El obispo de Fréjus-Toulon acusa a Macrón de ofender a los cristianos por seguir prohibiendo el culto religioso público

(InfoCatólica) Declaraciones de Mons. Rey:

¿Qué le inspira la declaración del primer ministro sobre el aplazamiento de las celebraciones del culto hasta el 2 de junio?

Al final de una larga enumeración de las medidas tomadas para la desescalada (como dicen en España o las etapas de salida de la cuarentena como diríamos acá) en las escuelas, las empresas, el transporte, el primer ministro anunció de manera rápida que los oficios en las iglesias sólo podrían realizarse a partir del 2 de junio.

Considero que esta prohibición es incomprensible e injusta. El Gobierno discrimina con respecto a las medidas de desescalada previstas en otros ámbitos de la vida pública y social. Sí, es una ofensa a los cristianos. Para los centenares de miles de fieles que podrán hacer las compras, trabajar, reunirse, siguiendo las reglas de seguridad sanitaria, pero no podrán ir a Misa o participar en un culto, cuando las celebraciones son momentos esenciales, vitales, no sólo en la vida de un creyente sino también para la vida de nuestra sociedad, dado que en ellas pedimos a Dios su auxilio, su ayuda, para nuestro país y para el mundo.

Sí, me insurjo contra el hecho de tratar la misa como una actividad secundaria, o incluso lúdica. De ella depende la salud de nuestra alma.

¿No se corre el riesgo de favorecer la propagación o un rebrote del Covid 19 si la gente se reúne en las iglesias?

La Iglesia católica estaba dispuesta, y lo sigue estando, a aplicar todas las medidas necesarias de higiene y seguridad personal, de distanciación social, en los lugares de culto. Está dispuesta a multiplicarlas celebraciones para evitar aglomeraciones excesivas. Estamos dispuestos a hablar con las autoridades prefectorales, municipales, para aplicar el protocolo de las normas indispensables para evitar cualquier contagio.

Pero todo esto fue descartado sin más, con una simple frase que proscribe el ejercicio del culto. Resulta chocante el tratamiento discriminatorio impuesto, la falta de consideración por los cristianos. La libertad religiosa garantizada por la Constitución es así amordazada, limitada.

¿Qué pueden hacer los cristianos frente a estas disposiciones gubernamentales mientras aguardan el fin de la cuarentena?

Me parece importante que los cristianos hagan oír su voz, que expresen su descontento, de manera clara, pacífica pero firme ante semejante desprecio. Debemos seguir organizándonos como muchos han hecho desde el inicio de la cuarentena, utilizando las redes sociales para tejer lazos entre nosotros, siendo solidarios con las personas aisladas, frágiles, ancianas, visitando a los enfermos, haciendo de cada uno de nuestros hogares, iglesias domésticas, con momentos de oración, compartiendo como hermanos momentos propicios para la interioridad, la meditación. Debemos inventar nuevas formas de vida cristiana, de culto, de relaciones fraternas y ante la incertidumbre por el mañana, promover la confianza, la esperanza en el Señor.

Para todas estas iniciativas, los cristianos deben tomar, de modo ejemplar, todas las precauciones necesarias, tanto para sí mismos como por caridad para con las demás personas que encuentren o frecuenten, atentos al bien común.

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