Los hombres en China e India no pueden encontrar esposas

(LifeNews/InfoCatólica) El desequilibrio de distribución entre ambos sexos en China y Asia está causando un caos social. Y la cosmovisión del Washington Post no le permitirá admitir la verdadera causa del problema.

Li Defu, de 21 años, trabaja arduamente para construir una casa en la China rural. Mientras que los hombres estadounidenses de su edad pasan su tiempo libre jugando con amigos, Li sabe que no tiene tiempo que perder. Sin esta casa, es posible que nunca encuentre una esposa.

Como Li le dijo al Washington Post en una historia titulada «Demasiados hombres», «Por el momento no hay chicas de mi edad. Estoy construyendo esta nueva casa, en caso de que encuentre a alguien».

Pero incluso con una bonita casa para atraer a una novia, no hay garantía de que Li alguna vez encuentre esposa. La razón: hay 34 millones menos mujeres chinas que hombres. Los hombres indios comparten esta pesadilla demográfica: hay 37 millones menos mujeres que hombres en la India.

¿Cuál es la causa de este enorme desequilibrio de género?

Al leer la noticia se puede perdonar que no se llegue a la conclusión obvia: se abortaron setenta millones de bebés  por nacer, asesinados en el útero simplemente porque eran mujeres. En cambio, el Washington Post se refiere falsamente a «preferencias culturales, decretos del gobierno y tecnología médica moderna». En una historia de 5,300 palabras, la palabra «aborto» se usa exactamente una vez. El daño social causado por el aborto de selección de sexo es alucinante, y sin embargo, ¡el Post apenas se atreve a mencionar la palabra!

Ahora, es una apuesta segura que la mayoría de los editores y escritores del Post consideran que el aborto no es simplemente un derecho de la mujer, sino también un bien cultural. Entonces, ¿por qué son tan reacios a usar la palabra en esta historia de primera página?

Sospecho que es porque a nadie le gusta enfrentarse al hecho de que su cosmovisión es defectuosa, en este caso, trágicamente.

Durante décadas, los grupos occidentales de planificación familiar, como el Fondo Internacional de Planificación de la Familia y el Fondo de Población de las Naciones Unidas, han promovido el aborto a gran escala como la solución a muchos de los problemas del mundo. Han trabajado con líderes tanto en China como en India, instándoles a reducir sus niveles de población a través del aborto y la esterilización.

¿El resultado? Setenta millones de hombres, que esperaban casarse y criar niños, están desesperadamente solos. Las «novias» son secuestradas de otros países. La prostitución forzada y los ataques contra las mujeres van en aumento.

Irónicamente, muchos de los padres que abortaron a sus hijas no nacidad a favor de sus hijos nunca tendrán nietos: no hay mujeres para que sus hijos se casen.

Los defensores del aborto retratan el aborto como un bien social que permite a las mujeres controlar sus propios cuerpos. Pero en India y China, y a veces también en Occidente, el aborto le ha dado a las mujeres menos control. Su gobierno o los parientes de su esposo los obligan a matar a sus hijas por nacer.

La historia de esas 70 millones de mujeres desaparecidas nos recuerda que nuestra cosmovisión, cómo vemos la realidad, cómo definimos lo que es bueno o malo afectará nuestra forma de vivir, como individuos y como sociedad. Como Chuck Colson a menudo nos instó, deberíamos probar la validez de cualquier cosmovisión siguiéndola hasta sus conclusiones lógicas.

La cosmovisión cristiana considera a los niños de ambos sexos como una gran bendición. En el Salmo 127, leemos: «Bienaventurado el hombre cuya aljaba está llena de ellos». Pero los defensores del aborto seculares piensan que deberíamos resolver los problemas del mundo mediante la matanza de los inocentes.

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