(LifeSiteNews) El jueves pasado 2 activistas fueron arrestados por ofrecer rosas a las mujeres dentro de la Clínica Delta, una acción que generó que 2 madres rechazaran el aborto y otras 8 salieran de la clínica abortista.
Manifestantes pro-vida, incluido el conocido activista de Baton Rouge Richard Mahoney, llegaron a las instalaciones a las 7:30 a.m. Mahoney estuvo acompañado por miembros de Red Rose Rescues, Lauren Handy y Patrice Woodword. La intención era hablar con todas las mujeres que llegaban para que le practicaran su aborto, quienes hacían cola en el estacionamiento esperando su turno para ingresar a la clínica abortista. Aproximadamente 70 activistas se reunieron en las fueras de la clínica, algunos rezando en silencio mientras que otros portaban carteles.
Aproximadamente a las 9:40 a.m., llegó la abortista de la Clínica Delta, la Dra. Nsikan San Martin, nacida en Nigeria. Cuando el vigilante de la clínica se distrajo y la escoltó a la instalación, Will Goodman y Tony Puckett, ambos con equipo de protección personal, entraron silenciosamente por la puerta lateral de la clínica abortista, que estaba abierta. Rápidamente obtuvieron acceso a la sala de espera de la clínica abortista. 4 mujeres ya estaban dentro de la sala de aborto esperando que la Dra. San Martin les administrara la primera dosis del químico RU-486.
Will Goodman y Tony Puckett se enfrentaron con los 2 vigilantes de la clínica abortista, uno de los cuales preguntó: «¿Qué están haciendo aquí?».
Goodman explicó: «Estamos ofreciendo rosas a cualquier persona en la clínica», y procedió a ofrecer rosas a cada una de las mujeres. Estaban asombrados viendo a las mujeres tomar las rosas, y uno de ellos dijo: «Gracias, el gesto es muy amable de su parte».
El otro vigilante, sin embargo, leyó la tarjeta adjunta a las rosas que decía palabras de esperanza y aliento a las mujeres con pensamiento de aborto instándolas a elegir la vida, además con números de teléfono de grupos locales de ayuda para el embarazo. El vigilante de la clínica se puso furioso, sacó todas las rosas, las tiró al suelo y exigió que Goodman y Puckett abandonaran las instalaciones.
Goodman explicó: «No podemos irnos. Estamos aquí para ayudar a las madres a elegir la vida». El vigilante respondió: «No pueden estar en este edificio al menos que se estén practicando un aborto. ¿Señor, ud abortará?
Goodman respondió: «Por supuesto que no. Estamos aquí de manera pacifica para prevenir los abortos y ofrecer esperanza a las madres». El vigilante agarró por el hombro a Goodman, y este se cayó al suelo de rodillas. Puckett, aún sosteniendo sus rosas, se sustuvo sobre una rodilla.
Los activistas confiaban en que las mujeres en la sala de abortos podían escuchar el intercambio de palabras entre ellos y los vigilantes. Inmediatamente, una mujer salió del pasillo de atrás y, mientras Goodman estaba inerte en el piso, ella salió del edificio llorando. A ella no le practicaron el aborto ya que la Dra. San Martin aún no había ingresado al edificio.
Finalmente, el vigilante y la Dra. San Martin entraron en la sala de espera de la clínica y gritaron a los activistas que tenían que salir.
Mientras estaban preocupados por los activistas, el estacionamiento permaneció «desprotegido» por los vigilantes de la clínica abortista. Los activistas Lauren Handy y Patrice Woodwood aprovecharon la oportunidad para ingresar al estacionamiento. Hablaron con las mujeres que todavía estaban en cola esperando para ingresar a las instalaciones. De las 15 mujeres, 7 aceptaron las rosas que se les ofrecieron. Una mujer le preguntó a Handy si le podía regalar una de las rosas. Lauren le habló, le dio su número de teléfono, le dio una tarjeta y la animó a llamarlo. La mujer se salió de la cola, regresó a su automóvil y se fue.
