(InfoCatólica) El 20 de octubre de 2018, será beatificado Tiburcio Arnaiz sj. Así lo ha anunciado el Padre Vicente Luque sj, vicepostulador de la Causa, en el transcurso de la primera conferencia del Ciclo «Preparando la beatificación del P. Tiburcio Arnaiz», que se celebró el martes pasado en el salón de actos de la Casa Hermandad de Estudiantes de Málaga.
La primera de las charlas en torno a la figura del próximo beato corrió o a cargo de Francisco José González Díaz, patrono de la Fundación Victoria, quien ha hablado sobre «el Padre Arnaiz como promotor de la cultura y la educación en Málaga». En su presentación, el padre Luque hizo pública la confirmación oficial de la fecha, remitida por la Santa Sede, a la postulada Silvia Correale, lo que ha sido recibido por los presentes con expresiva emoción.
Con motivo de esta celebración, la Diócesis de Málaga ha puesto en marcha una web www.padrearnaiz.es, con toda la información sobre el santo y donde es posible inscribirse para participar en la beatificación, ya sea como particular, grupos, voluntarios, sacerdotes o coralistas.
La próxima cita de este ciclo de conferencias, organizado por la Comisión diocesana que está preparando la beatificación, será el 22 de mayo, a las 20 horas, en el salón de actos de Estudiantes, y será sobre la figura del Padre Arnaiz como impulsor del Apostolado Seglar. El encargo de desarrollarla será Mons. Alberto José González Chaves, delegado de Vida Religiosa en la Diócesis de Córdoba y autor de la biografía del próximo beato que verá la luz el próximo verano.
En los próximos días serán anunciados los detalles de la última conferencia, que será pronunciada por el obispo de Coria Cáceres, D. Francisco Cerro Chaves.
Biografía del Venerable Padre Arnaiz, S.J.
El P. Arnáiz es oriundo de la ciudad de Valladolid, donde nació el 11 agosto 1865. Se ordenó de sacerdote diocesano en 1890 y luego en 1902 ingresó a la Compañía de Jesús. Falleció en Málaga el 18 julio 1926, a los 61 años de edad, 36 de sacerdote y 24 de Compañía.
El P. Arnaiz S.J. y las Misioneras de las Doctrinas Rurales, por J.M. Iraburu
En la Casa del Niño Jesús
En Málaga había de ser donde el P. Arnaiz se decantara tal como era por dentro y apareciera el hombre de Dios santo, olvidado de sí mismo, dado a un trabajo ininterrumpido y, digámoslo de una vez, también original.
Su primera ocupación por espacio de un curso, 1912 a 1913, fue el cuidado de los mozalbetes acogidos en la Casa del Niño Jesús, que unos años antes había sido fundada por el P. Aicardo, junto con el apoyo de un grupo de señoras preocupadas por la situación, en la calle, de los rapaces que no tenían quien les amparase. Como siempre era habitual en él, se entregó a esa labor con alma y vida, aun no siendo éste el campo más adecuado para explayar su celo.
Confesor y propagador de la devoción al Corazón de Jesús
Ya, al año siguiente, se le dejó libertad para que, dentro de lo que era la actividad propia de cualquier padre de una Residencia de la Compañía, pudiera ir mostrando sus cualidades y preferencias apostólicas. En aquél entonces los jesuitas en Málaga vivían ya en la casa que se había inaugurado dos años antes en Calle Compañía, pero era en la Iglesia de S. Agustín donde celebraban la Eucaristía, confesaban a los penitentes que acudían a ellos y predicaban la palabra de Dios. No estaba aún inaugurada la actual Iglesia del Sdo. Corazón de Jesús, que se abriría, el año 20, junto a la mencionada casa.
