Asesinan en Uruguay al líder de la secta Oasis de la Luz

El cuerpo de Arno Wollensak, un ciudadano alemán de 61 años, apareció el pasado 28 de agosto en la playa de La Floresta (departamento de Canelones, Uruguay), encapuchado y maniatado. La Prefectura y la Policía han realizado el día 30 allanamientos en su casa, en Los Cerrillos (en el mismo departamento), informaron fuentes del caso a El Observador.

Las primeras informaciones

La Policía Científica entregó un informe al juez Marcos Seijas, que investiga el crimen, en el que da la identidad del cadáver. Los investigadores cotejaron sus huellas dactilares con la base de datos de procesados. De ese cotejo surgió la coincidencia porque Wollensak había sido procesado con prisión el año pasado por la jueza Adriana de los Santos por uso de documento público falso. Wollensak no tenía ciudadanía uruguaya, a pesar de que un documento apócrifo aseguraba lo contrario.

Junto a su pareja, había liderado en Alemania como gurú la secta “Licht-oase”, que significa Oasis de Luz. Junto a los demás integrantes de la secta, se autodenominaban “La Familia”. El ciudadano alemán había huido de su país, donde era requerido por abuso sexual de una menor de edad. Wollensak entró en Uruguay en 2007 con un documento de Surinam a nombre de Helmut Rosenthal. Con esa identidad falsa, consiguió residencia y cédula uruguaya.

La Policía alemana informó a la oficina de Interpol en Uruguay de que tenía indicios de que Wollensak podía estar en Canelones. Tras una búsqueda, la Policía uruguaya lo identificó. De la investigación judicial surgió que Helmut Rosenthal era un nombre falso y que, por lo tanto, el documento también era falso. Por ello, Wollensak y su pareja estuvieron presos en Uruguay desde junio hasta el 9 de octubre de 2015.

De todas maneras, la jueza De Los Santos negó su extradición a Alemania por considerar que el delito del que se lo acusaba ya había prescrito. La denuncia sobre abuso sexual contra una menor apuntaba a hechos de la década de los 90.

Según informa el diario uruguayo El País, el matrimonio compró una casa campo en Lavalleja y una hermosa chacra con orillas al río Santa Lucia. Por la chacra pagaron alrededor de 400.000 dólares. Ese mismo año solicitaron en la Dirección de Migraciones la residencia legal en el país utilizado los documentos falsos adquiridos en Surinam. Pese a que tenían una requisitoria internacional de nivel rojo desde 2007, lograron sortear el accionar policial.

Un homicidio y la búsqueda de las mujeres

El equipo forense determinó que se trata de un homicidio, según contó el juez Seijas a Teledoce. El magistrado dijo que hay varias líneas de investigación a seguir en el caso y que una de las cosas más importantes será “conocer el móvil del homicidio”. Una línea importante de investigación apunta a la venganza.

“La forma en que fue encontrado, según el oficial de homicidios, nunca se había dado en este país y se va a estudiar tanto a nivel nacional como a nivel internacional para ver si algún grupo ejecuta a las víctimas de esta forma”, señaló Seijas, refiriéndose al hallazgo del cadáver encapuchado y maniatado.

La esposa de Wollensak y una mujer suiza que vivía con la pareja en Uruguay y es la madre de la joven abusada en 1994, se encuentran en la actualidad en paradero desconocido y son buscadas por la Policía uruguaya.

La Prefectura Naval y personal de Policía realizaron la noche del 30 de agosto un allanamiento en el domicilio de Wollensak del que “no surgió” mucha información, según Seijas. “Se vio una casa en la que no había gente, no había ropa, no había fotos y que parece que hace mucho que está desocupada, según un vecino”.

Según supo El País, Wollensak vendió hace un mes la finca en las afueras de Los Cerrillos, llenó de ropa las valijas y partió en su Mercedes Benz color “borra de vino”, según lo describen sus vecinos. Nadie supo más desde entonces, hasta que se identificó el cuerpo hallado en la costa. Nadie sabe aún qué ocurrió con su pareja, Julie Ravel, ni con su empleada, una mujer que se presentaba como Anita y decía ser búlgara.

“Eran unas personas educadas, amables, con un buen nivel intelectual. Se podía tratar con ellos perfectamente a pesar de que no dominaban muy bien el idioma. Nunca pensé que una persona así pudiera ir a la cárcel”, contó Luis Fraga, un apicultor que tiene un campo frente a la casa de los alemanes en Los Cerrillos.

Fraga dijo que el único contacto que mantuvo con los extranjeros fue por su trabajo, ya que le permitieron colocar unas colmenas en su terreno. Después las tuvo que retirar porque las abejas picaron a la dueña de casa. “Debe hacer un mes que no los veía”, dijo Fraga. Hace ocho días, nuevos caseros se instalaron en la casa de Los Cerrillos por la que una persona pagó una seña por la compra.

