(Laura Danielle/Abc) Pese a ser el grupo más numeroso, no estuvieron solos. Muchas familias con niños pequeños también secundaron la concentración convocada por más de cuarenta organizaciones que se dedican a la defensa de la vida.
Con carteles y banderas con el lema «Cada vida importa», los provida defendieron su derecho a la «libertad de expresión y manifestación» frente a la reforma del Código Penal que prepara el Gobierno para imponer penas de prisión a los voluntarios que ofrezcan información a las mujeres frente a los centros abortistas.
«Hemos sufrido en los últimos meses un abuso por parte del Gobierno en la implementación de leyes promuerte y pretenden conseguir más. Si lo logran será por nuestro silencio. Es fundamental alzar la voz en defensa de los más débiles», explicó Nayeli Rodríguez, responsable en España de ‘40 días por la vida’. Con una pancarta gigante con la frase «Rezar no es acosar», esta joven defendió la labor que realiza esta organización –surgida en Estados Unidos– frente a los centros abortistas y se lamentó de ser uno de los blancos de la reforma del Código Penal en el que trabaja el Gobierno.
«La interrupción voluntaria del embarazo es una trampa. En realidad se trata de una intervención violenta del embarazo porque para ejercer la voluntad necesitas tener alternativas y a mí no me dieron ninguna», afirmó Leire
Entre los motivos de los provida para volver este domingo a la calle casi veinte meses después del inicio de la pandemia estaba también la repulsa hacia la ley de la eutanasia, los continuos ataques a la objeción de conciencia de los médicos y la falta de ayudas a la mujer embarazada en situación de vulnerabilidad.
«España necesita leyes respetuosas con la dignidad de humana, que permitan evolucionar hacia la humanidad y no hacia la cultura del descarte, que promueven leyes como las del aborto o la eutanasia sin avanzar en los cuidados paliativos ni en el apoyo a las madres embarazadas», aseguró Javier Rodríguez, director del Foro Español de la Familia, una de las organizaciones que forman parte de la Plataforma Cada Vida Importa, convocante de esta concentración apolítica y aconfesional, que congregó a 800 personas, según la Delegación de Gobierno en Madrid y unas 4.000, según los organizadores.
«Matar siempre será matar y no hay ninguna ley, ningún sentimiento y ninguna ideología que pueda justificarlo», aseveró la vicepresidenta del Icomem, Luisa María González
Buena parte de la movilización que se vio este domingo en la madrileña calle Serrano fue gracias a Más Vida, la asociación provida que aglutina a más jóvenes de España. «Las redes sociales han demostrado que son el sexto continente», aseguró Joan Folch, su director e influencer. En pocos días, Más Vida, consiguió movilizar a través de sus redes sociales a más de 800 voluntarios para la organización de esta concentración. «El movimiento provida está más vivo que nunca entre los jóvenes. Estamos aquí porque estamos convencidos de que cada vida importa y que debemos ser la voz de quienes no tienen voz: los no nacidos y las personas enfermas», afirmó.
Una de las principales reivindicaciones que se hicieron oír este domingo con fuerza fue de la otorgar más ayudas públicas a las mujeres vulnerables que se enfrentan a una embarazo inesperado. Algunas de ellas lo denunciaron con su propio testimonio. «La interrupción voluntaria del embarazo es una trampa. En realidad se trata de una intervención violenta del embarazo porque para ejercer la voluntad necesitas tener alternativas y a mí no me dieron ninguna», aseguró Leire.
Esta joven que ahora es madre de dos hijos no fue la única en relatar el periplo vivido por la falta de apoyo para seguir adelante con la gestación. Carolina estuvo a punto de abortar a su hijo en una clínica abortista pero un joven voluntario de la asociación Más Futuro le ofreció información y ayuda. «Estaba en pánico, todos me decían que abortara, pero cuando me encontré con estos voluntarios me sentí liberada y ahora ver la cara de mi hijo me ha devuelto la alegría de vivir».
«Ya no les parece suficiente con legislar en contra de la vida. Ahora quieren imponer una dictadura al pretender limitar el derecho a la objeción de conciencia», aseguran Amparo y Santiago, padres de familia
Una nutrida representación de profesionales sanitarios también hicieron sentir su voz en defensa de la vida. Desde el escenario, la vicepresidenta del Colegio Oficial de Médicos de Madrid (Icomem), Luisa María González, expresó su desacuerdo por lo que denominó «la ley mordaza de la eutanasia», al recordar que durante su tramitación el Gobierno «robó el debate a los médicos y a la sociedad». «La ley de eutanasia es un fracaso social y un fraude público. Es hija del materialismo más inhumano, que presume de ahorrar dinero y sufrimiento quitando de medio al que no produce, molesta y es una carga en lugar de invertir en las personas», denunció.
Arropada por Manuel Martínez-Sellés, presidente del Icomem, jefe de Sección de Cardiología del Hospital Gregorio Marañón y autor de ‘Eutanasia, un análisis a la luz de la ciencia y la antropología’, González subrayó «que la muerte no es un acto médico, ni una prestación sanitaria». «La muerte no es el tratamiento del sufrimiento. Matar es matar y siempre será matar y no hay ninguna ley, ningún sentimiento y ninguna ideología que pueda justificarlo. Que no cuenten conmigo y no cuenten con los médicos. Pedimos que se pongan en marcha los planes y las leyes necesarias para garantizar los cuidados para todos porque los médicos nos vamos a resistir al abandono terapéutico de nuestros enfermos», añadió.
«Van a agotar la tinta»
A su lado, Sonsoles Alonso, miembro de las unidades de Cirugía Ginecológica y Consejo Genético del Cáncer Hereditario en el hospital MD Anderson, lamentó los intentos del Gobierno por limitar el derecho a la objeción de conciencia de los profesionales sanitarios.
«Hoy estamos aquí porque creemos firmemente en el derecho y en el deber de practicar nuestra profesión con libertad para ser fieles a nuestras creencias que no son más que dar la vida por nuestros pacientes. Que sigan adelante con la lista de objetores porque van a agotar la tinta». Interrumpida varias veces por los aplausos y gritos de «Viva la vida», esta médica aseguró que después de dedicar «miles de horas a estudiar e investigar, de pasar largas esperas en las guardias y de coger la mano a muchas mujeres con embarazos complicados, los médicos no vamos a dedicar un solo instante a practicar la muerte».
«Si hay libertad de expresión para estar a favor del aborto también para defender la vida», afirmó David, un joven voluntario
Debajo del escenario, las familias y los jóvenes agradecían la valentía de estos profesionales sanitarios. Llegados de Valencia con sus tres hijos, Amparo y Santiago, explicaron que no dudaron ni un minuto en viajar a Madrid para protestar ante la batería de leyes que atentan contra el derecho a la vida en España. «Ya no les parece suficiente con la eutanasia. Ahora quieren imponer una dictadura al pretender limitar el derecho a la objeción de conciencia de los profesionales sanitarios», aseguró Amparo, que es médico aunque trabaja de profesora.
Durante el acto, se celebró además un minuto de silencio por «las víctimas de la eutanasia y los cerca de 90.000 niños que cada año no llegan a nacer como consecuencia del aborto». Al emotivo gesto se sumó la memoria del médico Justo Aznar, uno de los impulsores del movimiento provida en España y fallecido la víspera de esta concentración.
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