(ChurchMilitant/InfoCatólica) Basándose en las directrices del 2016 de arzobispo Charles Chaput de Filadelfia, que implementó la exhortación papal Amoris Laetitia (AL), el arzobispo Alexander Sample, de Portland, Oregon, escribió sus propias directrices en mayo, las cuales fueron posteriormente publicadas el miércoles pasado en el periódico arquidiocesano de Portland.
El llamado a la castidad es para todos
En sus directrices, el arzobispo Sample reafirma la enseñanza de la Iglesia de que todos los católicos, independientemente de su orientación sexual, deben confesar sus pecados mortales con un firme propósito de enmienda antes de recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo. «El mismo llamado a la castidad y la santidad de la vida se aplica igualmente a todas las personas, ya sea que se sientan atraídas por el mismo sexo o por el sexo opuesto», explicó el arzobispo. «Se les debe aconsejar, como todos los demás, que recurran frecuentemente al Sacramento de la Penitencia».
El arzobispo prometió escribir estas pautas el pasado mes de octubre cuando sentó las bases morales para ellas en su carta pastoral sobre Amoris Laetitia titulada «Un icono vivo y verdadero». En sus recientes directrices, vuelve a afirmar el principio católico de que la Amoris Laetitia, como todos los demás documentos de la Iglesia, debe ser leída y entendida dentro de la «tradición de la Iglesia». Esta tradición incluye «el gran tesoro de la sabiduría entregado por los Padres y Doctores de la Iglesia, el testimonio de la vida de los santos, las enseñanzas de los Concilios de la Iglesia, el Catecismo de la Iglesia Católica y los documentos magistrales anteriores».
Sus directrices se refieren a las necesidades pastorales específicas de seis grupos de católicos: los matrimonios, los católicos separados o divorciados que no se vuelven a casar, los divorciados vueltos a casar civilmente, las parejas que cohabitan, las que experimentan atracción por el mismo sexo y las parejas del mismo sexo. Sería un mal uso de Amoris Laetitia, dice el arzobispo, por ejemplo, que para los católicos de cualquiera de estos grupos se coloque el «juicio subjetivo de su conciencia individual» contra la «ley moral objetiva» de la Iglesia como si «la conciencia y la verdad fueran dos principios que compiten para la toma de decisiones morales».
Apoyó esta declaración con una cita de la encíclica Veritatis Splendor del Papa Juan Pablo II :
«La conciencia no es una fuente autónoma y exclusiva para decidir lo que es bueno o malo» (Veritatis Splendor 56, 60). Más bien, «la conciencia es la aplicación de la ley a cada caso particular» (Veritatis Splendor 59). La conciencia está bajo la ley moral objetiva y debe ser formada por ella.
En cuanto a los católicos divorciados y casados nuevamente, el arzobispo afirma que ellos también deben confesar sus pecados como cualquier otro católico y vivir castamente:
«Todos los católicos, incluidos los divorciados y los casados civilmente, deben confesar sacramentalmente todos los pecados graves con el firme propósito de no volverlos a cometer antes de recibir la Santa Eucaristía. En algunos casos, la responsabilidad subjetiva de la persona por una acción pasada puede ser disminuida. Pero la persona todavía debe arrepentirse y renunciar al pecado, con un firme propósito de enmendar su vida».
«Todos los católicos deben ser bienvenidos en la parroquia», explica el arzobispo. «Sin embargo, para evitar la apariencia de respaldar las uniones irregulares, el arzobispo afirma que los católicos divorciados y casados civilmente «no deberían tener cargos de responsabilidad en una parroquia (por ejemplo, en un consejo parroquial), ni llevar a cabo ministerios o funciones litúrgicas (por ejemplo lector o ministro extraordinario de la Sagrada Comunión)».
El arzobispo aplica esta misma prohibición al ministerio público o cargos de responsabilidad a las parejas «viviendo abiertamente estilos de vida homosexuales». Admite que algunas parejas «viven juntas en amistad casta y sin intimidad sexual». El arzobispo dice, sin embargo, que tales relaciones del mismo sexo nunca pueden ser toleradas por la Iglesia y son escandalosas para otros feligreses y para los hijos de tales parejas:
Sin embargo, dos personas en una relación activa, del mismo sexo, no importa cuán sinceras, ofrecen un grave contra-testimonio de la fe católica, que solo puede producir confusión moral en la comunidad. Tal relación no puede ser aceptada en la vida de la parroquia sin socavar la fe de la comunidad, especialmente los niños.
Por su parte, el arzobispo Sample exhorta a todos los que se dedican al ministerio pastoral a «ejercer la tremenda responsabilidad que se les confía con completa fidelidad a la enseñanza católica, unida a la misericordia y a la compasión». Él cierra sus directrices con el recordatorio de que el objetivo en todo esto es «llevar a las personas a una comunión llena de gracia con Dios y su Iglesia que conduzca a la vida eterna».
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