noviembre 2016

(InfoCatólica) Texto completo del mensaje del Papa.

Empujados por el Espíritu para la Misión

Queridos hermanos y hermanas

En los años anteriores, hemos tenido la oportunidad de reflexionar sobre dos aspectos de la vocación cristiana: la invitación a «salir de sí mismo», para escuchar la voz del Señor, y la importancia de la comunidad eclesial como lugar privilegiado en el que la llamada de Dios nace, se alimenta y se manifiesta

Ahora, con ocasión de la 54 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, quisiera centrarme en la dimensión misionera de la llamada cristiana. Quien se deja atraer por la voz de Dios y se pone en camino para seguir a Jesús, descubre enseguida, dentro de él, un deseo incontenible de llevar la Buena Noticia a los hermanos, a través de la evangelización y el servicio movido por la caridad. Todos los cristianos han sido constituidos misioneros del Evangelio. El discípulo, en efecto, no recibe el don del amor de Dios como un consuelo privado, y no está llamado a anunciarse a sí mismo, ni a velar los intereses de un negocio; simplemente ha sido tocado y trasformado por la alegría de sentirse amado por Dios y no puede guardar esta experiencia solo para sí: «La alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípulos es una alegría misionera» (Exht. Ap. Evangelium gaudium, 21).

Por eso, el compromiso misionero no es algo que se añade a la vida cristiana, como si fuese un adorno, sino que, por el contrario, está en el corazón mismo de la fe: la relación con el Señor implica ser enviado al mundo como profeta de su palabra y testigo de su amor.

Aunque experimentemos en nosotros muchas fragilidades y tal vez podamos sentirnos desanimados, debemos alzar la cabeza a Dios, sin dejarnos aplastar por la sensación de incapacidad o ceder al pesimismo, que nos convierte en espectadores pasivos de una vida cansada y rutinaria. No hay lugar para el temor: es Dios mismo el que viene a purificar nuestros «labios impuros», haciéndonos idóneos para la misión: «Ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado. Entonces escuché la voz del Señor, que decía: «¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?». Contesté: Aquí estoy, mándame» (Is 6,7-8).

Todo discípulo misionero siente en su corazón esta voz divina que lo invita a «pasar» en medio de la gente, como Jesús, «curando y haciendo el bien» a todos (cf. Hch 10,38). En efecto, como ya he recordado en otras ocasiones, todo cristiano, en virtud de su Bautismo, es un «cristóforo», es decir, «portador de Cristo» para los hermanos (cf. Catequesis, 30 enero 2016). Esto vale especialmente para los que han sido llamados a una vida de especial consagración y también para los sacerdotes, que con generosidad han respondido «aquí estoy, mándame». Con renovado entusiasmo misionero, están llamados a salir de los recintos sacros del templo, para dejar que la ternura de Dios se desborde en favor de los hombres (cf. Homilía durante la Santa Misa Crismal, 24 marzo 2016). La Iglesia tiene necesidad de sacerdotes así: confiados y serenos por haber descubierto el verdadero tesoro, ansiosos de ir a darlo a conocer con alegría a todos (cf. Mt 13,44).

Ciertamente, son muchas las preguntas que se plantean cuando hablamos de la misión cristiana: ¿Qué significa ser misionero del Evangelio? ¿Quién nos da la fuerza y el valor para anunciar? ¿Cuál es la lógica evangélica que inspira la misión? A estos interrogantes podemos responder contemplando tres escenas evangélicas: el comienzo de la misión de Jesús en la sinagoga de Nazaret (cf. Lc 4,16-30), el camino que él hace, ya resucitado, junto a los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,13-35), y por último la parábola de la semilla (cf. Mc 4,26-27).

Jesús es ungido por el Espíritu y enviado. Ser discípulo misionero significa participar activamente en la misión de Cristo, que Jesús mismo ha descrito en la sinagoga de Nazaret: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4,18). Esta es también nuestra misión: ser ungidos por el Espíritu e ir hacia los hermanos para anunciar la Palabra, siendo para ellos un instrumento de salvación.

Jesús camina con nosotros. Ante los interrogantes que brotan del corazón del hombre y ante los retos que plantea la realidad, podemos sentir una sensación de extravío y percibir que nos faltan energías y esperanza. Existe el peligro de que veamos la misión cristiana como una mera utopía irrealizable o, en cualquier caso, como una realidad que supera nuestras fuerzas. Pero si contemplamos a Jesús Resucitado, que camina junto a los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,13-15), nuestra confianza puede reavivarse; en esta escena evangélica tenemos una auténtica y propia «liturgia del camino», que precede a la de la Palabra y a la del Pan partido y nos comunica que, en cada uno de nuestros pasos, Jesús está a nuestro lado. Los dos discípulos, golpeados por el escándalo de la Cruz, están volviendo a su casa recorriendo la vía de la derrota: llevan en el corazón una esperanza rota y un sueño que no se ha realizado. En ellos la alegría del Evangelio ha dejado espacio a la tristeza. ¿Qué hace Jesús? No los juzga, camina con ellos y, en vez de levantar un muro, abre una nueva brecha. Lentamente comienza a trasformar su desánimo, hace que arda su corazón y les abre sus ojos, anunciándoles la Palabra y partiendo el Pan. Del mismo modo, el cristiano no lleva adelante él solo la tarea de la misión, sino que experimenta, también en las fatigas y en las incomprensiones, «que Jesús camina con él, habla con él, respira con él, trabaja con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 266).

Jesús hace germinar la semilla. Por último, es importante aprender del Evangelio el estilo del anuncio. Muchas veces sucede que, también con la mejor intención, se acabe cediendo a un cierto afán de poder, al proselitismo o al fanatismo intolerante. Sin embargo, el Evangelio nos invita a rechazar la idolatría del éxito y del poder, la preocupación excesiva por las estructuras, y una cierta ansia que responde más a un espíritu de conquista que de servicio. La semilla del Reino, aunque pequeña, invisible y tal vez insignificante, crece silenciosamente gracias a la obra incesante de Dios: «El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo» (Mc 4,26-27). Esta es nuestra principal confianza: Dios supera nuestras expectativas y nos sorprende con su generosidad, haciendo germinar los frutos de nuestro trabajo más allá de lo que se puede esperar de la eficiencia humana.

La oración, esencial

Con esta confianza evangélica, nos abrimos a la acción silenciosa del Espíritu, que es el fundamento de la misión. Nunca podrá haber pastoral vocacional, ni misión cristiana, sin la oración asidua y contemplativa. En este sentido, es necesario alimentar la vida cristiana con la escucha de la Palabra de Dios y, sobre todo, cuidar la relación personal con el Señor en la adoración eucarística, «lugar» privilegiado del encuentro con Dios.

Animo con fuerza a vivir esta profunda amistad con el Señor, sobre todo para implorar de Dios nuevas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. El Pueblo de Dios necesita ser guiado por pastores que gasten su vida al servicio del Evangelio. Por eso, pido a las comunidades parroquiales, a las asociaciones y a los numerosos grupos de oración presentes en la Iglesia que, frente a la tentación del desánimo, sigan pidiendo al Señor que mande obreros a su mies y nos dé sacerdotes enamorados del Evangelio, que sepan hacerse prójimos de los hermanos y ser, así, signo vivo del amor misericordioso de Dios.

Queridos hermanos y hermanas, también hoy podemos volver a encontrar el ardor del anuncio y proponer, sobre todo a los jóvenes, el seguimiento de Cristo. Ante la sensación generalizada de una fe cansada o reducida a meros «deberes que cumplir», nuestros jóvenes tienen el deseo de descubrir el atractivo, siempre actual, de la figura de Jesús, de dejarse interrogar y provocar por sus palabras y por sus gestos y, finalmente, de soñar, gracias a él, con una vida plenamente humana, dichosa de gastarse amando.

María Santísima, Madre de nuestro Salvador, tuvo la audacia de abrazar este sueño de Dios, poniendo su juventud y su entusiasmo en sus manos. Que su intercesión nos obtenga su misma apertura de corazón, la disponibilidad para decir nuestro «aquí estoy» a la llamada del Señor y la alegría de ponernos en camino, como ella (cf. Lc 1,39), para anunciarlo al mundo entero.

Vaticano, 27 de noviembre de 2016

Primer Domingo de Adviento

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(The Catholic Herald/ InfoCatólica) El Cardenal Pell dio una charla sobre San Damián de Molokai como parte de una serie de conferencias organizadas en San Patricio para el Año de la Misericordia. Y aprovechó la ocasión para hablar sobre la situación del catolicismo hoy en día. Dijo que si bien el Papa Francisco tiene «un prestigio y una popularidad fuera de la Iglesia» mayor que cualquier otro Papa anterior, algunos católicos están actualmente incómodos.

Posteriormente, el cardenal australiano, a quien se le ha encargado llevar a cabo reformas financieras en el Vaticano por parte del Papa Francisco y es además miembro del grupo de asesores del «G9» del Papa, criticó algunas de las ideas sobre la conciencia que están difundiéndose en la Iglesia.

El prelado dijo que enfatizar la «primacía de la conciencia» podría tener efectos desastrosos, si la conciencia no se somete siempre a la Revelación y la ley moral. Por ejemplo, «cuando un sacerdote y un penitente están tratando de discernir el mejor camino a seguir en lo que se conoce como el foro interno», deben referirse a la ley moral. La conciencia «no es la última palabra en varios sentidos», dijo el cardenal y recordó que siempre es necesario seguir la enseñanza moral de la Iglesia.

El cardenal contó la historia de un hombre que estaba durmiendo y manteniendo relaciones sexuales con su novia, y le había preguntado a su sacerdote si podía recibir la Comunión. sería «engañoso», dijo el cardenal, decirle al hombre que simplemente siguiera su conciencia.

Añadió que aquellos que enfatizaban «la primacía de la conciencia» sólo parecían aplicarla a la moral sexual y las cuestiones relativas a la santidad de la vida. A las personas rara vez se les aconsejaba que siguieran su conciencia si les decía que fueran racistas o lentas en ayudar a los pobres y necesitados.

El cardenal Pell citó los escritos sobre la conciencia del Beato John Henry Newman, en los que el gran cardenal inglés, converso del anglicanismo al catolicismo, rechazó la «miserable falsificación» de la definción de conciencia como «el derecho a la voluntad propia». Señaló que Newman defendió a los papas Pío IX y Gregorio XVI, ques siempre «condenaron una conciencia que rechazara a Dios y rechazara la ley natural».

