(Fides) «El 46,4% de la población de Burkina Faso es menor de 15 años de edad, el 59,1% tiene menos de 20 años», recordaban los obispos. «Esta juventud (..) es infeliz y se siente perdida debido a la ausencia de modelos sociales. La imagen de aquellos que detienen el poder es negativa, debido a que se ve empañada por la corrupción y el amiguismo. De ahí la tentación de algunos jóvenes llenos de resentimiento de usar la violencia, o de participar en negocios poco transparentes, o incluso en auténticas relaciones mafiosas con el fin de obtener dinero rápidamente».
El mensaje señalaba un aumento sustancial de la tasa de alfabetización, duplicada desde 1985 (16.17% de la población) al 2012 (32%). «También se observa un mejor acceso a las nuevas tecnologías de la información (teléfonos móviles, radios comunitarias, radio y televisión privadas, Internet). También se puede observar un despertar de la conciencia de las mujeres, cada vez más alfabetizadas», aunque la tasa de escolarización de las niñas de 15 a 24 años en 2012 era del 33% contra el 47% de los chicos.
Los obispos también denunciaban las fuertes disparidades sociales entre la pobreza masiva, lo que significa que el 43,9% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, y la riqueza en manos de un pequeño grupo, que se divide el poder político y financiero, a través de la corrupción y el uso de bienes del Estado para fines personales.
Situación confusa
Por otra parte, el ejército ha respaldado al 'número dos' de la guardia presidencial, el teniente coronel Isaac Zida, como líder del Gobierno de transición. Su decisión pone fin al vacío de poder creado por la dimisión del ya ex presidente de Burkina Faso, Blaise Compaoré, que sumió en la confusión al país después de que -en apenas un día- dos militares de alto rango se proclamaran presidente.
Las protestas masivas que llevaron al derrocamiento de Compaoré el viernes habían dejado paso a lo que ya se calificaba como un nuevo golpe de Estado, el séptimo desde que Burkina Faso lograra la independencia de Francia en 1960.
Pocos minutos después de que Compaoré presentara su renuncia, el general Traoré anunciaba que el ejército le había nombrado presidente. La decisión no gustó a los miles de manifestantes concentrados en distintos puntos de Uagadugú, la capital del país, que lo ven como un cercano aliado del presidente depuesto.
A las pocas horas, Zida añadía más confusión al suspender la Constitución, también en nombre del ejército, pero sin nombrar a Traoré en ningún momento. El miedo a una lucha de poder dentro de las fuerzas armadas comenzaba a hacerse real hasta que el Ejército ha dado un paso al frente.
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