El Cardenal Baltazar Porras denuncia la gran angustia que se vive en Venezuela

(ACI/InfoCatólica) Dentro de la difícil situación que se vive en Venezuela, hoy sus habitantes reciben una bocanada de aire fresco, pues es así como ha recibido la inmensa mayoría del pueblo venezolano el nombramiento de Monseñor Baltazar Porras, desde hoy nuevo Cardenal de la Iglesia Católica.

En una entrevista concedida a ACIPrensa, el Arzobispo de Mérida también habló de la situación actual de su país, los criterios del Santo Padre para elegir a los nuevos purpurados y su reacción al conocer que Francisco lo había elegido para esta misión:

«Ser cardenal uno no lo puede recibir como un honor o un ascenso sino como un reconocimiento a una Iglesia que está sufriendo como sufre el pueblo venezolano y necesitaba un respiro»

«En Venezuela vivimos con una gran angustia porque, a pesar de ser un país rico, el que se ha hecho rico es el gobierno». 

El Purpurado explicó que aunque es verdad que el país cuenta con inmensas riquezas en lo referente a hidrocarburos, «fundamentalmente es una riqueza que genera un porcentaje muy pequeño a la población, no es un trabajo de toda la sociedad, sino de un pequeño sector».

Añadió que en realidad «hace que exista la tentación en el poder de concentrarlo en sí mismo y el peso que ha tenido el estado venezolano a través de los gobiernos ha sido muy grande puesto que es el gran distribuidor de una riqueza que representa más del 50% y en estos momentos más del 90% porque han desaparecido muchas industrias».

El nuevo Cardenal denuncia «la tentación del totalitarismo, de querer tenerlo y dominarlo absolutamente todo y lo que genera es una mayor corrupción y un mayor abuso de poder porque no hay una separación de poderes que genere un equilibrio en la sociedad y en función de las necesidades de la gente pero sí de los que están en el poder».

La situación actual es que hay «una gran falta de alimentos y medicinas y un aumento de la violencia. Es una sociedad inequitativa en la que crecen los problemas».

Sobre el inicio del diálogo entre el gobierno de Venezuela y la oposición, el nuevo Cardenal está convencido de que «solo conversando se entiende la gente».

«Los problemas no se pueden arreglar con violencia, ni con imposición. Hay una inquietud, una cierta desesperación que es natural en la gente porque son muchos años y los problemas crecen. Lo que toca a todas las instituciones es presionar a los que gobiernan no a que se distribuyan unas cuotas de poder sino a que piensen que lo que hay que buscar es el bienestar de la gente».

Afirmó que la Iglesia es también parte activa de las negociaciones porque lo que «el Papa ha querido hacer a través de sus enviados es lo que quiere hacer en todo el mundo y lo que ha tratado hacer con el Jubileo de la Misericordia». Se puede conseguir «solo con la aceptación de que el otro existe y que el otro tiene parte de la verdad».

Esto «no quiere decir que digamos que aquí no ha pasado nada, sino que el perdón es lo único que puede hacer superar los males que tenemos. Es un camino largo, doloroso y que genera desesperación», subraya.

Compleja situación venezolana

Venezuela sufre hoy una de las más severas crisis económicas, producto de la baja de los precios del petróleo sumado al debilitamiento del sector productivo privado, agravado por la ola de expropiaciones del gobierno de Hugo Chávez, y continuado por el actual presidente Nicolás Maduro.

Según Datanálisis, una de las encuestadoras más confiables actualmente en Venezuela, la aprobación a la gestión del presidente Nicolás Maduro está actualmente en su nivel más bajo desde principios del 2013, cayendo a un 19,5 por ciento y descendiendo por el creciente descontento de la población.

Venezuela es, según propias cifras oficiales, el país con más inflación del mundo, aunque la mayor parte de analistas están de acuerdo a que estas cifras están muy maquilladas, y que Venezuela sufre una inflación sobre el 700 por ciento anual. La situación de inseguridad es también un factor de preocupación del pueblo venezolano, en un contexto de impunidad en el cual el 98 por ciento de los crímenes de sangre por el incremento de la delincuencia no tienen castigo. Pero el tema que quizá más afecta el descontento de la población, es la escasez de alimentos y medicinas.

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