El purpurado también rindió homenaje a las «dos grandes encíclicas» de San Juan Pablo II, Veritatis Splendor y Evangelium Vitae, que presentan la ley moral como algo vinculante en todos los casos.

Al preguntársele si el malestar de algunos católicos por el estado de la Iglesia estaba relacionado con teorías falsas de conciencia, el cardenal Pell dijo: «Sí, eso es correcto».

Añadió que «la idea de que se pueda discernir de alguna manera que las verdades morales no deben ser seguidas o no deben ser reconocidas es absurda». «Todos estamos bajo la verdad», añadió, señalando que la verdad objetiva puede ser «diferente de nuestra comprensión de la verdad».

Preguntado por la polémica creada tras la publicación de las preguntas (dubias) que cuatro cardenales han hecho al papa Francisco sobre la exhortación apostólica Amoris Laetitia, el cardenal australiano respondió: «¿Cómo puede usted no estar de acuerdo con que se haga una pregunta?» y concluyó que es significativo el hecho de que se hayan hecho esas cinco preguntas.

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Habiendo visto algunas –no todas, ni mucho menos- de las rúbricas nuevas o modificadas de los ritos iniciales y de la liturgia de la Palabra, avanzamos con la liturgia eucarística. Revisémonos todos, y ajustémonos a las normas actuales de la Iglesia.

3) La liturgia eucarística

En los números 73-77 de la OGMR se describe detalladamente desde la procesión de ofrendas hasta la incensación y el lavabo de las manos del sacerdote. Si se leen estos números, sin duda se corregirán los excesos de la «presentación de ofrendas» que tantas veces se ve:

- no existe monición a cada ofrenda

- ni tampoco existen «ofrendas simbólicas» (este libro, este reloj, este balón…)

- sino todo el pan y vino necesarios para la Santa Misa

- y otras donaciones reales para los pobres o para la iglesia.

-El canto para las ofrendas no es obligatorio siempre; «al rito para el ofertorio siempre se le puede unir el canto» (OGMR 74); en muchas ocasiones será mejor que únicamente suene el órgano.

-El lavabo en la Misa sigue siendo obligatorio (no es opcional) y se señala que se hace «en el lado del altar» (OGMR 76), no en el centro.

-Todos se pondrán en pie al decir el sacerdote: «Orad, hermanos, para que este sacrificio…» (OGMR 43) y no después.

-Como propio del rito romano, todos los fieles, diáconos y acólitos estarán de rodillas en la consagración, desde el momento en que se destapa el cáliz y el sacerdote impone las manos sobre el pan y el vino. No va a gusto de cada cual: la postura común y obligatoria es estar todos de rodillas. ¿Excepciones? Estrechez del lugar, aglomeración o cuestión de salud; pero incluso los que por estas razones se queden de pie, harán inclinación profunda cuando el sacerdote después de mostrar el Cuerpo y la Sangre del Señor hace la respectiva genuflexión.

Dice la OGMR 43 en una rúbrica muy clara: «[Los fieles] estarán de rodillas durante la consagración, a no ser que lo impida la enfermedad o la estrechez del lugar o la aglomeración de los participantes o cualquier otra causa razonable. Y, los que no pueden arrodillarse en la consagración, harán una profunda inclinación mientras el sacerdote hace la genuflexión después de ella».

-Únicamente el sacerdote dice: «Por Cristo, con él y en él», «pronuncia él solo la doxología» (OGMR 151) y todos responden aclamando: «Amén»; mejor aún si se canta.

4) Ritos de comunión

La nueva edición de la OGMR aporta también aquí nuevas precisiones:

-El rito de la paz ha recibido una nueva clarificación y límites, recuperando la sobriedad y brevedad que siempre ha tenido: «Conviene que cada uno exprese sobriamente la paz sólo a quienes tiene más cerca» (OGMR 82), por tanto, sin moverse por la iglesia: discreción, moderación, a los más cercanos. Tampoco el obispo o sacerdote debe dar la paz a todos (p.e. los concelebrantes) o bajarse del presbiterio: «El sacerdote puede dar la paz a los ministros, pero siempre permaneciendo dentro del presbiterio para no perturbar la celebración. Haga lo mismo si, por alguna causa razonable, desea dar la paz a algunos pocos fieles. Y todos se intercambian un signo de paz, comunión y caridad… Mientras se da la paz puede decirse: ‘La paz del Señor esté siempre contigo’, a lo que se responde: ‘Amén’» (OGMR 154). Por supuesto, no existe ningún «canto de paz» que acompañe este sobrio y discreto rito de paz.

-Tras el rito de paz, la fracción del Pan consagrado con el canto del Cordero de Dios. Debe esperar el sacerdote a que todos hayan terminado de darse la paz y entonces comenzar la fracción de modo que no pase desapercibida: «La fracción del pan se inicia tras el intercambio del signo de la paz y se realiza con la debida reverencia, sin alargarla de modo innecesario ni que parezca de una importancia inmoderada» (OGMR 83).

-La fórmula «Éste es el Cordero de Dios» la dice el sacerdote tomando en su mano derecha un trozo fraccionado del Pan consagrado (el trozo que él va a comulgar, nada más) sosteniéndolo –y esta rúbrica es nueva- «sobre la patena o sobre el cáliz» (OGMR 84; 157).

-Si no hay canto, la antífona de comunión se puede recitar; o algún fiel o un lector «o, en último término, la recitará el mismo sacerdote después de haber comulgado y antes de distribuir la Comunión a los fieles» (OGMR 87). Por tanto, es opcional.

-Es importante, al comulgar, el diálogo de fe entre el ministro y el fiel: «El Cuerpo de Cristo – Amén» (OGMR 161) comulgando inmediatamente, con respeto, delante del ministro. Además, antes de comulgar, hay que hacer «la debida reverencia» (OGMR 160), es decir, inclinación profunda ante el Santísimo (o genuflexión) antes de comulgar.

-La comunión con las dos especies (bebiendo del cáliz o por intinción, mojando el sacerdote la forma consagrada en la Sangre del Señor) se ha ampliado en las posibilidades de distribuirla muchas más veces. La OGMR afirma que esto «es muy de desear» (OGMR 85), para que sea más significativo aún «que la Comunión es una participación en el sacrificio que se está celebrando» (Ibíd.). Dedica varios números: OGMR 281-287, porque comulgar con ambas especies es «una expresión más plena pro razón del signo» (OGMR 281). Esta fue la forma habitual de comulgar todos en el rito romano durante muchos siglos. Por supuesto, ni uno comulga por sí mismo (dejando la patena y el cáliz encima del altar y cada uno «se sirve») ni se pasa el cáliz de mano en mano.

-Terminada la comunión, «pueden orar un espacio de tiempo en secreto. Si se prefiere, toda la asamblea puede también cantar un salmo o algún otro canto de alabanza o un himno» (OGMR 88). Nada dice de esas «acciones de gracias» leídas por un lector casi como algo obligatorio. Mejor suprimir ya esta mala costumbre que no aparece en el Misal.

5) Ritos finales

-El momento de dar los avisos, que deben ser muy breves, es antes de la bendición (OGMR 90).

-En Cuaresma, cada día, se reza antes de la bendición la «oración sobre el pueblo» estando todos inclinados. Esta oración se incluye ahora en cada formulario de Misa cuaresmal. ¡Necesitamos mayor bendición en Cuaresma que nos fortalezca ante los ayunos, las penitencias y las limosnas!

Javier Sánchez Martínez

Delegación Diocesana de Liturgia - Córdoba

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(AFP/InfoCatólica) El tribunal hizo esta consideración al revocar la prisión preventiva contra trabajadores de una clínica en Rio que fueron detenidos cuando estaban practicaban un aborto clandestino en 2013, informó el alto tribunal en un comunicado.

En Brasil, el aborto es un crimen que puede conllevar de uno a tres años de cárcel, pero está permitido en tres casos: embarazo de un feto con malformaciones cerebrales, embarazo con riesgo de muerte para la mujer y, desde 1940, embarazo debido a una violación.

«Este fallo no es necesariamente vinculante, vale sólo para este caso pero puede ser usado como precedente para otros», dijo a la AFP una fuente del STF.

Mismos argumentos que el lobby abortista

El alto tribunal tomó la decisión considerando que la criminalización del aborto «viola diversos derechos fundamentales de la mujer» y tomando en cuenta también la «proporcionalidad» del castigo.

Los argumentos de los jueces fueron los siguientes: la criminalización es «incompatible con los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, que no puede ser obligada por el Estado a mantener una gestación no deseada»; va contra su autonomía ya que «debe conservar el derecho a de tomar sus decisiones existenciales»; va contra «la integridad física y psíquica de la gestante» y también contra la «igualdad».

«Prácticamente ningún país democrático y desarrollado del mundo trata la interrupción de la gestación durante el primer trimestre como un crimen», enfatizó el tribunal poniendo como ejemplo a Estados Unidos, Alemania o España.

Los diputados, mayoritariamente provida

La Cámara de Diputados brasileña, de mayoría conservadora, había protagonizado ya discusiones sobre el aborto encaminadas a dificultar el aborto en casos de violación, obligando a las mujeres a someterse a exámenes médicos tras haber sufrido ese abuso.

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(Agencias) Según la sentencia, consultada por Europa Press, el Alto Tribunal no considera que exista «vulneración de Derechos Fundamentales a la igualdad y no discriminación», tal como aducía el Tribunal autonómico en su decisión, de octubre de 2015.

La Sala ha respondido así ante el recurso interpuesto por el Letrado del Servicio Jurídico del Principado de Asturias contra el recurso presentado por el Arzobispado de Oviedo contra el Decreto.

El Arzobispado de Oviedo interpuso un recurso contencioso-administrativo contra el decreto de Educación en el que solicitaba la medida cautelarísima de suspensión del texto por considerar que se recortaba el horario de la asignatura de Religión.

El Arzobispado criticaba que en Segundo de Bachillerato no se ofertara la asignatura de Religión y en primero se dificultara su libre elección y se mermara su horario.

Habrá más recursos

Según informa La Voz de Asturias, el Arzobispado de Oviedo está estudiando la posibilidad de continuar la batalla judicial para conseguir más horas de Religión en Bachillerato. La Delegación Diocesana de Enseñanza considera que la sentencia del Tribunal Supremo no entra en el fondo de la cuestión, que no es ni la ausencia de la materia -que sí se está impartiendo- ni su evaluación ni su libre elección.

