(Aica/InfoCatólica) En su mensaje el pontífice indicó la necesidad de responder a las múltiples preguntas que plantea la pandemia, en primer lugar las «fundamentales de la existencia: la pregunta sobre Dios y el ser humano »:
En efecto, en esta coyuntura histórica, no sólo necesitamos nuevos programas económicos o nuevas recetas contra el virus, sino sobre todo una nueva perspectiva humanista, basada en la Revelación bíblica, enriquecida por la herencia de la tradición clásica, así como por las reflexiones sobre la persona humana presentes en las diferentes culturas
El pontífice citó al papa San Pablo VI, quien a finales de 1965 y del Concilio Vaticano II, «invitaba a esa humanidad cerrada a la trascendencia a reconocer nuestro nuevo humanismo, porque – decía – «también nosotros, nosotros más que nadie, damos culto al hombre (*)». Desde entonces han transcurrido casi sesenta años que Francisco recuerda afirmando en su mensaje:
«En nuestra época, marcada por el fin de las ideologías, parece olvidado, parece sepultado frente a los nuevos cambios provocados por la revolución informática y el increíble desarrollo de las ciencias, que nos obligan a replantearnos todavía que es el ser humano. La cuestión del humanismo parte de esta pregunta: ¿qué es el hombre, el ser humano?»
El Papa afirma que «en la actualidad, esto ha desaparecido debido a la fluidez de la visión cultural contemporánea. Es la era de la liquidez o de lo gaseoso».
«Sin embargo, la constitución conciliar Gaudium et spes sigue siendo actual a este respecto». Y dice que «la Iglesia tiene todavía mucho que dar al mundo, y nos obliga a reconocer y valorar, con confianza y valentía, los logros intelectuales, espirituales y materiales que han surgido desde entonces en diversos campos del saber humano».
«Hoy está en marcha una revolución -sí, una revolución- que toca los nudos esenciales de la existencia humana y exige un esfuerzo creativo de pensamiento y acción. De ambos. Están cambiando estructuralmente las formas de entender la generación, el nacimiento y la muerte. Se cuestiona la especificidad del ser humano en el conjunto de la creación, su singularidad frente a otros animales e incluso su relación con las máquinas»
Sin ceder a la crítica y a la negación, Francisco indica además que es el momento de pensar: «Más bien se nos pide que repensemos la presencia del ser humano en el mundo a la luz de la tradición humanista: como servidor de la vida y no como dueño suyo, como constructor del bien común con los valores de la solidaridad y la compasión». Mientras junto a la pregunta sobre Dios, hoy surge otra que se refiere al ser humano y su identidad.
«La Sagrada Escritura –expresó Francisco- nos brinda las coordenadas esenciales para perfilar una antropología del ser humano en su relación con Dios, en la complejidad de las relaciones entre el hombre y la mujer, y en la conexión con el tiempo y el espacio en que vive».
Tal como dice el Santo Padre, «esta fusión entre la sabiduría antigua y la bíblica sigue siendo un paradigma fecundo». Sin embargo, «el humanismo bíblico y clásico hoy debe abrirse sabiamente para acoger, en una nueva síntesis creativa, también los aportes de la tradición humanista contemporánea y de otras culturas».
Todo esto, concluye el Papa, se convierte en «la mejor herramienta para abordar las inquietantes cuestiones sobre el futuro de la humanidad», ya que el mundo, hoy más que nunca, «necesita redescubrir el significado y el valor de lo humano en relación con los desafíos que hay que afrontar».
(*) nam nos etiam, immo nos prae ceteris, hominis sumus cultores
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