«El concubinato es
PECADO
¡No cometerás adulterio!»
Polonia está viendo sus ciudades sembradas de vallas publicitarias con este mensaje. Una iniciativa del Centro Pastoral para las Familias de la Conferencia Episcopal de Polonia. Ideado y ejecutado por el P. Skarga, del Instituto para la educación social y religiosa, se enmarca en una campaña para enseñar la doctrina católica sobre el sexto mandamiento («No cometerás adulterio», para aquellos a los que la memoria ya empieza a flojear).
Estoy en estado de shock. Por muchos motivos, quizá el primero sea porque deliberadamente se ha decidido que la mejor manera para que la gente entienda las cosas es llamarlas por su nombre. Me parece que no exagero si afirmo que este simple enunciado es difícil escucharlo, en España, incluso en los confesionarios.
Y es que el Señor, que es Misericordia, quiere que nosotros, pecadores, pidamos perdón. El que no se considera pecador no lo hará nunca, y se perderá esas gracias de Dios.
Que la campaña ha dado en el clavo es evidente, es suficiente comprobar la rabia y odio que medios seculares y anticatólicos están mostrando. Incluso en «Gazeta Wyborcza», algo así como «El País» en España han aparecido artículos glosando la campaña y matizando, «la cohabitación no es exactamente adulterio, no es muy preciso, bla, bla, bla…. » Perdiendo de vista que es el enunciado tradicional del sexto mandamiento.
A mí esto me da una idea de la suerte que tiene Polonia con su sociedad, en la que a pesar de tantísimos años de «socialismo científico», de ingeniería social para extirpar el catolicismo, aún hay rescoldos en los ambientes más alejados.
Y también la suerte de tener un «cuerpo» episcopal preocupado de la grey encomendada, pero de verdad. Que sabe usar los medios modernos sin complejos. Que reconoce los problemas que tienen los fieles y no miran para otro lado, como si no hablar claramente de ellos los hiciese desaparecer. En el mejor de los casos.
El objetivo de la campaña es claro y simple: llamar la atención sobre el creciente número de parejas que viven sin el sacramento del matrimonio y señalar el mayor peligro: «es pecado». Sí, lo sé, el término está prácticamente proscrito de la predicación habitual, pero es la «pérdida de la gracia» es el verdadero mal para el hombre.
Los obispos polacos han tenido una estupenda manera de recoger las palabras de ayer del Papa Francisco:
No se conformen con una teología de despacho. Que el lugar de sus reflexiones sean las fronteras. Y no caigan en la tentación de pintarlas, perfumarlas, acomodarlas un poco y domesticarlas. También los buenos teólogos, como los buenos pastores, huelen a pueblo y a calle y, con su reflexión, derraman ungüento y vino en las heridas de los hombres.
No quiero ni pensar lo que habría ocurrido en mi patria con una campaña semejante. ¿Exagero si digo que al obispo que se le ocurriese sería «lapidado» por sus hermanos en el episcopado?
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