Para la Iglesia el fondo es las condiciones en las que se oferta, «que impide a los estudiantes de ciencias elegirlas». Además, explica que la resolución deja abierta la puerta a continuar el procedimiento por vía ordinaria, así que está estudiando seguir adelante para «conseguir el respeto a las debidas condiciones equiparables de la asignatura».

«No hay derecho sin posibilidad real de ejercerlo de hecho», explica el Arzobispado de Oviedo. Su argumento es que la Consejería de Educación ha establecido el decreto horario de Bachillerato de tal manera que, en función de las asignaturas de las que se matricule, algunos alumnos no pueden cursar Religión porque los horarios coinciden.

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(RV/InfoCatólica) En esta ocasión se refirió a la última obra de misericordia espiritual que pide que se rece por los vivos y por los difuntos, a la que también se puede unir la última obra de misericordia corporal que invita a sepultar a los muertos. A propósito de esta última petición, que puede parecer extraña, el Papa recordó que esta obra es tristemente actual, si tenemos en cuenta las zonas del mundo que viven bajo el flagelo de la guerra, con bombardeos que día y noche siembran miedo y víctimas inocentes.

Tras destacar algunos pasajes de la Biblia el Pontífice afirmó que para los cristianos la sepultura es un acto de piedad y de gran fe al mismo tiempo, que encuentra especial resonancia durante el mes de noviembre dedicado de modo especial al recuerdo y a la oración por los difuntos. «Sí, porque rezar por los difuntos», dijo, «es, sobre todo, un signo de reconocimiento por el testimonio que han dejado y por el bien que han hecho. Y es un agradecimiento al Señor por su amor y su amistad. De ahí su invitación a rezar con esperanza cristiana para que ellos estén con Él en el paraíso, en espera de volver a encontrarnos todos juntos en este misterio de amor que no comprendemos, pero que sabemos que es verdadero porque es una promesa que Jesús ha hecho».

«Naturalmente», añadió el Papa, «el recuerdo de los fieles difuntos no debe hacer que nos olvidemos de rezar por los vivos, que junto a nosotros afrontan las pruebas de la vida. Y concluyó esta última catequesis sobre la misericordia invitando a los fieles a comprometerse a rezar unos por otros para que las obras de misericordia sean cada vez más el estilo de nuestra vida».

El Papa ha compartido también el testimonio de un empresario que asistió a una Misa en Santa Marta y que, entre lágrimas, lamentaba tener despedir a cincuenta empleados y rezaba para que Dios le diera una salida.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Con la catequesis de hoy concluimos el ciclo dedicado a la misericordia. Pero la misericordia debe continuar, ¡eh!, las catequesis terminan. Agradezcamos al Señor por todo esto y conservémoslo en el corazón como consolación y fortaleza.

La última obra de misericordia espiritual pide rogar a Dios por los vivos y por los difuntos. A esta podemos unir también la última obra de misericordia corporal que invita a enterrar a los muertos. Puede parecer una petición extraña esta última; en cambio, en algunas zonas del mundo que viven bajo el flagelo de la guerra, con bombardeos de día y de noche siembran temor y víctimas inocentes, esta obra es tristemente actual. La Biblia tiene un hermoso ejemplo al respecto: aquel del viejo Tobías, quien, arriesgando su propia vida, sepultaba a los muertos no obstante la prohibición del rey (Cfr. Tob 1,17-19; 2,2-4). También hoy existen algunos que arriesgan la vida para dar sepultura a las pobres víctimas de las guerras. Por lo tanto, esta obra de misericordia corporal no es ajena a nuestra existencia cotidiana. Y nos hace pensar a lo que sucede el Viernes Santo, cuando la Virgen María, con Juan y algunas mujeres estaban ante la cruz de Jesús. Después de su muerte, fue José de Arimatea, un hombre rico, miembro del Sanedrín pero convertido en discípulo de Jesús, y ofreció para él un sepulcro nuevo, escavado en la roca. Fue personalmente donde Pilatos y pidió el cuerpo de Jesús: una verdadera obra de misericordia hecha con gran valentía (Cfr. Mt 27,57-60). Para los cristianos, la sepultura es un acto de piedad, pero también un acto de gran fe. Depositamos en la tumba el cuerpo de nuestros seres queridos, con la esperanza de su resurrección (Cfr. 1 Cor 15,1-34). Es este un rito que perdura muy fuerte y apreciado en nuestro pueblo, y que encuentra repercusiones especiales en este mes de noviembre dedicado en particular al recuerdo y a la oración por los difuntos.

Rogar por los difuntos es, sobre todo, un signo de reconocimiento por el testimonio que nos han dejado y el bien que han hecho. Es un agradecimiento al Señor por habérnoslos donado y por su amor y su amistad. La Iglesia ruega por los difuntos en modo particular durante la Santa Misa. Dice el sacerdote: «Acuérdate también, Señor, de tus hijos, que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz. A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz» (Canon romano). Un recuerdo simple, eficaz, lleno de significado, porque encomienda a nuestros seres queridos a la misericordia de Dios. Oremos con esperanza cristiana que estén con Él en el paraíso, en la espera de encontrarnos juntos en ese misterio de amor que no comprendemos, pero que sabemos que es verdad porque es una promesa que Jesús ha hecho. Todos resucitaremos y todos permaneceremos por siempre con Jesús, con Él.

El recuerdo de los fieles difuntos no debe hacernos olvidar también de rogar por los vivos, que junto a nosotros cada día enfrentan las pruebas de la vida. La necesidad de esta oración es todavía más evidente si la ponemos a la luz de la profesión de fe que dice: «Creo en la comunión de los santos». Es el misterio que expresa la belleza de la misericordia que Jesús nos ha revelado. La comunión de los santos, de hecho, indica que todos estamos inmersos en la vida de Dios y vivimos en su amor. Todos, vivos y difuntos, estamos en la comunión, es decir, unidos todos, ¿no?, como una unión; unidos en la comunidad de cuantos han recibido el Bautismo, y de aquellos que se han nutrido del Cuerpo de Cristo y forman parte de la gran familia de Dios. Todos somos de la misma familia, unidos. Y por esto oramos los unos por los otros.

¡Cuántos modos diversos existen para orar por nuestro prójimo! Son todos válidos y aceptados por Dios si son hechos con el corazón. Pienso en modo particular en las mamás y en los papás que bendicen a sus hijos en la mañana y en la noche – todavía existe esta costumbre en algunas familias, bendecir al hijo es una oración; pienso en la oración por las personas enfermas, cuando vamos a visitarlos y oramos por ellos; en la intercesión silenciosa, a veces con las lágrimas, en tantas situaciones difíciles, orar por estas situaciones difíciles. Ayer ha venido a Misa en Santa Marta un buen hombre, un empresario. Pero debía cerrar su fábrica porque no podía y lloraba este hombre, joven, lloraba y decía: «Yo no puedo dejar sin trabajo a más de 50 familias. Yo podría declarar la bancarrota de la empresa, yo me voy a casa con mi dinero, pero mi corazón llorará toda la vida por estas 50 familias». ¡Este es un buen cristiano! Ora con las obras, ora: ha venido a misa a orar para que el Señor le dé una salida, no solo para él, él lo tenía: el fracaso. No, no por él: por las 50 familias. Este es un hombre que sabe orar, con el corazón y con los hechos, sabe orar por el prójimo. Es una situación difícil. Y no busca la vía de salida más fácil: «Que ellos vean», no. Este es un cristiano. Me ha hecho mucho bien escucharlo, mucho bien. Y tal vez existen muchos así, hoy, en este momento en el cual tanta gente sufre por la falta de trabajo; pienso también en el agradecimiento por una bella noticia que se refiere a un amigo, un pariente, un compañero… «ìGracias, Señor, por esta cosa bella!, también esto es orar por los demás, así. Agradecer al Señor cuando las cosas son hermosas. A veces, como dice San Pablo, «no sabemos orar como es debido; pero es el Espíritu que intercede por nosotros con gemidos inefables» (Rom 8,26). Es el Espíritu que ora dentro de nosotros. Abramos, pues, nuestro corazón, de modo que el Espíritu Santo, escrutando los deseos que están en lo más profundo, los pueda purificar y llevar a cumplimiento. De todos modos, por nosotros y por los demás, pidamos siempre que se haga la voluntad de Dios, como en el Padre Nuestro, porque su voluntad es seguramente el bien más grande, el bien de un Padre que no nos abandona jamás: orar y dejar que el Espíritu Santo ore por nosotros. Y esto es bello en la vida: ora agradeciendo, alabando a Dios, pidiendo algo, llorando cuando hay alguna dificultad, como aquel hombre, muchas cosas. Pero siempre el corazón abierto al Espíritu porque ora por nosotros, con nosotros y por nosotros.

Concluyendo estas catequesis sobre la misericordia, comprometámonos a orar los unos por los otros para que las obras de misericordia corporales y espirituales se conviertan siempre más en el estilo de nuestra vida. Las catequesis, como he dicho al inicio, terminan aquí. Hemos hecho el recorrido de las 14 obras de misericordia, pero la misericordia continua y debemos ejercitarla en estos 14 modos. Gracias.

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(La Nuova Bussola/InfoCatólica) La diócesis católica de Mostar-Duvno, en Bosnia-Herzegovina, es conocida en todo el mundo por el hecho de que según el testimonio de seis videntes, dentro de sus fronteras, más precisamente en Medjugorje, desde el 24 de junio de 1981 aparece la Santísima Virgen bajo el título de Reina de la Paz.

Precisamente la gran afluencia de peregrinos de todo el mundo, hace que sea muy importante la reciente circular enviada por el obispo mons. Ratko Peric a los sacerdotes de su diócesis y de Trebinje-Mrkan, que gobierna en calidad de administrador apostólico, sobre el acceso a los sacramentos de los divorciados en nueva unión. Esta circular no es de interés exclusivamente local, sino que se refiere a todos los sacerdotes que -tal como se indica en la declaración de Zara de 1991 de la entonces Conferencia Episcopal yugoslava sobre los eventos de Medjugorje- acompañan espiritualmente a los fieles que acuden allí, «de modo que en Medjugorje y con Medjugorje se pueda promover una sana devoción a la Santísima Virgen María, en armonía con la enseñanza de la iglesia».