Comienza el P. Arnaiz, entonces, a llamar la atención, sin él pretenderlo, por su santidad. Los fieles que buscan una dirección espiritual sólida acuden en gran número a su confesionario, debiendo esperar a veces largo rato a que les llegase su turno. Se encargó de fomentar la devoción al Corazón de Jesús. Como dato peculiar hay que reseñar a este propósito que el año 1915, contra todas las opiniones opuestas que le desaconsejaban el que lo hiciera, sacó por las calles de la ciudad la Procesión con la imagen de dicho Corazón de Jesús. Hacía años, desde principio del siglo, que no se sacaba por temor al ambiente sociopolítico, hostil a todo tipo de manifestaciones religiosas. El resultado fue de éxito rotundo y ya, durante su vida, no dejó de hacer lo mismo, salvo un curso, del 1916 a 1917, que estuvo destinado en Cádiz.
Enfermos, encarcelados, ejercicios espirituales
Fuera del templo, el Padre aprovechaba todas las oportunidades posibles para visitar y atender a los enfermos en sus casas y en el Hospital. Para esta misión del Hospital, se vale de caballeros y señoras cuya dirección espiritual había asumido, que le preparaban a los enfermos más ignorantes, capacitándoles para atender la posterior predicación del Padre y recibir de su manos los Sacramentos. No se olvida de acudir a la cárcel, donde atiende a los presos, con abnegación y amor.
Atiende, igualmente, a las religiosas de las diversas comunidades y da Ejercicios Espirituales a los sacerdotes de la diócesis, etc., etc. Todo de tal modo que llama la atención por su celo, su entrega y el no dar el mínimo descanso a su cuerpo.
En los Corralones
Pero hora es ya de que hablemos de su trabajo apostólico más original, en esta primera etapa de su estancia en Málaga: la labor realizada en los corralones, llamándoseles así a casas de vecinos de peculiar estructura, siempre habitadas por gente muy pobre. Fueron unos veinte, situados en la periferia de la ciudad, en aquel entonces, a los que atendió.
Comenzaba por alquilar una habitación en el corralón, donde establecía una pequeña escuela, llamada miga, es decir, una unidad escolar dirigida por una maestra que enseñaba las primeras nociones, a leer y escribir y hacer cuentas, juntamente con el catecismo de las verdades más esenciales de la fe. Cuando ya estaban los asistentes suficientemente preparados, acudía él a tenerles unas breves charlas religiosas para capacitarles a recibir los sacramentos. La miga continuaba abierta, posteriormente, acrecentando la formación que poco a poco se iba adquiriendo. El fruto producido fue extraordinario: Muchos sitios, adonde no podía antes entrar un sacerdote, - incluso en alguna ocasión habían llegado hasta tirarle una rata muerta al mismo P. Arnaiz -, ahora eran acogedores a la labor de la Iglesia y agradecidos al bien que se les hacía.
El año 1916, pasado el verano, y accediendo a la insistencia del Obispo de aquella ciudad, D. Manuel Rancés, el P. Arnaiz fue destinado a Cádiz. En Málaga fue extraordinario el sentimiento por su partida; pero, fallecido el Obispo gaditano, fue nuevamente destinado a dicha ciudad, por esas mismas fecha del año 1.917. Cuando vuelve a Málaga la labor iniciada por él en los corralones ya había sido asumida por otros padres de la Residencia y él, con verdadero sentido apostólico y despego de su propia obra, continúa su labor en predicación, visitas a los enfermos, a la cárcel, etc.
Las Doctrinas Rurales
Ya había dicho él, a alguna de sus colaboradoras en los corralones, que su idea era otra: Adonde pretendía llegar, con ese original método de acercamiento a la gente ignorante, era a las aldeas y cortijadas adonde no va nadie y donde la gente se encuentra en el mayor abandono cultural y religioso. Así surgieron en su mente Las Doctrinas Rurales para paliar el abandono e ignorancia de las barriadas marginales de Málaga, en 1912, ideó poner una especie de escuelas, donde algunas señoritas, dirigidas suyas, enseñaban con el más absoluto desinterés, las verdades fundamentales de nuestra fe y cultura general. En pocos meses, el conocimiento de Dios llevaba a aquellas gentes sencillas a desear vivir en gracia, correspondiendo al amor del Señor. Cuando el P. Arnaiz los veía preparados organizaba una Misión Popular donde muchos volvían a la fe, recibiendo debidamente preparados los Santos Sacramentos.
