(Gaudium Press/InfoCatólica) Mientras la Iglesia en Filipinas se prepara para la Solemnidad de la Natividad de la Santísima Virgen María celebrada el próximo 08 de septiembre, el servicio informativo de la Conferencia de Obispos de Filipinas, CBCP News, destacó la invitación de un sacerdote para que los días anteriores a la fiesta se conviertan en una Novena para confiar la nación a la Madre de Dios. La propuesta busca que los habitantes del país y quienes trabajan en otros países se unan en oración para obtener la solución de los problemas que afronta el territorio.
«Es a nuestra Santísima Madre a quien nos dirigimos en este tiempo que nuestra nación está en medio de crisis, especialmente el sitio de Marawi, los asesinatos ligados al narcotráfico, el renovado intento de pasar una ley de divorcio en el Congreso y la presión de las autoridades de salud para aprobar peligrosos anticonceptivos para el uso de nuestros nacionales», expuso el P. Rolando Arjonillo en diálogo con CBCP News. «Nosotros, los Pinoy (Filipinos), incluso los que trabajan en el exterior, deberíamos unirnos y multiplicar nuestras oraciones para pedir la intercesión de Nuestra Señora, convencidos de que la Santísima Madre oirá las oraciones de sus hijos».
El propio sacerdote ejerce su ministerio en el exterior, en la Arquidiócesis de Sevilla, España, desde donde administra un grupo pastoral de fieles filipinos a través de Internet. A ellos, los anima a «orar, no sólo por Filipinas sino también por otras preocupaciones internacionales como las personas que padecen desastres naturales y ataques terroristas».
Formas de participar
La forma de unirse a la novena es a través de la oración diaria a la Santísima Virgen como el Ángelus y el Santo Rosario y el compromiso de vivir la pureza, recurriendo a la Madre de Dios ante las tentaciones con la oración de Bendita sea tu pureza, el AveMaría o jaculatorias. Los fieles se comprometen a acudir al Sacramento de la Penitencia, ofrecer los trabajos, estudios y sufrimientos cotidianos con paciencia y alegría, evitar las críticas, insultos o difamaciones y realizar una obra de caridad. «Estos actos también son un testimonio maravilloso de la creencia en el poder de la oración y la manifestación de una fe viva», explicó el P. Arjonillo.
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