Cita documentos magisteriales de los últimos treinta y cinco años

En esta circular, Mons. Peric cita varios documentos pontificios publicados en los últimos treinta y cinco años, en los cuales, afirma, «se enseña de manera clara e inequívoca que los católicos válidamente casados que posteriormente se divorciaron y se hallan en nueva unión, no pueden recibir la Sagrada comunión hasta que se solucione su situación, que está en contradicción con la ley de Dios». Sin embargo el obispo añade que los sacerdotes no deben romper el vínculo que une a estas personas a la fe y a la iglesia y que, «especialmente si están sufriendo de una enfermedad grave o en el lecho de muerte», deben visitarlos y ofrecer por ellos ‘las oraciones y Santos sacramentos que las personas en tales circunstancias y si están arrepentidos, pueden, deben y tienen derecho a recibir«.

El obispo de Mostar menciona ante todo la Familiaris Consortio de San Juan Pablo II, donde se establece que las parejas en situación irregular, que por diversas razones no puede separarse, pueden acceder a los sacramentos sólo si se comprometen a vivir en perfecta continencia.

Sigue la cita del Canon 915 del Código de Derecho Canónico, en donde se afirma que no pueden acceder a la comunión las personas que »obstinadamente persisten en un manifiesto pecado grave«, así como el canon 712 del Código de Derecho Canónico para las comunidades católicas de rito oriental, donde se establece que »tienen que ser alejados de la recepción de la Sagrada Eucaristía quienes son públicamente indignos.« También cita el n° 1650 del Catecismo de la Iglesia Católica, que insiste en que la iglesia, por fidelidad a la palabra de Cristo Jesús »no puede reconocer como válida una nueva unión si era válido el primer matrimonio.« Si los divorciados se volvieron a casar civilmente, »se encuentran en una situación que contrasta objetivamente con la ley de Dios» y por tanto «no pueden acceder a la comunión eucarística, durante todo el tiempo que perdure esta situación.« La reconciliación mediante el Sacramento de la penitencia »no se puede conceder solamente a los que se han arrepentido de haber roto el signo de la Alianza y de fidelidad a Cristo, si no se comprometen a vivir en una completa continencia.«

Finalmente se cita a continuación la carta de 1994 de la Congregación para la Doctrina de la Fe con motivo del Año Internacional de la Familia, donde se afirma que los pastores y confesores tienen el grave deber de amonestar a los fieles que viven una situación familiar irregular y advertirles que viven »en abierta contradicción con la doctrina de la iglesia«.

Mons. Peric finalmente menciona la interpretación oficial del Canon 915 del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos del año 2000, el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, la Exhortación Apostólica postsinodal Sacramentum Caritatis, de Benedicto XVI de 2007, documentos que reafirman la doctrina de la Iglesia sobre el tema, así como la declaración del cardenal Müller de 2016, según el cual »las reglas de Familiaris Consortio número 84 y Sacramentum Caritatis nº 29 son todavía válidas y aplicables en todos los casos. «

Por otra parte, el obispo de Mostar recuerda que quien «asume el deber de enseñar y de anunciar en nombre de la Iglesia se compromete a llevar a cabo sus funciones en conformidad con los documentos de la iglesia vinculantes desde el punto de vista jurídico». Permanecen en vigor, continúa Peric, las disposiciones según las cuales no se puede conceder la comunión eucarística sin absolución sacramental y tal absolución «no se puede dar a una persona que vive en una unión matrimonial irregular o no se ha casado por la iglesia». A los sacerdotes de su diócesis, recuerda las palabras de San Pablo en su primera carta a Timoteo sobre no hacerse cómplice de los pecados de otros y dice: «no decir a otro que algo no es pecado, cuando, objetivamente, lo es. No elogiar el desorden y el mal de los demás y sobre todo no hacerlo en el Sacramento de la confesión, de modo de que tú mismo no te hagas participante y mentor de la condena de una persona.»

En cuanto a Amoris Laetitia, mons. Peric explica simplemente que se trata de «una carta dirigida a los fieles con la cual el Papa estimula la actividad religiosa, ayuda y anima a superar las dificultades, alienta a los católicos, dirigiendo su atención a ciertos peligros y las malas consecuencias que se seguirían de ellos».

El obispo de Mostar, permaneciendo fiel a la enseñanza tradicional de la iglesia, se alinea perfectamente a la modalidad de «acompañamiento» – para usar una palabra hoy en día muy de moda – mostrada por la Reina de la Paz. Como lo testimonian muchos de los fieles en situaciones familiares irregulares que se han convertido en Medjugorje (ver por ejemplo aqui), junto a Nuestra Señora no hay lugar para la falsa misericordia que finge no ver pecado en situación matrimonial irregular y en convivencia fuera del matrimonio. La Virgen María acoge a todos en sus brazos y al mismo tiempo, con amor, exhorta al pecador a arrepentirse, para volver a Jesús dejando la vida de pecado. La curación espiritual, incluso en el ámbito familiar, que se produce en Medjugorje, atestigua que el camino de conversión y de abandono del pecado indicado por Nuestra Señora confirma la doctrina de la iglesia y ahora es puesta de relieve nuevamente por Mons. Peric como el único camino que puede sanar las heridas de muchas almas.

Traducido por Mª Virginia Olivera de Gristelli

Publicado originalmente en La Nuova Bussola Quotidiana

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(InfoCatólica Perú) «Pido públicamente que estas instituciones no estén siendo tomadas por serviles de esta ideología que pretenden secuestrar al Estado peruano para imponer este pensamiento totalitario en la sociedad peruana», dijo.

Cuestionó el fallo del Tribunal Constitucional sobre identidad de género que no reconoce al hombre y la mujer como únicos sexos, el cual se hizo «aun contraviniendo las definiciones vigentes de la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Americana de Psiquiatría que definen a la transexualidad como disforia de género y transtornos mentales correspondientes»

Señaló que la Defensoría del Pueblo no está cumpliendo su rol de servir al pueblo, y solo sirve a la ideología de género. «En todo caso deberíamos cambiarle el nombre… y llamarle defensoría de la ideología de género y no del pueblo», indicó.

El legislador agregó asimismo que la nueva currícula del ministerio de Educación está infiltrando la ideología de género que afecta la formación de niños y adolescentes.También criticó que el ministerio de la Mujer tenga una «mesa técnica de promoción de la ideología de género», la cual es subvencionada con los impuestos de todos los peruanos.

Finalmente, el congresista Rosas dijo que no se puede permitir que se enseñe la citada ideología afectando la formación y el desarrollo de los niños. «No vamos a pagar nuestros impuestos para promover esta ideología que afecta a los peruanos», sostuvo.

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(Eldiariony) La pequeña niña había quedado en estado de coma desde septiembre, medios locales informan que un virus la había atacado fuertemente afectando su salud.

Los médicos no daban esperanzas, informaron a los padres que el virus había provocado graves trastornos neurológicos y que consideraban que la bebé no volvería a reaccionar.

Sin embargo, ellos decidieron seguir en la batalla, se negaron a que se le retirara la respiración artificial y acudieron a los tribunales para que neurólogos volvieran a analizar el estado de la menor.

Las autoridades aceptaron la petición y los expertos volvieron a revisar el estado de la niña, pero los resultados fueron los mismos: Marwa no tenia posibilidades de volver en sí.

La sorpresa vino días después: el padre comenzó a hablarle; la pequeña abrió los ojos y reaccionó. El momento fue grabado y el video fue compartido en YouTube en la cuenta del padre Mohamed Bouchenafa, con un emotivo mensaje:

«Mi hija querida comenzó a despertar… Estoy completamente feliz de haber removido cielo y tierra para volver a ver esa pequeña sonrisa que me falta tanto… Mi Marwa, te extraño y te amo».

A pesar de la buena noticia, los médicos recomiendan que la situación se maneje con precaución porque la lucha con el virus aún continua.

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En el verano pasado una noticia conmocionó a la sociedad australiana. La Real Comisión sobre Abuso Sexual de Menores de ese país realizó varias audiencias en agosto sobre los testigos de Jehová. Muchos de sus miembros están acusados de ocultar a la Justicia ordinaria un millar de casos de presunto abuso sexual durante 60 años, a pesar de haber mantenido registros de los mismos. Lo cuenta Diego Caldentey en La Información.

La comisión gubernamental encargada de investigar los abusos a menores, con el consejero superior Angus Stewart al frente, elaboró un pormenorizado informe en el que aseguraba que este grupo –por sus características tan herméticas– buscó mantenerse aislado del resto de la sociedad sin denunciar ni dar a conocer esos hechos, que tuvieron como víctimas a menores del grupo, pero no llegaron a la Policía y/o la Justicia ordinaria.

A nivel interno

La sede principal de los testigos de Jehová en Australia es la de Watchtower. Esta organización religiosa cuenta con casi 70.000 integrantes del grupo en ese país. Los informes de la Real Comisión sobre Abuso Sexual de Menores de Australia señalan que durante más de medio siglo sus miembros no reportaron hechos de abusos de menores que sí conocían y están documentados internamente. Pero “la organización prefiere (según sus políticas) que los integrantes mayores lidien con los problemas de forma interna, tal como pareció en todos los casos de abuso”, según Stewart.

“Es la práctica de la iglesia de los testigos de Jehová mantener información relacionada con delitos de abuso sexual a niños, pero no reportar las presuntas denuncias sobre abuso sexual a la policía o a las autoridades relevantes”, manifestó en su momento el consejero durante una de las audiencias.

Tres meses después de aquellos informes y comparecencias, ayer, 28 de noviembre, el tema ha vuelto a estar de actualidad. Un nuevo documento oficial divulgado por la mencionada comisión gubernamental australiana, que investiga la respuesta institucional a la pederastia, vuelve a apuntar con fuerza contra la organización. Considera que “no responde adecuadamente a las denuncias de abusos sexuales a menores”.

Más de mil casos de abusos en el país

Esta vez la acusación se centra en dos casos en concreto sobre los más de mil que se encuentran en análisis judicial. Concretamente, en el denominado “Estudio del caso 29: la respuesta de los testigos de Jehová”, la investigación va mucho más allá: pone bajo la lupa la políticas y procedimientos de esta organización para prevenir, responder y denunciar los abusos sexuales a menores, así como las denuncias, informes o quejas de varios de sus miembros.

