P. Javier Silva: el legado del Rey Balduino es «su auténtico e íntegro testimonio luminoso como discípulo y seguidor de Jesús»

Con motivo del 25 aniversario de la muerte del rey Balduino de Bélgica, surgió en algunas personas que habían tenido un trato más cercano con él, el anhelo de volver a publicar la biografía escrita por el Cardenal Suenens, ya que la versión anterior había quedado descatalogada hacía años.

Se ha encargado de tan oportuna labor la editorial Libros Libres, que acaba de reeditar la mencionada biografía bajo el título El rey Balduino, el legado de su vida, con un enfoque más actualizado, incluye extractos de cartas personales. Estas cartas, sin duda, permiten conocer mucho más de cerca la profundidad de su vida espiritual y de su unión con Dios. Las fotos que se aportan hacen un recorrido completo de su vida, desde su nacimiento hasta su fallecimiento en 1993.

Con este motivo entrevistamos al P. Javier Silva, sobrino del rey Balduino. Su tío no solo le marcó durante su vida, sino que le sigue influyendo inmensamente hasta hoy en día. En estos casi 29 años, ya en la Gloria Eterna, no ha dejado nunca de ser su amigo, su “querido tío buen pastor” y su eficientísimo intercesor.

¿Cuál fue el principal legado de la vida del rey Balduino?

Su auténtico e íntegro testimonio luminoso como discípulo y seguidor de Jesús de Nazaret:

- El único Rey de su vida.

- El único Señor de su vida, su Camino, su Verdad, su Vida y su TODO.

- Su Absoluto, su Dios y su Salvador.

Todo ello vivido en una profunda unión con María. “In Ea” (En Ella, con Ella, junto a Ella). Fue en cada instante de su existencia un cristiano íntegro y cabal, buscando afanosamente ser santo y fiel a Dios. Un ser del todo entregado en la prosecución de este fin, realizando la misión que Dios le había encomendado dentro de su estado matrimonial, junto a la mujer que Dios eligió para él, y le otorgó como esposa.

¿Cuáles son los recuerdos que tiene de su tío, de su trato personal con él?

Su radiante y extraordinaria bondad y ternura. Su humildad y sencillez. Su afán permanente por servir. Su profunda alegría y gran sentido del humor. Su infatigable capacidad de escucha, prestándote toda su atención, como si fueses lo único importante y lo más importante. Su ser escuchando, su mirada… era una irradiación de amor y ternura que no podían sino producir, dentro de uno mismo, asombro, agradecimiento y estupor… estar con él era inmensamente conmovedor. ¡Una cautivadora bendición!

¿Influyó él de alguna manera en su vocación sacerdotal?

Si el rey Balduino no se hubiera casado con mi tía Fabiola en 1960 (yo entonces tenía 7 años), creo que yo habría sido llamado por Dios al sacerdocio igualmente. Sé que, desde el primer instante de mi concepción, Dios ya tenía ese proyecto para mí.

Pero confieso que, sin lugar a duda, mi tío ha sido uno de los instrumentos más cercanos y maravillosos que Dios puso en mi camino para acompañarme en todo mi itinerario hacia mi ordenación sacerdotal.

Desde el año 1975 en adelante, el tío Balduino junto con Verónica O’Brien (Grace) y el Cardenal Suenens (Michel), fueron quienes más me guiaron, iluminaron y pastorearon… todos ellos estuvieron presentes en mi ordenación sacerdotal y fue el Cardenal Suenens quien me ungió y consagró sacerdote de Cristo el 24 de diciembre de 1984.

Termino respondiendo a esta pregunta con una aclaración que me parece de mucha importancia en honor a la verdad… Mi tío Balduino ha influido muchísimo en mi vida, desde 1960 hasta el año de su muerte 1993, pero quiero afirmar y hacer hincapié en que ha seguido y sigue influyendo inmensamente en mí. En estos casi 29 años, ya en la Gloria Eterna, no ha dejado nunca de ser mi amigo, mi “querido tío buen pastor” y mi eficientísimo intercesor. El ha seguido y sigue caminando a mi lado y me sigue acompañando día a día, como cuando ambos éramos peregrinos y caminábamos juntos por este “valle terrenal”.

Destaca en su semblante una gran sonrisa y una mirada dulce, ¿Cómo era en el trato cercano con todos los que le rodeaban?

Siempre trataba a los demás con inmenso respeto y dignidad. Nunca se sentía superior al otro, en todo caso inferior a los demás. Buscaba siempre “aproximarse” a aquellas personas que Dios le ponía en su camino día a día para servirles, agradarles, hacerles felices y compartir con ellos cercana y solidariamente, desde una conciencia lúcida y existencial de fraternidad. Tenía en su corazón el deseo sincero de acoger y hacer suyas las heridas, cruces, sufrimientos, penas y dolores de todos aquellos que le rodeaban y a quienes el siempre deseaba aproximarse para aliviar, consolar, sostener y apoyar.