Goodman ofreció su última rosa a la Dra. San Martin, pero ella se negó a aceptarla. En cambio, tanto ella como el vigilante arrastraron a Goodman fuera de las instalaciones. La policía de Baton Rouge ya habían llegado con 10 vehículos policiales situados en el estacionamiento. Varias mujeres seguían haciendo cola esperando entrar en la clínica. 4 de ellas, desconcertadas por la conmoción causada por la presencia de tantos policías, salieron de la cola, subieron a sus automóviles y salieron del estacionamiento.
Goodman fue arrastrado fuera de la clínica abortista y «tirado» en el pavimento cerca de la puerta de entrada de la clínica. Luego, el vigilante buscó a Puckett y lo escoltó a las fueras de las instalaciones. En este momento, otras 4 mujeres salieron de la clínica abortista y estaban muy enojadas. Aparentemente, por razones desconocidas, varias mujeres fueron expulsadas de la clínica y se les negó el «servicio» que esperaban obtener. En total, 10 mujeres abandonaron la clínica abortista durante el momento en que tuvo lugar la gente de Red Rose Rescues.
La policía advirtió a Goodman y Puckett que debían abandonar la propiedad privada o serían arrestados. Goodman explicó: «No podemos hacer eso, oficial. Estamos aquí para defender a los indefensos no nacidos programados para ser ejecutados».
Uno de los oficiales se mostró comprensivo con los activistas y declaró: «Entiendo totalmente lo que están haciendo y si no estuviera usando este uniforme te diría exactamente lo que pienso». Goodman y Puckett expresaron su determinación de no abandonar la propiedad privada y, por lo tanto, fueron esposados y detenidos. La policía estaba preocupada, pues los activistas no iban a caminar solos hacia los vehículos policiales que los esperaban, los amenazaron con el arresto si se resistían al procedimiento «pasivo». Goodman preguntó si los policías podrían conducirlos hacia los vehículos y, de ser así, aceptarían levantarse y entrar en las patrullas. Los policías cumplieron con la solicitud.
Goodman y Puckett fueron llevados a la estación de policía local, los registraron mientras permanecían en los vehículos policiales y los liberaron de inmediato con un cargo de «Fracaso de dispersión». Están citados para comparecer ante el tribunal el 29 de junio.
Cabe señalar que solo el vigilante y la recepcionista de la clínica abortista llevaban máscaras faciales. La Dra. San Martín no cumplió con el distanciamiento social cuando se enfrentó a los activistas, no usó equipo de protección personal y no cumplió con la regla del distanciamiento social de 6 pies. Tanto Goodman como Puckett informaron a todo el personal de la clínica abortista que tenían la intención de observar las restricciones de distanciamiento social, que el personal de la clínica decidió no cumplir. La Dra. San Martín también le comentó a Goodman que por dinero ella «con mucho gusto abortaría a cualquiera de sus bebés» y le dijo a Puckett: «Te habría abortado a ti».
«Si el personal de una clínica abortista puede ingresar a una clínica para asesinar a fetos, durante la pandemia de coronavirus, entonces, ciertamente, los pro-vida también pueden ingresar a una clínica abortista para defender y posiblemente salvar a los fetos». Comentó la Dra. Monica Migliorino Miller, de Citizens for a Pro-Life Society, quien ayudó a organizar el rescate en Baton Rouge y es miembro fundadora de Red Rose Rescues.
«Está bastante claro que al menos 2 mujeres no mataron a sus bebés, gracias a la acción de los miembros de Red Rose Rescues. Lo importante es que, los activistas de Red Rose Rescues realizaron un acto de amor para estas madres y sus bebés. Incluso en este momento de crisis, todavía tenemos que estar allí, ir a los agujeros oscuros tanto como podamos y amar a todos los que no son deseados».
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