“De las evidencias presentadas, la comisión considera que la organización de los testigos de Jehová se apoya en políticas y prácticas obsoletas para responder a las acusaciones de abusos sexuales que no están sujetas a una revisión constante y continua”, ha indicado la Comisión australiana en un comunicado.

Dicha comisión tiene registros de 1.006 casos de abusos a menores desde 1950 y, aunque la organización con su principal sede mundial en Estados Unidos expulsó a 401 miembros, permitió que 230 volvieran, 35 de ellos varias veces, según Stewart.

Cómo se hace la investigación interna

Los dos principales líderes de los testigos de Jehová en Watchtower Australia, Vincent Toole (director legal) y Terrence O’Brian (director general), deberán responder principalmente a dos acusaciones muy serias: la comisión considera que los testigos de Jehová adolecen de “una falta grave de entendimiento sobre la naturaleza del abuso sexual de un menor”. Por sus actos, considera que no protegen como deberían a las víctimas pasadas y eventuales y futuras contra pederastas.

La investigación, por ahora, ha determinado que los procedimientos para lidiar con las quejas de ciertas víctimas no se han revisado desde la creación de esta comunidad a finales del siglo XIX y se apoyan en normas arcaicas, de hace casi 2.000 años.

Aunque parezca insólito, según las pautas de la organización religiosa, los casos de abusos sexuales en el seno de la misma son investigados por dos ancianos, que deben establecer la verdad de acuerdo a los estándares bíblicos, que incluyen la confesión del supuesto agresor. “Si el acusado no confiesa, hay un requerimiento inflexible de que debe haber dos testigos oculares de un incidente de abuso sexual a un menor” para que la congregación considere probada la agresión sexual, según se indica en el documento del órgano oficial australiano.

Hace escasos meses, Max Horley, uno de los ancianos o líderes de dicha organización en Australia, reconoció ante la comisión que los casos no fueron llevados ante la justicia para su investigación. Cuando el juez Peter McClellan le preguntó durante una de las audiencias si los casos de abuso son reportados, Horley dijo que internamente lidian con los problemas “legal y bíblicamente”, dijo Horley, según las transcripciones de las audiencias.

“No lo reportamos a la policía. Creo que los alentamos a que lo hagan. Les damos la asistencia para hacerlo”, manifestó en su momento con absoluta frialdad.

La comisión autora del informe funciona desde 2012 en Australia. Fue creada para investigar cómo responden las instituciones a los abusos sexuales a menores que están bajo el cuidado de organizaciones públicas, sociales o religiosas.

A principios de mes, el Gobierno australiano anunció que indemnizará a las víctimas de estos abusos con hasta 150.000 dólares locales (115.200 dólares o 103.759 euros) como parte de un plan que el Gobierno federal implementará a partir de 2018.

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(LifeSitesNew/InfoCatólica) El legado del dictador cubano Fidel Castro, quien murió el viernes pasado a los 90 años después de casi cinco décadas de gobierno, tiene una de las tasas de aborto más altas en el mundo y es un empobrecido estado policial condenado por organizaciones como «Amnistía Internacional» y «Human Rights Watch» por sus violaciones a los derechos humanos.

Castro, quien dirigió el derrocamiento del presidente cubano Fulgencio Batista en 1959, ha sido denominado por algunos como un «icono revolucionario», «el último comunista romántico»,  pero incluso este tipo de publicaciones de izquierda ocultan cándidamente el «lado oscuro» de su revolución que incluye «ejecuciones, presos políticos, vigilancia y censura».

Christopher Sabatini, experto de la Universidad de Columbia en Cuba señaló: «Seamos honestos: este fue un régimen que cuando llegó al poder alineó a sus oponentes y los fusiiló».

Los partidarios del gobierno de Batista fueron «enviados ante los tribunales sumarios y al menos 582 fueron fusilados por pelotones de ejecución», señaló en el diario Independent , añadiendo que «las estimaciones de ejecuciones bajo los 58 años de dictadura de Castro se cuentan por miles, a través de juicios injustos, encarcelamientos arbitrarios y ejecuciones extrajudiciales».

«Cuando Castro estableció su «sistema de partido único», los periódicos independientes fueron cerrados y homosexuales, sacerdotes y otros considerados como una amenaza fueron conducidos a campos de trabajo para la reeducación», informó.

Se calcula que más de 1 millón de cubanos huyeron del país en «balsas y se arriesgaron a ahogarse para huir de la pobreza, ante el estancamiento y una sensación de claustrofobia que era más culpa de Castro que del embargo estadounidense».

«El estado de la libertad de expresión en Cuba , donde los activistas siguen haciendo frente a la detención y el acoso por pronunciarse contra el gobierno, es más oscuro legado del dictador», declaró Erika Guevara-Rosas de Amnistía Internacional.

José Miguel Vivanco, el director para América de Human Rights Watch, condenó también el legado del dictador fallecido. «El régimen draconiano de Castro y los severos castigos que aplicó a los disidentes mantuvieron su sistema represivo firmemente enraizado durante décadas».

Esa represión ha continuado bajo Raúl Castro, quien asumió como presidente en 2008 debido a la salud de su hermano mayor.

«Muchas de las tácticas abusivas desarrolladas durante su tiempo en el poder  –incluida la vigilancia, palizas, detenciones arbitrarias y actos públicos de repudio— todavía son utilizados por el gobierno cubano», hace notar un comunicado de HRW publicado el 26 de de noviembre de este año.

La brutalidad del régimen comunista se ha hecho evidente en la tasa de aborto de Cuba, que está entre los más altos del mundo , y la más alta entre los estados miembros de la ONU, de acuerdo con los datos registrados por Johnston Archive en el 2015 .

«La razón principal por la que la tasa de abortos en Cuba es tan alta es porque su gobierno tiránico ha sido comunista durante casi seis décadas, y los comunistas no se preocupan por la inocente vida humana, sino sólo por su revolución asesina», señaló Adolfo Cañasteda, director de la División Hispana de Human Life International.

«Recordemos que el marxismo no ve a la persona individual como ser humano dotada de dignidad intrínseca sino simplemente como un engranaje en una gran máquina controlada por el Estado», dijo Cañasteda a LifeSiteNews en un correo electrónico.

El aborto es gratuito en Cuba y disponible bajo demanda, aunque las niñas menores de 16 años deben tener el consentimiento de sus padres o tutores.

InterPressNews Service informó en 2013 de que tres veces el número de niñas adolescentes cubanas abortan a sus hijos en comparación con las llevan a término su embarazo, y que «muchas embarazadas de 15 a 19 años de edad ya han tenido uno o más abortos en función de sus antecedentes médicos».

Cañasteda confirmó que «el aborto es usado como una forma de control de la natalidad, a pesar del hecho de los métodos anticonceptivos abundan, pero no los medicamentos reales, ya que el sistema de salud [cubano] está en ruinas. El gobierno usa sus médicos mal pagados en el extranjero como herramienta de propaganda. Es una gran mentira».

Por otra parte, «la tiranía de Cuba se enorgullece hipócritamente de tener una baja tasa de mortalidad infantil», pero eso se debe a que «abortan en gran número a los bebés no nacidos que sospechan que tienen defectos de nacimiento».

Debido a su baja tasa de natalidad, Cuba se enfrenta a una crisis demográfica, que Business Insider señala que es «generalmente considerado como un problema de los países ricos », pero en este caso, las personas creen que no pueden permitirse los niños, y «los cubanos están saliendo del país en manada».

Cañasteda está de acuerdo en «la difícil situación económica la ha causado la propia tiranía» y llama a no creer en medios seculares que no dicen la verdad y echan la culpa al llamado «Embargo». Para él, «es la pérdida de valores morales lo que hace que la gente caiga en el terrible  pecado del aborto».

Los cubanos «han perdido sus valores debido a la incesante propaganda comunista y sus horribles programas de educación sexual que perturban las mentes y los corazones de los jóvenes», añadió.

Steven Mosher, presidente de Population Research Institute, se hace eco de estas afirmaciones. «Después de medio siglo de comunismo, el nivel de vida de Cuba tan bajo, y su opresión política tan severa, que su gente se ha quedado prácticamente sin esperanza para el futuro», dijo a LifeSiteNews en un correo electrónico.

«Los niños están viviendo, respirando, expresiones de risa de esperanza en el futuro. Un pueblo que tiene pocas esperanzas, como los cubanos, se inclinará a abortar a sus hijos en gran número, en lugar de llevar a los niños a lo que se refieren burlonamente como un “paraíso socialista”», agregó Mosher.

«El gobierno comunista se complace en abortar a los niños no nacidos en gran número, ya que significa que tendrán menos jóvenes cubanos para alimentar, vestir y educar », agregó. .

«Sin mencionar que, para los ateos comprometidos, el aborto casi califica como una especie de “sacramento oscuro”».

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Quizás pensaban que podían cargarse tres sacramentos (Matrimonio, Eucaristía y Confesión) así como así. Quizás pensaban que podían cargarse el magisterio pontificio de San Juan Pablo II, Benedicto XVI y la totalidad de los Papas previos a ellos. Quizás pensaban que podían dejar en nada las palabras de Cristo prohibiendo el divorcio y llamando adúlteros a los que se vuelven a casar.

Pues no, en la Iglesia de Cristo siempre habrá profetas, pastores y hombres de Dios que no cederán ante el error, que no cederán ante la manipulación, que no se arrodillarán ante la herejía, venga de donde venga. Al fin y al cabo, se toman en serio la advertencia del apóstol San Pablo:

Me maravilla que hayáis abandonado tan pronto al que os llamó por la gracia de Cristo, y os hayáis pasado a otro evangelio. No es que haya otro evangelio; lo que pasa es que algunos os están turbando y quieren deformar el Evangelio de Cristo. Pues bien, aunque nosotros mismos o un ángel del cielo os predicara un evangelio distinto del que os hemos predicado, ¡sea anatema!
Lo he dicho y lo repito: Si alguien os anuncia un evangelio diferente del que recibisteis, ¡sea anatema!
Gal 1,6-9

Da igual que un sector de la Iglesia muy importante apoye el error y una gran mayoría permanezca callada. El verdadero profeta no callará jamás. No puede. Dios no se lo permite. Le da fuerzas para ir contra corriente. 