Muchos creen que vivió las virtudes en grado heroico, ¿cree que se podría un día no lejano abrir el proceso de beatificación?

Le percibí siempre como una persona profundamente arraigada en Dios, en un permanente y silencioso ascetismo, portador de innumerables virtudes. Virtudes que nutría en el olvido de sí mismo, en el sacrificio; siempre pronto a renunciar favoreciendo y pretendiendo, por encima de todo, el bien de los demás.

No me cabe ninguna duda de que fue un hombre santo. En cuanto a un cercano y posible proceso de beatificación, ha de ser la Iglesia quien haga ese discernimiento y tome las decisiones concernientes a dicho proceso. Por mi parte, quiero añadir que lo deseo ardientemente y rezo por ello.

Él era una persona alegre, pero tenía muy presente la idea de la muerte, ¿con qué actitud afrontó la debilidad de su salud, que le truncó la vida prematuramente?

En efecto era una persona muy alegre y con un gran sentido del humor. Se partía de risa con mucha frecuencia y sus carcajadas eran sumamente contagiosas. En familia y de puertas para adentro, tenía una personalidad simpática y arrolladora.

Creo que, entre sus 30 y 50 años, mantuvo buen estado físico. Amante de muchos deportes llevaba una vida muy saludable. Desde los 50 hasta los 63, padeció diversas dolencias, enfermedades e intervenciones quirúrgicas. También le pesaron las responsabilidades de su cargo. Su corazón se fue resintiendo ante la acumulación de pesos y pesares… con frecuencia en esos años (sobre todo en los cuatro últimos) se sentía literalmente extenuado, con muchos dolores y con cada vez más escasa fuerza física.

Nunca se quejaba. Todo lo ofrecía y siempre sonreía…

La posibilidad de una muerte temprana y súbita, no la descartaba. Se le iba presentando como un “posible muy posible” y de algún modo anunciado por la patente debilidad física de su corazón.

Lo afrontó en el más auténtico abandono en la Providencia de su Dios “Abbá” y en su plena satisfacción al “hágase en mí siempre Tu voluntad” siempre, en todo lugar y especialmente en la “hora” FIAT. Para él, ese momento era un tránsito, una culminación, una llegada definitiva a esa meta para la que vivía y se entregaba lleno de paz, de confianza, de anhelo y libre de todo temor.

Todos los días ofrecía a Dios su vida por todos aquellos a los que amaba, muy especialmente por todos los belgas y por la unidad de su país.

Como recoge este libro (pág. 60) ya en vida confesó que era Rey: “para amar a su país (y a todos los que Dios le había confiado…); para orar por su país (y a todos…); para servir a su país…

Finalmente, para entregar libremente su vida como la entregó Jesús, su único Maestro, por TODOS SUS AMIGOS … su familia, su pueblo, su país y por todos los hombres, sus hermanos.

¿Cómo nace su amistad con el Cardenal Suenens y cómo se convierte en su biógrafo?

Esta pregunta la responde el propio Cardenal Suenens en el libro. Ya desde el primer encuentro surge entre ambos una confianza y entendimiento que se consolidará en poco tiempo en una relación profunda de amistad. El Cardenal Suenens no solo será su amigo, junto a Verónica O’Brien, serán los instrumentos elegidos por Dios para acompañarle y guiarle en su camino y su vida espiritual.

Claramente, el Cardenal Suenens era la persona idónea para escribir su biografía ya que fue una de las personas que mejor le conoció, tanto a nivel espiritual como a nivel personal.

¿Por qué es importante que se publique hoy una nueva edición de la biografía escrita por el Cardenal Suenens, que aporta como novedad correspondencia privada y fotografías inéditas?

Con motivo del 25 aniversario de su muerte, surgió en algunas personas que habían tenido un trato más cercano con él, el anhelo de volver a publicar la biografía escrita por el Cardenal Suenens, ya que la versión anterior había quedado descatalogada hacía años.

En ese momento se pensó también en la posibilidad de darle un enfoque algo más actualizado incluyendo extractos de cartas personales a las que se podía tener fácil acceso, ya que podían ser cedidas por sus propios destinatarios. Estas cartas, sin duda, permiten conocer mucho más de cerca la profundidad de su vida espiritual y de su unión con Dios.

Las fotos hacen un recorrido de su vida, desde su nacimiento hasta su fallecimiento en 1993.

¿Cómo reflejan estas su amor a Dios y su amor al prójimo?

Las cartas reflejan su amor a Dios y su amor al prójimo en cada palabra y en cada frase. El amor a Dios era el verdadero motor de su vida. Así lo vivía y así lo trasmitía a cada persona que se acercaba a él. Siempre tuvo del todo claro que a Dios sólo se le ama en verdad amando al prójimo. Más en obras que en palabras. En este compromiso fue siempre modélico y ejemplar. Este es su gran legado.

Por Javier Navascués

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