(Fundación Lejeune) Don Arcadi Espada ha realizado unas polémicas declaraciones en el curso del programa de televisión ‘Chester’, durante una entrevista realizada por el periodista Risto Mejide, en donde manifestaba su sorpresa ante el hecho de que existan personas con discapacidad: «Hay personas que consideran que, si alguien les detecta un niño enfermo, tienen todo el derecho a seguir adelante con el niño enfermo», eso a él le parece «una inmoralidad».
Para intentar salvar la situación que generan estas afirmaciones, el señor Espada añade que él no les obligará «a abortar». No contento con eso, el señor Espada añade a continuación que «si el servicio público de salud detecta una persona con una anomalía grave que va a impedir que lleve una vida normal, y digo normal con el pleno uso y conciencia de por qué uso esta palabra», tenga a su hijo, pero «cuídese de él, porque si el servicio público le ha avisado a usted de que esa persona va a nacer con gravísimas deficiencias que van a suponer para la sociedad un costo que podría haberse evitado, usted evidentemente deberá asumir: primero, la responsabilidad moral de haber traído en esas condiciones un hijo al mundo; dos, la responsabilidad económica de mantener a ese hijo en las condiciones necesarias para la persona y su dignidad».
Ante estas declaraciones, sorprendentes en una sociedad que ha descubierto el valor y la dignidad que tienen todas las personas, independientemente de su estado o condición, la Fundación Jérôme Lejeune en España hace las siguientes apreciaciones:
- La existencia de una patología o enfermedad en el ser humano no le niega su realidad personal. Es decir, las personas lo son por el mero hecho de serlo, no porque vivan en determinadas condiciones de idoneidad ni mucho menos porque otras personas les reconozcan su ser personal. Y, precisamente por esta realidad personal, cada ser humano es sujeto de derechos fundamentales que no pueden ser vulnerados por otros. Todo ser humano tiene derecho a vivir, independientemente de las condiciones en que se produzca esta vida. Por tanto, negar a una persona el derecho a la vida es siempre una vulneración de derechos. Los padres que reconocen en sus hijos su derecho a vivir no hacen sino reconocerles su ser persona. Obligar a un padre a violentar los derechos de su hijo, como obligándole a quitarle la vida mediante el aborto provocado, sí que sería una grave inmoralidad, además de contrario a toda justicia y ordenamiento jurídico.
- El síndrome de Down no es una enfermedad, es una condición genética que se expresa a través de unas condiciones concretas, entre las que destaca la discapacidad intelectual. Pero afirmar que las personas con síndrome de Down son enfermas es un error a todas luces.
- La sociedad española ha aprendido el valor de la justicia y de la dignidad de cada persona, reconociendo los derechos fundamentales de todos mediante la Constitución de 1978 y la ratificación de numerosos tratados internacionales, entre ellos la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Esto nos ha permitido reconocer la grandeza de cada uno, más allá de las condiciones en que se desarrolle su vida y su devenir. Por ello, no nos sorprendemos ante el hecho de que muchos padres acojan en sus familias hijos con discapacidad o enfermedad de cualquier tipo. Es más, sabemos, por propia experiencia, que la presencia de estas personas en las familias es, en la gran mayoría de las ocasiones, oportunidad de crecimiento y superación para todos sus miembros. La belleza de la vida se manifiesta siempre que se le deja manifestarse y, de forma especialmente intensa, en la realidad de la discapacidad y la asunción del reto que representa.
- Es obligación del servicio público de salud en España respetar el derecho de toda persona a la asistencia sanitaria. El diagnóstico médico está llamado a ser la herramienta que permita el ejercicio de este derecho, y no la privación del mismo. Los españoles nos sentimos orgullosos de haber construido entre todos un servicio público de salud que respeta las normas de la justicia, la equidad y la proporcionalidad. Lamentamos que haya ciudadanos que no compartan la función de este servicio público.
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