En la noche de ayer, 1 de junio, falleció en México a los 80 años de edad el P. Flaviano Amatulli Valente, fundador de la Familia Misionera Apóstoles de la Palabra, según un comunicado hecho público por esta asociación eclesial y por la Diócesis de San Andrés Tuxtla (Veracruz). La Misa exequial se celebrará el próximo 5 de junio en la catedral de San Andrés Tuxtla.
Poco tiempo después de su creación en diciembre de 2005, la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) tuvo el gozo de recibir como uno de sus primeros miembros a este sacerdote de origen italiano que destacó por su acercamiento doctrinal y apologético al mundo de las sectas.
En la fotografía aparece el P. Amatulli junto a uno de los sacerdotes miembros de la Familia Misionera Apóstoles de la Palabra, el P. Jorge Luis Zarazúa, que también pertenece a la RIES.
Su fundación
En su Diccionario enciclopédico de las sectas, el sacerdote español Manuel Guerra, integrante también de la RIES, explica que los Apóstoles de la Palabra son un “movimiento eclesial fundado en México en 1978 por el P. Amatulli Valente”, que cuenta con tres secciones: laical (varones, mujeres y matrimonios), femenina de vida consagrada (con los tres votos clásicos) y clerical (sacerdotes, diáconos y seminaristas).
Guerra cuenta que “tratan de poner al alcance de todos la Palabra de Dios, de aplicar un sistema misionero popular, así como promover entre la juventud la práctica de dar un año de servicio a la Iglesia”. Por ello, “su método de trabajo es teórico-práctico, hacen uso abundante de la Biblia, visitas domiciliarias, imparten charlas, cursos sobre Biblia y sobre las sectas, etc.”.Resumen de una vida
El P. Flaviano Amatulli Valente nació en Conversano (Italia) el 23 de mayo de 1938. Estudió Teología Dogmática y Comunicación Social e ingresó en los misioneros combonianos. Fue ordenado sacerdote en Milán el 26 de junio de 1965 y llegó a México el 9 de enero de 1968.
Durante siete años fue director de la revista Esquila Misional y durante cinco años trabajó con los indígenas chinantecos (Oaxaca). El 2 de julio de 1978 fundó el movimiento eclesial “Apóstoles de la Palabra”.
En 1986, los obispos de México lo pusieron al frente del Departamento de la fe frente al proselitismo sectario (dentro de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe).
Escribió unas 70 obras entre libros y folletos, que tratan de religiosidad popular, antropología, Biblia y apologética. Se dedicó a promover a nivel internacional la acción de la Iglesia para hacer frente al problema de las sectas y del proselitismo evangélico.
En el comunicado de la Diócesis de San Andrés Tuxtla, firmado por su canciller, el P. Teódulo Morales, leemos: “Dios le otorgue el premio de los justos, y El Señor rico en misericordia muestre su rostro bondadoso con él”.
Crítico con las sectas
En alguna ocasión se refirió a las sectas como “empresas religiosas” porque, como explicaba, “lo que importa es aumentar el grupo y hacer más rentable el ‘business’ (negocio). No interesa la fidelidad a Cristo, a su Evangelio y a su Iglesia. Por eso hay tantas sectas. Es la ley de la demanda y la oferta”.
Escribía también que en el mundo de las sectas “no faltan personas serias, que buscan a Dios sinceramente; sin embargo, la impresión general en que los fundadores y dirigentes de las sectas parecen más empresarios que profetas, más expertos en sicología y en oratoria que en Biblia y ascética”.
Porque, como señalaba, “después del fracaso de las ideologías y el aburrimiento causado por la búsqueda insaciable del placer, estamos asistiendo a un fenómeno general de seguir a lo sagrado y lo espiritual”. Sin embargo, dicho regreso se ha dado “como respuesta del mismo hombre a su anhelo de seguridad y búsqueda de sentido a la vida, incursionando en todo, desde la Biblia hasta las religiones orientales, el paganismo, el esoterismo, el ocultismo, la gnosis, la sicología, etc.”.
Las sectas, decía, “no son tan buenas como parecen a primera vista o nos quieren dar a entender. En ellas hay de todo: buena fe, búsqueda de sentido a la vida, espiritualidad, superación de ciertas actitudes negativas… pero al mismo tiempo hay también engaño, explotación, alienación y búsqueda de poder”.
Y aquí fundamentaba su interés y preocupación por el tema: “no podemos prescindir de un atento análisis de este fenómeno, que bajo el manto de una profunda religiosidad esconde los intereses más variados, a veces totalmente contrarios a los ideales que se proclaman con las palabras”.
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