Miren ustedes, lo que está en juego es la profanación de la Eucaristía. Y ante eso, no caben silencios ni actitudes complacientes. También está en juego la doctrina católica sobre la gracia. Algunos ya advertimos, precisamente, que ellos no creen en el poder de la gracia. Creen que se puede ser católico y vivir en pecado sin intención de dejar de pecar. Es más, creen que Dios no nos capacita para poder dejar de pecar mortalmente, siquiera sea de forma gradual. En otras palabras, creen lo mismo que Lutero. Pero Lutero se fue o le echaron de la Iglesia, no se quedó para intentar destruirla desde dentro.

Cuatro cardenales, que desde luego no están solos, han planteado al papa Francisco dudas absolutamente razonables sobre la exhortación apostólica Amoris Laetitia. Como vieron que el Papa no tenía intención de responderles, decidieron hacer públicas sus dudas. Ha sido como abrir la caja de Pandora. Truenos y centellas, amenazas de sanciones y, ahora, sugerencia de que podrán perder el cardenalato. ¿Qué será lo siguiente? ¿petición de excomunión porque han osado levantar la mano y preguntar?

Por otra parte, ¿piensan acaso que pueden echar de la Iglesia a todos los que estamos de acuerdo con esos cardenales? ¿van a echar a Mons. Wróbel? ¿Van a echar a  Monseñor Jan Wątroba, Presidente del Consejo para la Familia de la Conferencia Episcopal Polaca? ¿también a Mons. Schneider? Es más, ya que se ponen, ¿piensan arrojar a las tinieblas exteriores del cisma a la Conferencia Episcopal Polaca en pleno, que se manifestó a favor de mantener la fidelidad a la doctrina católica sobre la cuestión de los divorciados vueltos a casar? ¿Quizás quieran cargarse igualmente a Mons. Chaput, que ha dicho que es normal que los cardenales planteen esas dudas? Dice el arzobispo de Filadelfia:

Si el documento tiene elementos que algunos estudiosos católicos serios ven como ambigua, a continuación, las cuestiones que plantean deben ser tratados con honestidad y sin rodeos. Las diferencias y discusiones que los obispos están teniendo ahora sobre la recepción del documento son probablemente necesarias para su correcta incorporación a la vida de la Iglesia.

Quiera Dios que todo esto sea para bien de su Iglesia. Cristo no prometió que las Puertas del Hades no acosarían a su Iglesia. Solo prometió que no vencerían. En su promesa está nuestra firme esperanza. La Iglesia ya ha pasado por crisis espantosas a lo largo de su historia. Sin ir más lejos, la crisis arriana. La Iglesia se ha visto azotada por todo tipo de cismas y herejías. Ahora hay circunstancias nuevas, y muy preocupantes, que hacen pensar que podemos vernos abocados a una situación sin salida “humana". Pero Dios sabe sacar grandes bienes de grandes males. Y, en todo caso, siempre puede ocurrir que Cristo regrese en gloria y poder a juzgar a vivos y muertos. A los fieles nos toca rezar, hacer penitencia y estar atentos. Y confiar en Dios. Hoy está más cerca nuestra salvación. 

Que la Virgen María, destructora de todas las herejías, interceda por todos nosotros.

Exsurge Domine et iudica causam tuam.

Luis Fernando Pérez Bustamante

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Las reflexiones que siguen derivan su origen de una coincidencia bastante curiosa. En los primeros días de abril de este año, en efecto, en la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Santiago de Chile se puso en movimiento un grupo de estudio sobre la controversia arriana.

En la primera reunión del grupo reflexionaron sobre la extraordinaria rapidez con la que la controversia suscitada por el presbítero alejandrino Arrio en el año 318 o 319 [d. C.], aparentemente reprimida con la condena de éste por parte de Alejandro (el obispo de la metrópoli), se difundió rápidamente en Palestina, y desde allí y en pocos años incendió todo el Oriente romano, obligando incluso al emperador Constantino a convocar un concilio ecuménico para resolverla. Aparentemente se trata sólo de un par de frases imprudentes sobre la relación del Hijo con el Padre, pero que pusieron al descubierto profundas diferencias doctrinales existentes en el episcopado, y desencadenaron una polémica evidentemente latente desde mucho tiempo atrás.

Ahora bien, justamente en esos mismos días de abril del 2016 se publicó la exhortación apostólica «Amoris laetitia», y poco tiempo después […] aparecieron las reacciones del cardenal Burke y las del cardenal Müller, y comenzó la polémica. No pasó mucho tiempo para comprender que el incendio que se estaba propagando rápidamente, justamente como en los tiempos de Arrio, era de vastas proporciones, a pesar de las modestas apariencias de basarse sólo en un par de notas imprudentes a pie de página, de las que el Papa afirmaba que ni siquiera las recordaba.

Me pareció entonces natural comenzar a hacer un parangón entre las dos crisis. […] En efecto, los dos momentos pueden ser vistos en analogía, porque en ambos casos muchos católicos perciben una intervención importante del magisterio como en conflicto con la doctrina anterior. Y además, en ambos casos se percibe un silencio ensordecedor de la jerarquía de la Iglesia Católica, naturalmente con sus excepciones.

En cuanto al contenido, las dos crisis son ciertamente diferentes. En el primer caso, el tema de la discordia es estrictamente teológico, referido al fundamento de la doctrina cristiana sobre el Dios uno y trino, mientras que en el segundo caso es teológico-moral, referido principalmente al tema del matrimonio.

Sin embargo, me parece que el elemento principal que acerca las dos crisis es el hecho que ambos afectan a un pilar del mensaje cristiano, que si es destruido el mensaje mismo pierde su fisonomía fundamental. […]

I. Paralelo entre las dos crisis, en los documentos doctrinales

Desde el punto de visto de los documentos doctrinales, el elemento paralelo que mayormente llama la atención es el carácter de ambigüedad presente en las fórmulas filo-arrianas de los años 357-360 d. C.

En efecto, […] la minoría filo-arriana, aun estando en el poder, no se arriesgó a proponer una posición que se opusiera muy claramente a la visión tradicional. No dice expresamente que el Hijo es inferior al Padre, sino que utiliza una expresión genérica, «semejante» al Padre, que podía prestarse a diversos grados de subordiacionismo. En síntesis, aun estando en el poder, la minoría filo-arriana intenta esconderse.

En modo análogo, la actual exhortación apostólica «Amoris laetitia», en el famoso capítulo VIII, no niega abiertamente la indisolubilidad del matrimonio, más bien la afirma explícitamente. Pero en la práctica niega las consecuencias necesarias que se derivan de la indisolubilidad matrimonial, pero lo hace a través de un discurso sinuoso y enrevesado, con formulaciones que abarcan una gama de posiciones diferentes, algunas más extremas, otras más moderadas.

Por ejemplo, dice que «en algunos casos» podría darse la «ayuda de los sacramentos» a las personas que viven en uniones «llamadas irregulares». No se dicen cuáles son estos casos, por eso a partir del texto pueden darse al menos cuatro interpretaciones, de las cuales las más restrictivas son obviamente incompatibles con las más amplias. Por claridad interpretativa, es entonces útil clasificarlas en base al distinto grado de amplitud, partiendo de la más restrictiva hasta la más extensa:

1. Sobre la base del principio de continuidad hermenéutica, la expresión «en algunos casos» debería interpretarse como referidos a los casos especificados en los documentos del magisterio vigente, como «Familiaris consortio», la cual dice que se puede dar la absolución y la comunión eucarística en esos casos en los que los convivientes prometen convivir como hermano y hermana.

Esta interpretación tiene desde ya un principio hermenéutico fundamental, el cual podría parecer irrefutable, pero esa interpretación está refutada por la nota 329, que afirma en forma explícita que justamente este comportamiento (es decir, la convivencia como hermano y hermana) sería potencialmente dañino, por eso hay que evitarlo.

2. «En algunos casos» puede interpretarse en sentido más amplio como referido a la certeza subjetiva de la nulidad del matrimonio anterior, suponiendo que por motivos particulares no es posible probarla en un tribunal.

En tales casos podría darse ciertamente que en el secreto de la conciencia no haya culpa en la nueva unión: esto podría ser visto, en el plano de la doctrina moral, en forma acorde con «Familiaris consortio». Pero se mantiene una diferencia fundamental en el plano eclesiológico: la Eucaristía es un acto sacramental, público, en el que no puede tomarse en consideración una realidad en sí misma invisible y públicamente incontrolable.

3.  «En algunos casos» puede interpretarse, más ampliamente todavía, como referido a una responsabilidad subjetiva menor o también nula, debido a ignorancia de la norma, o bien a la incapacidad de comprenderla; o también a una «fuerza mayor», en la que alguna circunstancia especial puede ser tan fuerte como para «forzar» a una convivencia »more uxorio«, que entonces no constituiría culpa grave; más bien, incluso, según el documento, el abandono de la convivencia podría hacer incurrir en una culpa más grave.

Aquí tenemos ya serios problemas también de teología moral. Ignorancia e incapacidad de comprender pueden limitar efectivamente la responsabilidad personal, pero parece incongruente, por no decir contradictorio, invocarlas en este discurso, en el que se habla de un itinerario y de un discernimiento »acompañado«, los cuales son procesos que precisamente deberían culminar en la superación de esa ignorancia e incapacidad de comprender.

En cuanto a la fuerza mayor, no es para nada obvio, más bien es contrario a toda la tradición y a importantes pronunciamientos dogmáticos que ella pueda justificar el no cumplimiento de la ley divina. Es verdad que no se puede excluir a priori que pueda haber circunstancias particulares, en las que la situación puede cambiar la especie moral de un acto externamente igual, también consciente y voluntario. Por ejemplo, el acto de sustraer un bien a alguien no puede configurarse como hurto, sino como acto de un pronto socorro a una persona o como un acto directo para evitar un mal mayor. Pero aun suponiendo, sin concederlo, que esto pueda aplicarse al adulterio, lo que aquí impide decididamente una justificación de este género es el carácter de permanencia del comportamiento objetivamente negativo: lo que es justificable en un momento puntual, de emergencia, no puede serlo en una situación estable, conscientemente elegida.

De todos modos, se mantiene firme también el principio eclesiológico por el cual en ningún caso puede hacerse mágicamente visible a nivel público lo que por su naturaleza pertenece al secreto de la conciencia.

4. En la interpretación más extendida de todas, «en algunos casos» puede ampliarse hasta incluir a todos esos casos – que son además esos casos reales, concretos y frecuentes que todos tenemos en mente – en los que se da un matrimonio poco feliz, que fracasa por una serie de malentendidos e incompatibilidades y a los cuales les sigue una convivencia feliz, estable en el tiempo, con fidelidad recíproca, etc. (cf. AL 298).