El P. Arnaiz deseaba ampliar esta labor evangelizadora en las aldeas y pueblos; Pero para esto necesitaba almas que aceptaran trasladarse a vivir a estos lugares apartados durante meses o años, el tiempo necesario para instruirlos cultural y religiosamente; personas piadosas dispuestas a sacrificar no solo las comodidades materiales, sino también los auxilios espirituales como la Santa Misa o la Comunión frecuente... ¡hacía falta mucha generosidad y entrega!
Y así fue. En 1921 se encuentra con María Isabel González del Valle, a quien se unieron un grupo de señoritas dirigidas del P. Arnaiz . y bajo la dirección de éste, comenzó la primera Doctrina Rural en la Sierra de Gibralgalia, en Málaga.
Más Misiones populares y Ejercicios espirituales.
Pero la labor del Misionero no se limitaba a estas acciones, que podríamos llamar estables, ya que duraban todo el tiempo que fuese necesario para instruir y elevar cultural y religiosamente a una aldea. El iba adonde le llamaban a predicar la palabra de Dios, siendo su especialidad los Ejercicios Espirituales y las Misiones de ocho o más días, como solían durar las que se tenían en una localidad de cierta relevancia. En ellas la entrega del P. Arnaiz era enorme: era voz común que no dormía en la cama y el tiempo que dedicaba al sueño, en una silla o en el mismo suelo sobre una estera, era escasísimo; comía sólo el primer plato que le servían y pasaba largas horas en el confesionario o dado a la oración, hasta altas horas de la noche, para volver a la Iglesia del pueblo antes del amanecer para tocar las campanas e iniciar el rezo del Santo Rosario por las calles.
Al encuentro con Cristo
Estando predicando la Novena del Corazón de Jesús en Algodonales, entonces de la Diócesis de Málaga, aunque de la Provincia de Cádiz, cayó enfermo con fiebre alta. Desde Málaga enviaron un coche para llevarle a su residencia. Cuando se supo que había llegado en aquellas condiciones y obligado a guardar cama , la ciudad se movilizó, acudiendo numeroso gentío a la Residencia de los Jesuitas a informarse de su estado. Hubo que poner en sitio visible el parte médico cada día: Bronconeumonía, diagnosticaron los doctores que le atendían. E l templo del Sdo. Corazón era testigo de las continuas oraciones que espontáneamente se hacían por su salud. Aunque, en un principio, el dictamen de los médicos era favorable a su restablecimiento, el cuadro clínico fue empeorando rápidamente y, a los ocho días, entregaba el enfermo su alma a Dios, cumpliéndose la predicción que él mismo había hecho semanas antes y después de dejar edificados a cuantos le asistían. Era el 18 de Julio de 1926.
El duelo por su pérdida fue universal. Toda Málaga se sintió huérfana de tan gran bienhechor. Le lloraron los humildes y también los de condición económica elevada. Se obtuvo licencia de Roma y del Ministerio de Gobernación para que pudiese ser enterrado en la Iglesia del Corazón de Jesús, donde tantas veces había confortado a innumerables almas en el confesionario y a tantos instruido y enfervorizado con su cálida palabra, llena de unción desde el púlpito. Su cadáver, expuesto a la veneración pública, fue visitado durante tres días, formándose colas continuas para poder tocar su cuerpo con objetos de devoción. Y todavía, antes de ser inhumado bajo las bóvedas del templo, como queda dicho, fue llevado en concurridísimo cortejo por las calles de la ciudad, por donde durante tantos años había llevado él la Procesión del Corazón de Jesús. Cerró el comercio y la comitiva fúnebre fue presidida por las autoridades religiosas, civiles y militares. Pero no sólo de Málaga,sino que de muchos otros sitios por donde había sembrado el bien con su incansable apostolado acudieron a darle el último adiós. Había muerto en olor de santidad.
Con información de Diócesis de Málaga, www.padrearnaiz.es, www.mdrurales.com
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