El cardenal Rouco pide hacer del cine un instrumento al servicio de la transmisión del evangelio


(EP) En su intervención, el cardenal se ha remontado a sus primeros años en el seminario, en Galicia, cuando apenas les llevaban a ver películas pues se consideraba que ir al cine no era de curas y ha recordado cómo cuando se trasladó a Salamanca encontró sala de cine en el mismo Seminario Mayor.


A partir de esos años, según ha señalado, en la Iglesia universal y española, la problemática del cine se vio ya «no solo como instrumento de diversión y de mala diversión» sino «como instrumento de transmisión de valores culturales, de edificación de lo humano».


«Esa fue nuestra entrada positiva en el mundo del cine. Nos alegra mucho que esa entrada ahora ya haya quedado despejada y que los retos pastorales que significa el cine estén vivos y sean tomados con mucho sentido de la responsabilidad», ha añadido para plantear la cuestión del salto del cine de la gran pantalla a la televisión.


Intervención del cardenal Ravasi


Por su parte, el presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, el cardenal Gianfranco Ravasi, ha destacado la figura del español Luis Buñuel, «ateo por la gracia de Dios, según su autodefinición», que «desde un ángulo a menudo crítico y provocativo se enfrentó con frecuencia al tema religioso» en películas como 'Nazarín' o 'Simon del desierto'.


Asimismo, ha citado a Carl Theodor Dreyer y su «obra maestra» 'La pasión de Juana de Arco', donde muestra un «contraste encendido entre el rígido fanatismo religioso del tribunal y la pureza deslumbrante de la fe de Juana»; Robert Bresson, con su «inolvidable» 'Diario de un cura rural'; Ingmar Bergman, director y teólogo ateo; y Andrej A. Tarkovskij, cuyas películas desvelan «una prodigiosa fuerza espiritual».


Frente a este río de imágenes «sagradas y blasfemas, pacíficas y crueles, castas y obscenas», Ravasi ha explicado que la relación entre la Iglesia y el cine ha sido «compleja y variada» y se ha basado sobre todo «en el impacto social que este nuevo arte producía».


Así, ha apuntado que al principio se señalaba de inmediato «el riesgo de la subordinación de tales instrumentos al incentivo de las malas pasiones y de la avidez de ganancia», una línea de en la que se mueve la primera encíclica enteramente dedicada al cine, la 'Vigilanti cura' de Pio XI, a petición de obispos americanos «alarmados por la arrolladora inmoralidad de la producción hollywoodiense».


En cualquier caso, ha precisado que hoy existe la conciencia entre las comunidades eclesiales de cada continente, de que el séptimo arte es «un espejo» del tiempo actual «con sus grandezas y sus abismos» pero también «un camino para entrar en la modernidad y anunciar el Evangelio».


Más cine, pero más trascendente


En la inauguración del Congreso también ha participado el obispo de Ciudad Rodrigo, Mons. Raúl Berzosa, que considera que el cine religioso «no ha muerto» y ha pedido «más cine, mejor y más trascendente»; y el director del Congreso y director del Departamento de Cine de la Conferencia Episcopal Española, Juan Orellana, que ha destacado que en el cine se puede encontrar mucha mentira pero también verdad, aunque sea «parcial e incompleta».


Mientras, el rector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, Javier María Prades, ha recordado las palabras de Juan Pablo II en su carta a los artistas: «Toda forma auténtica de arte es a su modo una vía de acceso a la realidad mas profunda del hombre y del mundo, por lo que constituye un acercamiento muy válido al horizonte de la fe».



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