En estos casos, parecería que el resultado práctico, en particular la duración y la felicidad de la nueva unión contra la brevedad e infelicidad de la anterior, puede interpretarse como una especie de confirmación de la bondad y, en consecuencia, legitimidad de la nueva unión. En este contexto (AL 298) se silencia cualquier consideración sobre la validez del matrimonio anterior y sobre la incapacidad de comprender y sobre la fuerza mayor. Y en efecto, cuando poco más adelante (AL 300) se pasa a considerar el tipo de discernimiento que deberá hacerse en estos casos, resulta todavía más claro que los temas en discusión en el examen de conciencia y en el arrepentimiento respectivo no serán otros que el buen o mal comportamiento frente al fracaso matrimonial y el buen éxito de la nueva unión.

Es claro aquí que el «arrepentimiento» que hay que considerar no se refiere en absoluto a la nueva unión en presencia de una unión legítima anterior; por el contrario, se refiere al comportamiento durante la crisis anterior y las consecuencias (no mejor precisadas) de la nueva unión sobre la familia y sobre la comunidad.

Es entonces evidente que el documento intenta ir más allá, tanto de los casos en los que se tiene certeza subjetiva de la invalidez del vínculo anterior, como también de los casos de ignorancia, de dificultad para comprender y de fuerza mayor o de presunta imposibilidad de cumplir la ley.

Ahora bien, es suficientemente claro que si la medida válida para juzgar la licitud de la nueva unión es, en última instancia, su éxito práctico, su felicidad visible y empírica, contra el fracaso y la infelicidad del matrimonio anterior – licitud que obviamente se supone para recibir la absolución sacramental y la eucaristía –, la consecuencia inevitable es que ahora el matrimonio anterior es considerado implícitamente, y también públicamente, sin efecto y, en consecuencia, disuelto: es decir, el matrimonio es disoluble. De este modo, en la Iglesia Católica se introduce de hecho el divorcio, mientras que se continúa afirmando de palabra su indisolubilidad.

Es también suficientemente claro que si el éxito del nuevo matrimonio basta para establecer su licitud, esto incluye la justificación prácticamente de todos los casos de nueva unión. En efecto, si se tuviera que demostrar que la nueva unión carece de éxito, no subsistirá el estímulo para justificarla y se pasará más bien a una unión ulterior, en la esperanza de un éxito mayor. Ahora bien, ésta y no otra es precisamente la lógica del divorcio.

De esto se puede luego deducir que la discusión sobre casos que podríamos llamar «intermedios», esto es, los situados entre la posición tradicional y la más amplia – que como hemos mostrado incluye de hecho todos los casos –, si por una parte permite a muchos, más moderados, reconocerse en una u otra gradación y, en consecuencia, puede tener un valor «tranquilizador», por el contrario, desde el punto de vista práctico termina por ser muy poco relevante. En efecto, en esencia y en líneas generales, el documento otorga carta blanca para resolver la gran mayoría de las situaciones reales con un criterio mucho más simple y en línea con la mentalidad dominante en nuestra civilización: en una palabra, está perfectamente en línea con la ideología del divorcio.

*

Volviendo a nuestro paralelo, todo esto recuerda muy de cerca la política del emperador Constancio, al buscar una expresión suficientemente genérica que se propusiera mantener contentas a muchas posiciones diferentes. En la controversia arriana, el carácter genérico de la expresión «semejante al Padre según las Escrituras» encuentra una perfecta confirmación en el carácter genérico de la expresión «en algunos casos» que encontramos en »Amoris laetitia«. En teoría, se lo puede reconocer en casi todas las posiciones.

En consecuencia, las situaciones resultan análogas también en cuanto al resultado práctico. De la misma manera que casi todo el episcopado del imperio aceptó la fórmula de Rímini-Constantinopla del 359-60 d. C., así también hoy la abrumadora mayoría del episcopado ha aceptado sin quejarse el nuevo documento, aún sabiendo que esto legitima de hecho una serie de posiciones incompatibles entre ellas, algunas de las cuales es manifiestamente herética.

Hoy en día muchos obispos y teólogos calman su propia conciencia afirmando, tanto en público como a sí mismos, que decir que «en ciertos casos» los divorciados que se han vuelto a casar pueden recibir los sacramentos no es de por sí erróneo y puede interpretarse, en una hermenéutica de la continuidad, como en línea con el magisterio anterior. Justamente de la misma manera los antiguos obispos pensaban que no era de por sí erróneo decir que «el Hijo es semejante al Padre según las Escrituras».

Pero en ambos casos, si bien en una y en otra fórmula tomada aisladamente se puede reconocer una amplia gama de posiciones, en el contexto de los respectivos documentos es muy claro que la posición ortodoxa, verdaderamente en línea con el magisterio anterior, es precisamente la que es netamente excluida. […]

En el caso de Amoris laetitia, esto se lleva a cabo:

- con la negación de la formulación de »Familiaris consortio« sobre la abstención de la convivencia »more uxorio« como condición del acceso a los sacramentos;

- con la eliminación de los límites netos anteriores entre certeza de la conciencia y normas eclesiológicas sacramentales;

- con la instrumentalización de los preceptos evangélicos de la misericordia y del no juzgar, usados para sostener que en la Iglesia no sería posible la aplicación de censuras generales a determinados comportamientos objetivamente ilícitos;

- y por último, aunque no menos importante, censurando duramente a quienes tuvieran la «mezquina» y «farisaica» pretensión de invocar normas jurídicas precisas para juzgar cualquier caso individual, que por el contrario debe ser rigurosamente dejado al discernimiento y al acompañamiento personal.

De este modo, aún con la buena voluntad de respetar un principio hermenéutico ciertamente válido – el de la continuidad con los documentos anteriores -, se corre el riesgo de olvidar otro principio todavía más importante y evidente: el del contexto inmediato en el que se formula una proposición.

Si se leen las afirmaciones particulares de Amoris laetitia no aisladamente, sino en su contexto, y el documento a su vez es leído en su contexto histórico inmediato, se descubre fácilmente que la «mens» general que lo guía es esencialmente la idea del divorcio, además de la idea hoy difundida de no plantear límites claros entre un matrimonio ilegítimo y una unión irregular. […]

II. Paralelo entre las dos crisis, en el desarrollo histórico

También se puede advertir un paralelo evidente desde el punto de vista del desarrollo histórico de la herejía arriana. Se asiste a su preparación durante la segunda mitad del siglo tercero; al hacerse pública, es condenada por el Concilio de Nicea, pero en Oriente, por el contrario, recibe un rechazo generalizado. Sin embargo, el rechazo de Nicea es más moderado en una primera fase, y el arrianismo verdadero y genuino es tolerado solamente como un mal menor, pero poco a poco esta tolerancia le permite retomar vigor, hasta que dadas las favorables circunstancias políticas llega al poder. Una vez alcanzado éste, siente sin embargo la necesidad de enmascararse: no se expresa en forma franca y directa, sino en una forma indirecta, apoyándose sobre la presión y la intimidación pública. Pero el hecho mismo de imponerse, aun cuando el arrianismo era una minoría, sobre una mayoría cobarde e indecisa, lo expone de todos modos a una refutación mucho más fuerte y clara por parte del sector más ortodoxo y consciente del episcopado que prepara, en forma gradual pero inexorable, la derrota definitiva en las dos décadas que siguen.

Análogamente, en el caso de la herejía actual, que a causa del nombre de su exponente principal podemos llamar «kasperiana», hemos asistido a una lenta preparación, a partir de la segunda mitad del siglo XX. Se hizo pública y fue condenada en los documentos de Juan Pablo II (sobre todo en «Veritatis splendor» y «Familiaris consortio»). Pero desde un sector del episcopado y de la teología culta estos documentos fueron rechazados en forma más o menos abierta y radical, y la praxis ortodoxa fue omitida en amplias e importantes zonas de la catolicidad. Este rechazo fue tolerado ampliamente, tanto a nivel teórico como práctico, y desde allí adquirió fuerza, hasta que, dadas las circunstancias favorables, políticas y eclesiásticas, llegó al poder. Pero a pesar de haber alcanzado el poder, el error no se expresa en forma franca y directa, sino más bien a través de las no del todo claras actividades sinodales (2014-2015), y desemboca luego en un documento apostólico ejemplar por su tortuosidad. Pero el hecho mismo de haber llegado a aparecer en un documento magisterial suscita una indignación moral y una reacción intelectual mucho más fuerte y dinámica, y obliga a todo aquél que tiene los instrumentos intelectuales a repensar la doctrina ortodoxa, por una formulación todavía más profunda y clara de su parte, para preparar una condena definitiva no sólo del error puntual examinado, sino también de todos los errores vinculados a él, que llegan a incidir sobre toda la doctrina sacramental y moral de la Iglesia. Además permite, y esto no es poco, poner a prueba, reconocer y también reunir a los que adhieren verdadera y sólidamente al depósito de la fe.

Podemos decir que ésta es justamente la fase en la que nos encontramos en este momento. Recién ha comenzado y se preanuncia no privada de obstáculos. No podemos prever cuánto durará, pero debemos tener la certeza de la fe que Dios no permitiría esta gravísima crisis si no fuese para un bien superior de las almas. Será ciertamente el Espíritu Santo el que nos dé la solución, iluminando a este Papa o a su sucesor, quizás también a través de la convocatoria a un nuevo concilio ecuménico. Pero entre tanto, cada uno de nosotros está llamado, en la humildad y en la oración, a dar su testimonio y su contribución. Y a cada uno de nosotros ciertamente el Señor nos pedirá cuentas.

Publicado originalmente en el blog de Sandro Magister

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(Religión Confidencial) En declaraciones a Religión Confidencial, Pio Vito ha puesto de manifiesto que estos cuatro cardenales, al igual que algunas otras personas dentro de la Iglesia que ponen en duda la reforma del Papa Francisco y su exhortación apostólica Amoris Laetitita, están cuestionando «dos sínodos de obispos sobre el matrimonio y la familia ¡no un sínodo sino dos! Un ordinario y otro extraordinario. No se puede dudar la acción del Espíritu Santo».

Los cardenales Walter Brandmüller, Raymond Burke, Carlo Caffarra y Joachim Meisne preguntaron al Santo Padre algunas dudas de la Amoris Laeitita. El papa Francisco no les respondió y los prelados hicieron pública la carta a través de los medios de comunicación.

