Mons. Aguer se refirió a los claroscuros del «debate» de los senadores por el aborto

(InfoCatólica) El Arzobispo emérito de La Plata, Monseñor Héctor Aguer, en el programa Claves para un Mundo Mejor, que se emite por canal 9, los sábados, a las 9, hizo referencia a lo que denominó los «claroscuros del debate de los senadores», ante la ley de aborto. Sostuvo que «me he tomado el trabajo, o la pena digamos mejor, de escuchar no todas pero sí muchas de las intervenciones de los senadores. Ahí hemos oído un poco de todo: cosas magníficas, admirables diría yo, y otras que daban vergüenza, pena; piezas lamentables desde todo punto de vista. Lo mismo había dicho unos días antes, y sin ruborizarse, el ministro de Salud Pública de la Nación».

Mencionó ejemplos como el de «una senadora por Mendoza, que habló largamente. Para ella la cuestión del aborto se reducía a esto: ampliación de los derechos de la mujer y un problema de salud pública. Y un Senador por Córdoba, que hizo una especie de crítica de los Diez Mandamientos, y acusó a la Iglesia de convertir los pecados en delitos».

Habló, también, del presidente del bloque justicialista del Senado, «que se definió como un católico laico. Allí hay una pequeña confusión, porque laico viene de laos, que en griego significa pueblo; o sea que un católico laico es el pueblo de Dios. Él habrá querido decir católico laicista, que no es lo mismo. Laicista no es lo mismo que laico. A veces se confunden esos adjetivos. La tradición masónica ha inyectado, ya en el siglo XIX la ideología masónica en la política argentina. Este senador también le echó en cara a la Iglesia ser la responsable que aquí impide todos los desarrollos, todos los avances, todos los progresos. Hay algo allí muy característico del lenguaje masónico. Pero además ese senador incurrió en un pequeño desliz bíblico pues dijo que David escribió en tablas de piedra los Mandamientos de la Ley de Dios, y debemos decir que se equivocó por unos cuantos siglos parece. Es disculpable, porque seguramente no leyó la Biblia».

También reparó en que «otros discursos han sido muy buenos, verdaderamente muy buenos», y sobre todo destaco este punto: «han insistido en que ese proyecto es inconstitucional. El senador por San Luis, Rodríguez Saá, por ejemplo, hizo un discurso, muy concreto, enunciando los puntos de la Constitución Nacional, de los Tratados Internacionales unidos a ella, de las aclaraciones que la Argentina hizo por ley respecto de esos mismos Tratados, y de la Constitución de San Luis, su provincia».

«Varios otros Senadores –agregó- aludieron también a sus Constituciones Provinciales: aquí hay algo muy interesante, y es que apareció la Argentina profunda. Es decir apareció el país federal, que está como obnubilado o tapado por el unitarismo porteño. Esto es lo valioso: mirar el país federal y las Constituciones Provinciales, que han sido sancionadas en el marco que ofrece la misma Constitución Nacional que está de acuerdo con ello. Todo esto que se ha dicho contra la Iglesia y la presencia de la Iglesia tendrían que resolverlo convocando una Asamblea Constituyente y borrando el Artículo 2° de la Constitución, sacando el “nombre de Dios” del Preámbulo, etc».

Se permitió, igualmente, una «digresión»: «es alarmante comprobar el desconocimiento que muchos legisladores nacionales y provinciales exhiben de las cartas fundamentales, la Nacional y la de los estados provinciales. Tengo una experiencia directa respecto de la Provincia de Buenos Aires. Podría presentar varios ejemplos, pero me limito a uno. Hace unos años se votó una ley de Educación Sexual Integral; ni los legisladores ni el Poder Ejecutivo que la promulgó (en ambos casos «en paquete», «de apuro») advirtieron que es inconstitucional. Se trata de la 14.744, que contradice al artículo 199 de la Constitución Provincial de 1994, en el cual se lee que los escolares bonaerenses deben recibir una educación integral, de sentido trascendente, según los principios de la moral cristiana, respetando la libertad de conciencia. No hace falta ser jurista para comprender que se refiere a las escuelas estatales. Nunca se ha cumplido este precepto constitucional, y además ahora pretenden imponer en los colegios católicos un programa de perversión sexual integral. ¿Nos toman por giles o creen que comemos vidrio?».

Concluyó que «es interesante notar que el senador del bloque justicialista al cual me referí antes, no sólo atacó a la Iglesia Católica sino también a las Iglesias Evangélicas. ¿Qué quiero decir con esto?: que nuestros hermanos cristianos evangélicos han dado un ejemplo, en este caso, de coherencia y de valentía extraordinario que, desgraciadamente, no se dio en muchos ambientes católicos. Hay que revisar qué entendemos por democracia».

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