Estaría siendo extorsionado

Wollensak estaba siendo extorsionado por policías, según dijeron fuentes de la investigación al diario El País. En el medio Subrayado leemos que el año pasado fue apresado en un aparatoso operativo policial y enviado a la cárcel. El episodio fue una verdadera sorpresa de sus vecinos, que veían en él a un hombre gentil y educado, con una vida normal.

El lugar de reclusión al que lo enviaron era uno de los peores del sistema penitenciario uruguayo: el sector denominado “La Roca” del Penal de Libertad, en donde mantuvo estrechos nexos con narcotraficantes y otros peligrosos delincuentes. La pista de la extorsión a cambio de “tranquilidad” es uno de los caminos para este rompecabezas.

Una ex integrante del culto, Meredith, que ahora trabaja como fotógrafa, pintora y profesora particular de bellas artes, declaró después de conocer el asesinato: “Espero que se está asando en el infierno”.

Una adolescente convertida en “esclava sexual”

Arno Wollensak era buscado en Alemania por varios casos de abusos sexuales, entre ellos el más conocido se trató del denunciado por Lea Saskia Laasner, una joven de origen suizo. En El País se cuenta que Laasner tenía 13 años cuando fue llevada por sus padres a la secta dirigida por Wollensak junto con su esposa, y permaneció allí durante varios años, viviendo en diferentes hogares de otros países hasta el año 2002, cuando logró escapar.

Por su parte, la madre continuó en la secta y, según confirmó el juez del caso Marcos Seijas a los medios, se encontraba en Uruguay viviendo con el matrimonio. Se presume que la mujer, también de origen suizo, volvió a su país.

La secta, que tenía unos 40 seguidores, logró reunir un capital millonario. Sus integrantes debían donar todas sus propiedades como un requisito previo al ingreso. Se desplazaban por Alemania, Francia, Portugal y Bélgica. Durante su cautiverio, Laasner fue designada como una esclava sexual, ya que, según anunciaba Wollensak, este acto ayudaría a su crecimiento espiritual. El primer abuso se dio en 1994.

Wollensak y su esposa, Julie Ravell, fueron acusados en 2006 por nueve casos de abuso sexual, de los cuales varios ya prescribieron. En 2007 se dieron a la fuga y se trasladaron a Surinam, donde obtuvieron documentos falsos, fue en 2008 cuando llegaron a Uruguay. Laasner escribió varios libros que cuentan acerca de su paso por la secta, los abusos que recibió y cómo logró escapar. En 2005 recibió el “Premio del Coraje” otorgado por la revista suiza Der Schweizerische Beobachter por su valentía al hablar en público.

Laasner, que hoy tiene 35 años, coincide en su testimonio con otra suiza que hoy tiene 34 años, según informa Teledoce. En su blog, esta segunda mujer contó que fue abusada cuando tenía diez, también con sus padres como cómplices. Dijo que la fuga de Lea en el año 2002 quebró el culto.

Ahí comenzó la fuga de Wollensnak y su esposa. Primer fue a Belice, después a Surinam. En el 2007 llegó a Uruguay oculto bajo su identidad falsa. “Acá vino con el nombre de Mark Neumann. Parece que él tenía una identidad que no era la de él, él mismo lo dijo”, explicó uno de sus vecinos en Uruguay.

Doctrinas y prácticas de la secta

Wollensak había sido seguidor del gurú indio Osho (Bhagwan Shree Rajneesh) y, tras ello, junto a su esposa, Julie Ravell, formaron el grupo Lichtoase, en el que la mujer decía ser médium y canal de Ramtha, un espíritu guerrero de 35.000 años que guiaba el accionar de los involucrados, según revela Telenoche.

Tras 10 años funcionando en Alemania, el grupo se separó tras la presión de la prensa y de personas que intentaban sacar a sus familiares del culto. La secta se trasladó así a Austria, Portugal y luego a Centroamérica. Fue en Belice, en 2001, donde Laasner logró escapar y en 2005 escribió el libro Seelenfänger, en el que narra su vida en la secta. “Nos ordenaba cambiar de aspecto, de ropa, de pensamientos, nuestros hábitos, vender todo, nos hizo cortar vínculos con padres, familiares y amigos”.

La joven fue designada a los 13 años a ser pareja sexual de Wollensak “por la antigüedad de su alma” y para “acelerar su crecimiento espiritual”. Sus padres estaban también en el grupo. Varias mujeres narran además en distintos portales los tratos y vejaciones a las que eran sometidas dentro de la secta cuando eran menores por distintos integrantes y cómo el ahora fallecido manipulaba a sus padres.

“Nos ordenaba cambiar de aspecto, de ropa, de pensamientos, nuestros hábitos, vender todo, nos hizo cortar vínculos con padres, familiares y amigos. Mi padre, mi hermano y yo pudimos salir, pero mi madre no”, cuenta otra de las víctimas en el sitio Stronger After.

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