Están nerviosos

Quizás pensaban que podían cargarse tres sacramentos (Matrimonio, Eucaristía y Confesión) así como así. Quizás pensaban que podían cargarse el magisterio pontificio de San Juan Pablo II, Benedicto XVI y la totalidad de los Papas previos a ellos. Quizás pensaban que podían dejar en nada las palabras de Cristo prohibiendo el divorcio y llamando adúlteros a los que se vuelven a casar.

Pues no, en la Iglesia de Cristo siempre habrá profetas, pastores y hombres de Dios que no cederán ante el error, que no cederán ante la manipulación, que no se arrodillarán ante la herejía, venga de donde venga. Al fin y al cabo, se toman en serio la advertencia del apóstol San Pablo:

Me maravilla que hayáis abandonado tan pronto al que os llamó por la gracia de Cristo, y os hayáis pasado a otro evangelio. No es que haya otro evangelio; lo que pasa es que algunos os están turbando y quieren deformar el Evangelio de Cristo. Pues bien, aunque nosotros mismos o un ángel del cielo os predicara un evangelio distinto del que os hemos predicado, ¡sea anatema!
Lo he dicho y lo repito: Si alguien os anuncia un evangelio diferente del que recibisteis, ¡sea anatema!
Gal 1,6-9

Da igual que un sector de la Iglesia muy importante apoye el error y una gran mayoría permanezca callada. El verdadero profeta no callará jamás. No puede. Dios no se lo permite. Le da fuerzas para ir contra corriente. 

Miren ustedes, lo que está en juego es la profanación de la Eucaristía. Y ante eso, no caben silencios ni actitudes complacientes. También está en juego la doctrina católica sobre la gracia. Algunos ya advertimos, precisamente, que ellos no creen en el poder de la gracia. Creen que se puede ser católico y vivir en pecado sin intención de dejar de pecar. Es más, creen que Dios no nos capacita para poder dejar de pecar mortalmente, siquiera sea de forma gradual. En otras palabras, creen lo mismo que Lutero. Pero Lutero se fue o le echaron de la Iglesia, no se quedó para intentar destruirla desde dentro.

Cuatro cardenales, que desde luego no están solos, han planteado al papa Francisco dudas absolutamente razonables sobre la exhortación apostólica Amoris Laetitia. Como vieron que el Papa no tenía intención de responderles, decidieron hacer públicas sus dudas. Ha sido como abrir la caja de Pandora. Truenos y centellas, amenazas de sanciones y, ahora, sugerencia de que podrán perder el cardenalato. ¿Qué será lo siguiente? ¿petición de excomunión porque han osado levantar la mano y preguntar?

Por otra parte, ¿piensan acaso que pueden echar de la Iglesia a todos los que estamos de acuerdo con esos cardenales? ¿van a echar a Mons. Wróbel? ¿Van a echar a  Monseñor Jan Wątroba, Presidente del Consejo para la Familia de la Conferencia Episcopal Polaca? ¿también a Mons. Schneider? Es más, ya que se ponen, ¿piensan arrojar a las tinieblas exteriores del cisma a la Conferencia Episcopal Polaca en pleno, que se manifestó a favor de mantener la fidelidad a la doctrina católica sobre la cuestión de los divorciados vueltos a casar? ¿Quizás quieran cargarse igualmente a Mons. Chaput, que ha dicho que es normal que los cardenales planteen esas dudas? Dice el arzobispo de Filadelfia:

Si el documento tiene elementos que algunos estudiosos católicos serios ven como ambigua, a continuación, las cuestiones que plantean deben ser tratados con honestidad y sin rodeos. Las diferencias y discusiones que los obispos están teniendo ahora sobre la recepción del documento son probablemente necesarias para su correcta incorporación a la vida de la Iglesia.

Quiera Dios que todo esto sea para bien de su Iglesia. Cristo no prometió que las Puertas del Hades no acosarían a su Iglesia. Solo prometió que no vencerían. En su promesa está nuestra firme esperanza. La Iglesia ya ha pasado por crisis espantosas a lo largo de su historia. Sin ir más lejos, la crisis arriana. La Iglesia se ha visto azotada por todo tipo de cismas y herejías. Ahora hay circunstancias nuevas, y muy preocupantes, que hacen pensar que podemos vernos abocados a una situación sin salida “humana". Pero Dios sabe sacar grandes bienes de grandes males. Y, en todo caso, siempre puede ocurrir que Cristo regrese en gloria y poder a juzgar a vivos y muertos. A los fieles nos toca rezar, hacer penitencia y estar atentos. Y confiar en Dios. Hoy está más cerca nuestra salvación. 

Que la Virgen María, destructora de todas las herejías, interceda por todos nosotros.

Exsurge Domine et iudica causam tuam.

Luis Fernando Pérez Bustamante

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