«¿Qué Iglesia defienden estos cardenales? El Papa es fiel a la doctrina de Cristo. Lo que han hecho es un escándalo muy grave que incluso podría llevar al Santo Padre a retirarles el capelo cardenalicio como ya ha pasado en algún otro momento de la Iglesia», ha afirmado Pio Vito a este Confidencial.

El decano de la Rota romana matiza: «Lo cual no quiere decir que el Papa les retire su condición de cardenales, pero podría hacerlo».

Durante la conferencia, Pío Vito dejó claro a los asistentes que el Papa no les ha respondido directamente a estos cuatro cardenales, «pero indirectamente les ha dicho que ellos solo ven blanco o negro, cuando en la Iglesia hay matices de colores».

Pocos católicos piden la nulidad

Religión Confidencial preguntó también a Mons. Pío Vito si no es mejor abrir la mano a los divorciados vueltos a casar y concederles la nulidad matrimonial, para que puedan casarse por la Iglesia y así recibir la Eucaristía, antes de que reciban la comunión unidos de manera civil.

«La reforma del proceso matrimonial del Papa Francisco quiere llegar a más gente. El porcentaje de personas que piden la nulidad matrimonial es muy pequeño. El Papa ha dicho que la comunión no es solo para los buenos católicos. Francisco dice: ¿cómo llegar a las personas más excluidas? Muchas personas, con la reforma del Papa podrán pedir la nulidad, pero otros no», explicó el Decano de la Rota Romana.

En este sentido, insistió en la clave del pontificado de Francisco, recogido en el punto 4 de la Bula que escribió con motivo del Jubileo de la Misericordia: «Vuelven a la mente las palabras cargadas de significado que san Juan XXIII pronunció en la apertura del Concilio para indicar el camino a seguir: `En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad. La Iglesia Católica, al elevar por medio de este Concilio Ecuménico la antorcha de la verdad católica, quiere mostrarse madre amable de todos, benigna, paciente, llena de misericordia y de bondad para con los hijos separados de ella´».

Diferencia con los protestantes

Sobre la opinión de algunas voces de que la Iglesia podría estar abrazando la reforma protestante, el Decano de la Rota explica que «Lutero destruyó la fe católica de los apóstoles. La Iglesia católica cree que en la Eucaristía está presente Jesucristo, y el protestantismo no cree en la presencia real de Cristo en la comunión. Esta es la gran diferencia».

A este respecto y durante la conferencia, recordó que durante el sínodo de los obispos, algunos padres sinodales le pidieron al Santo Padre un nuevo tratado de teología sobre matrimonio y Francisco lo descartó puesto que dijo que los otros papás ya habían dejado muy claro la teología del matrimonio.

Recordó que el centro del mensaje del Papa Francisco es llegar a todas aquellas personas que se han sentido, o se siente, descartados o heridos por la Iglesia. Señaló también que actualmente, mucha gente comulga indiscriminadamente. «Una religiosa me dijo que hay personas divorciadas o que viven juntas que están comulgando. Y ¿qué debe hacer la Iglesia, decir tu sí y tu no? El Papa Francisco quiere una Iglesia muy cercana al pueblo».

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El año pasado, Enraizados pidió en un encuentro con Carmena que conservase completo el Belén Napolitano del Palacio de Cibeles y así lo ha hecho este año.

La asociación cívica también ha solicitado al Consistorio que recupere los Belenes de la Puerta de Alcalá, en el tricentenario del nacimiento de Carlos III, y de la Plaza Mayor, lugar emblemático de la Navidad madrileña tanto para vecinos como para turistas.

Sin embargo, otras citas del programa de Navidad de la capital hacen pensar en el deseo del Ayuntamiento de descristianizar la Navidad. José Castro Velarde, presidente de Enraizados, opina que «bajo el eufemismo de abrir la Navidad a todos, o de hacerla más plural (término utilizado desde el Ayuntamiento), se ve una animadversión hacia lo cristiano». Por ejemplo, con el deseo de la Alcaldesa de Celebrar el solsticio de invierno o que en los Talleres del Matadero solo aparezca la palabra «Navidad» en uno de ellos. «Carmena y su equipo no pueden obviar que lo que se celebra en Navidad es el nacimiento de Cristo», subraya Castro.

«Desde Enraizados, queremos transmitir también nuestra preocupación por la Cabalgata de Reyes. Esperamos que este año no se convierta en objeto de división entre los madrileños y entre toda España. Este día tiene que ser sinónimo de alegría para pequeños y mayores y guardar la esencia de lo que se celebra, que es la Adoración de los Magos a Jesucristo hecho Niño. Por ello, pedimos al Ayuntamiento de Madrid que este año recuerde en la Cabalgata el verdadero significado de la Noche de Reyes», concluye el presidente de Enraizados.

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(AVAN) «Ya comenzamos a experimentar esos frutos: la conciencia generalizada de que hay que cambiar, que así no podemos seguir so pena de ir a la ruina y a la destrucción en la sociedad y en España», ha precisado el cardenal Cañizares.

«Es necesario servir al bien común, más allá del interés general, expresión a la que nos tienen acostumbrados algunas voces del ámbito público: no es lo mismo bien común, que interés general: el bien común es más exigente y tiene más en cuenta el bien de cada una de las personas en cuanto personas».

«No hagamos más víctimas ni condenemos fuera de tribunales legítimos y justos, ni sentemos a nadie en el banquillo y así sembrar paz, diálogo, concordia, esperanza y justicia», ha exhortado el Cardenal en la misa funeral que ha presidido en la Catedral, ofrecida por la Archidiócesis en sufragio de Rita Barberá.

En su homilía ha propuesto «edificar una sociedad donde quepamos todos, que busquemos el bien de la ciudad más allá de intereses particulares, que no hagamos sufrir tan inútilmente a tantos con la mentira, juicios temerarios, odios y venganzas, o intereses que no reflejan el bien común, que apostemos de verdad, de una vez por todas y para siempre por el hombre, por la dignidad inviolable de la persona humana, singularmente de las más débiles».

«Ésta es la gran lección, que reclama de todos respetuoso silencio, reflexión y abrirse a Dios, cuyo juicio, siempre sobre el amor y la misericordia, siempre es verdadero, justo y misericordioso», ha destacado el Arzobispo de Valencia.

Igualmente, el Cardenal ha asegurado que «necesitamos urgentemente cambiar y así caminar por sendas nuevas que se abren para edificar una humanidad nueva hecha de hombres y mujeres nuevos que se conducen por la misericordia, el perdón, la apertura al otro, la verdad, la paz y la justicia».

Al término de la Misa, una sobrina de Rita Barberá ha agradecido a los «miles de valencianos» que han ofrecido «muestras sinceras de cariño, afecto, apoyo y admiración porque habéis conseguido que encontremos consuelo y nos reconfortemos viendo que mi tía hoy está en el cielo observándonos feliz, orgullosa y agradecida de ver a su pueblo valenciano volcado en ella» y ha pedido «que la recordéis como era, vuestra alcaldesa, feliz, vital y entregada a Valencia y a los valencianos».

La Catedral llena desde una hora antes del inicio del funeral

Más de tres mil personas han abarrotado la Catedral de Valencia, que se encontraba completamente llena desde una hora antes del inicio de la misa. En el funeral han concelebrado con el cardenal Cañizares sus tres obispos auxiliares, monseñores Esteban Escudero, Javier Salinas y Arturo Ros; el arzobispo emérito de Mérida-Badajoz, Santiago García-Aracil; el vicario general de la diócesis, Vicente Fontestad, y decenas de sacerdotes.

En los primeros bancos se encontraban los familiares de Rita Barberá, el presidente del Senado, Pío García Escudero; el ex presidente del Gobierno, José María Aznar, con su esposa Ana Botella; los ex presidentes de la Generalitat Valenciana Alberto Fabra y Francisco Camps; y los ex ministros José Manuel García Margallo y Jaime Mayor Oreja, entre otras personalidades.

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(InfoCatólica) Mons. Pontier ha escrito una carta al presidente Hollande en la que pide que no se apruebe dicha ley, que pondría en peligro a todo el movimiento provida en Francia

El arzobispo de Marsella advierte al gobernante que «el aborto, nos guste o no, sigue siendo un acto grave y pesado que cuestiona profundamente la conciencia», lo cual hace que muchas mujeres tengan la «necesidad de hablar, para buscar consejo» antes de tomar una «decisión dramática que marcará toda su vida».

Tras recordar que ya no existe la semana de reflexión previa a realizar un aborto que antes exigía la ley francesa, Mons. Pontier explica a Hollande que las asociaciones provida en Francia «han decidido dedicar su tiempo, especialmente a través de los instrumentos digitales, a escuchar a las mujeres indecisas» que están ante la elección de abortar o no. El éxito de dichas organizaciones, indica el prelado francés, se ve también en el hecho de que muchas de las mujeres que han abortado acuden a ellas buscando ayuda psicológica.

Mons. Pontier pregunta al presidente Hollande dónde quedaría la «libertad de expresión en Internet. Una limitación aún más grave puesto que afecta a cuestiones de libertad de conciencia. Esto parece ser una infracción muy grave de los principios de la democracia».

El presidente de Marsella pide al presidente de la república francesa que la ley sea al menos objeto de una discusión parlamentaria tan amplia como la que tuvo lugar sobre la eutanasia..

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(Fides) El diario «Le Messager» informa desde hace varios meses que en el seno de la tribu Bassa se estaba gestando la constitución de este movimiento llamado Mbog Bassa, que tiene la intención de erradicar toda creencia que no sea la de la religión tradicional de la zona.

La destrucción de la cruz de Ngock Lituba (que significa «roca perforada») es un gesto muy simbólico, ya que esta montaña es considerada sagrada en la tradición local, y no todos habían visto bien la colocación de la cruz allí.

Según el diario, el nuevo movimiento tiene la intención de proceder a la destrucción de lugares de culto, tales como iglesias y mezquitas, que se encuentran en la zona habitada por la población Bassa. A continuación pretenden proceder con la destrucción de toda la simbología occidental y sustituirla por la local.

Por último, según «Le Messanger», el movimiento pretende atacar el sistema educativo del país, que es de estilo occidental, para poner en discusión las filosofías y las ciencias occidentales, la libertad religiosa y la laicidad del Estado.

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