(InfoCatólica) Mons Aguer, Arzobispo de La Plata, ha resaltado por medio de un comunicado de la oficina de prensa del arzobispado que en su decreto «Sobre el modo de recibir la Eucaristía», «no manifiesta su propia opinión o sentimientos de piedad, sino que exige, como es su deber, que se cumpla la disciplina vigente de la Iglesia».
La disposición del arzobispo, fechada este 8 de septiembre de 2017, fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María, prohíbe expresamente que a partir de su Primera Comunión, se imponga a los niños recibir en la mano el Cuerpo del Señor, así como «la arbitrariedad que consiste en invitarles a tomar ellos la Hostia y mojarla en el cáliz, que contiene la preciosa Sangre de Cristo». En cambio, debe instruírseles en los diversos modos de recibir la Comunión para que puedan elegir aquél que para ellos manifieste mejor la gratitud y adoración al recibir el sacramento del Sacrificio Pascual de Cristo, «la presencia del Dios hecho hombre y Pan de vida para los hombres».
Este comunicado está motivado «al advertir que en algunas comunidades escolares regidas por congregaciones religiosas, la mencionada disciplina no era tenida en cuenta».
Y recuerda que no es un tema 'opinable', que «la discusión acerca de qué es mejor o debería hacerse corresponde ser remitida a la Santa Sede (Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos). Es a Roma a la que corresponde legislar sobre la liturgia en la Iglesia Católica».
La disposición del arzobispo, fechada este 8 de septiembre de 2017, fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María, prohíbe expresamente que a partir de su Primera Comunión, se imponga a los niños recibir en la mano el Cuerpo del Señor, así como «la arbitrariedad que consiste en invitarles a tomar ellos la Hostia y mojarla en el cáliz, que contiene la preciosa Sangre de Cristo». En cambio, debe instruírseles en los diversos modos de recibir la Comunión para que puedan elegir aquél que para ellos manifieste mejor la gratitud y adoración al recibir el sacramento del Sacrificio Pascual de Cristo, «la presencia del Dios hecho hombre y Pan de vida para los hombres».
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