemos un Gobierno en el que ninguno de sus miembros se declara creyente, y como Dios no existe, cada uno de nosotros es su Ser Supremo, pero como los demás pueden pensar y de hacho piensan distinto a mí, alguien tiene que resolver los enfrentamientos, pero como soy demócrata ese alguien es el Parlamento, pero como todos conocemos lo que es la disciplina de Partido, es el Jefe el que decide por donde hay que ir, y así pueden salir adelante disparates como el aborto, la eutanasia, la ideología de género, la ley de memoria democrática o la ley de Seguridad del Estado, con sus plenos poderes al Jefe del Gobierno. Como dicen nuestros Obispos «El desarrollo de estas iniciativas pone en riesgo la libertad y dificulta la imprescindible unidad».
¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros? Para mí está muy claro: Rezar y crear opinión pública, para que el Gobierno no lo tenga fácil en su intento de recortar nuestras libertades, y para que la terrible frase de Largo Caballero, elogiado el reciente 19 de Mayo por Pedro Sánchez, dicha en un mitin en Linares el 20 de Enero de 1936 y reiterada en otras ocasiones, no sea verdad: «Democracia y Socialismo son incompatibles».
Pedro Trevijano, sacerdote
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