(Agencias/InfoCatólica) El cardenal y arzobispo emérito de Washington, Theodore McCarrick, ha sido apartado de sus funciones debido a las acusaciones de abuso sexual que pesan sobre él, las cuales, tras una investigación interna, han sido consideradas «creíbles» por el Vaticano.
La archidiócesis de Nueva York señala en un comunicado:
«Una comisión de investigación encontró que las alegaciones estaban fundamentadas y eran creíbles. El secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, siguiendo las instrucciones del Papa Francisco, ha ordenado que el cardenal McCarrick abandone el servicio público»
McCarrick ha negado en todo momento las acusaciones, que se remontan a los inicios de su ministerio cuando, hace casi 50 años, ejercía de sacerdote en la archidiócesis neoyorquina.
Defiende su inocencia y acepta la decisión de la Santa Sede
El cardenal emérito, de 87 años de edad, ha asegurado a través de un comunicado divulgado este miércoles que, a pesar de que las acusaciones le sorprendieron y de que en todo momento ha defendido su inocencia, cooperó «plenamente» con la investigación:
«Mi tristeza fue aún mayor cuando se me informó de que se había establecido que las acusaciones estaban fundamentadas y eran creíbles. En obediencia, acepto la decisión de la Santa Sede de que no puedo seguir ejerciendo el servicio público».
La archidiócesis de Nueva York ya aconsejó hace unos meses al cardenal que se apartara de la Iglesia debido a las acusaciones realizadas hace cerca de cinco décadas por un adolescente, cuyo género no ha sido divulgado por la institución católica.
«La archidiócesis de Nueva York, junto con todas las demás archidiócesis del país, hace tiempo que viene abogando para que todos aquellos menores que hayan sufrido abusos sexuales por parte del clero denuncien los hechos», aseguró la institución.
También es acusado en Newark de relaciones sexuales con adultos
Hay también un tercer comunicado sobre este caso, firmado por el actual arzobispo de Newark, el cardenal Joseph William Tobin. En ese texto, el purpurado informa que su diócesis «nunca ha recibido ninguna acusación según la cual el cardenal McCarrik hubiera abusado de un menor». Pero añade que «en el pasado, ha habido acusaciones según las cuales él estaba involucrado en relaciones sexuales con adultos. Esta arquidiócesis y la diócesis de Metuchen han recibido tres acusaciones de mala conducta sexual con adultos hace décadas; dos de estas acusaciones incluso llevaron a ofrecer indemnizaciones».
Tanto en el caso de menores como de adultos son abusos homosexuales
Las palabras de Tobin demuestran la existencia de diferentes acusaciones en contra de McCarrik por problemas de tipo sexual, que concluyeron con acuerdos financieros, pero sin que estuviera involucrado ningún menor. Y comienzan a circular documentos y testimonios sobre las molestias del cardenal emérito de Washington contra los seminaristas: en uno de ellos se habla de un viaje del entonces arzobispo de Newarkcon dos jóvenes sacerdotes y un seminarista, con el cual habría compartido la habitación.
«La crisis de los abusos en nuestra Iglesia ha sido devastadora –continúa el cardenal Tobin. No podemos cancelar las acciones del pasado, pero debemos seguir actuando con vigilancia hoy. Renuevo mi compromiso para buscar el perdón y la curación, asegurando al mismo tiempo un ambiente seguro para los niños en esta arquidiócesis. Seguiré refiriendo inmediatamente a las autoridades civiles cualquier acusación de abusos sexuales contra menores por parte de clero y colaboraré plenamente en las investigaciones y en el proceso».
McCarrick, que nació en Nueva York en 1930, fue ordenado sacerdote por el cardenal Francis Spellman en 1958 y fue nombrado obispo auxiliar de su diócesis natal en 1977. En 1981 fue trasladado a Metuchen, en 1986 fue nombrado arzobispo de Newmark y el 21 de noviembre de 2000 fue elegido por Juan Pablo II como sucesor de John O’Connor a la cabeza de la diócesis de la capital federal estadounidense. Fue creado cardenal en 2001 y dejó la diócesis en 2006, un año después del Cónclave para la elección del sucesor de Juan Pablo II, en el que participó como purpurado elector.
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