El Papa pide a teólogos movilizarse para construir puentes de fraternidad en todo el mundo

(Zenit/InfoCatólica) El pontífice ha señalado la necesidad de «construir puentes, no muros», asumir un «liderazgo renovado» y la urgente necesidad de «establecer redes», ampliando el «diálogo».

¡Queridos hermanos y hermanas!

Saludo a todos vosotros, participantes en esta Tercera Conferencia mundial sobre Ética Teológica. Se lleva a cabo en Sarajevo, una ciudad de gran valor simbólico por el camino de reconciliación y pacificación después de los horrores de una guerra reciente que acarreó tanto sufrimiento a la gente de esa región.

Sarajevo es una ciudad de puentes. Vuestro encuentro está inspirado en este motivo dominante, que advierte sobre la necesidad de construir, en un ambiente de tensión y división, nuevos caminos de cercanía entre pueblos, culturas, religiones, concepciones de la vida y orientaciones políticas. He apreciado este esfuerzo vuestro desde el principio, cuando los miembros de vuestro comité de planificación me visitaron en el Vaticano el pasado mes de marzo.

El tema de vuestro encuentro es uno sobre el que yo también he llamado a menudo la atención: la necesidad de construir puentes, no muros. Vuelvo a repetirlo con la viva esperanza de que las personas en todas partes presten atención a esta necesidad que cada vez se reconoce más, a pesar de que a veces suscite miedo y formas de regresión. Sin renunciar a la prudencia, estamos llamados a reconocer cada signo y movilizar toda nuestra energía para eliminar los muros de división y construir puentes de fraternidad en todo el mundo.

Los tres puntos focales de vuestro encuentro se intersecan a lo largo de este camino de construcción de puentes en un momento crítico como el nuestro. Habéis dado un lugar central al desafío ecológico, ya que algunos de sus aspectos pueden crear graves desequilibrios no solo en términos de la relación entre el hombre y la naturaleza, sino también entre generaciones y personas. Este desafío, tal como emerge de la Encíclica Laudato Si ‘, no es simplemente uno entre muchos, sino el escenario más amplio para una comprensión tanto de la ética ecológica como de la ética social. Por esta razón, vuestra preocupación por el tema de los inmigrantes y refugiados es muy seria y provoca una metanoia que puede fomentar la reflexión ética y teológica, incluso antes de inspirar actitudes pastorales adecuadas y políticas responsables y cuidadosamente planificadas.

En este escenario complejo y exigente, se necesitan individuos e instituciones capaces de asumir un liderazgo renovado. No es necesario, por otro lado, gritar slogans que a menudo quedan vacíos, o del antagonismo entre las partes que compiten por el primer puesto. Hace falta un liderazgo que pueda ayudar a encontrar y poner en práctica una forma más justa para que todos vivamos en este mundo como partícipes en un destino común.

Con respecto a la cuestión de cómo la ética teológica pueda dar su propia contribución específica, encuentro incisiva vuestra propuesta de crear una red entre personas en los diversos continentes que, con diferentes modalidades y expresiones, puedan dedicarse a la reflexión ética en una clave teológica en un esfuerzo para encontrar recursos nuevos y efectivos. Con tales recursos, se pueden llevar a cabo análisis adecuados, pero, lo que es más importante, se pueden movilizar energías para una praxis compasiva y atenta a situaciones humanas trágicas, preocupada por acompañarlas con un cuidado misericordioso. Para crear una red así, es urgente construir puentes entre vosotros, compartir ideas y programas, y desarrollar formas de acercamiento. Huelga decir que esto no significa luchar por la uniformidad de los puntos de vista, sino más bien buscar con sinceridad y buena voluntad una convergencia de propósitos, con apertura dialógica y con la discusión de perspectivas diferentes. Os será útil una forma particular de competencia, más urgente y compleja hoy, a la que me referí en el Prólogo de la reciente Constitución Apostólica Veritatis Gaudium. Al mencionar los criterios fundamentales para una renovación y un relanzamiento de los estudios eclesiásticos, hice hincapié en la importancia de un «amplio diálogo» (n.° 4b), que pueda servir de base para esa apertura interdisciplinaria y transdisciplinaria tan vital también para la teología y para la ética teológica. También señalé «la urgente necesidad de ‘establecer redes’ entre las instituciones de todo el mundo que cultiven y promueven los estudios eclesiásticos» (n.° 4d).

Os animo, como hombres y mujeres que trabajan en el campo de la ética teológica, a apasionaros por este diálogo y a trabajar en red. Este enfoque puede inspirar análisis que serán aún más perspicaces y atentos a la complejidad de la realidad humana. Vosotros mismos aprenderéis cada vez mejor cómo ser fieles a la palabra de Dios que nos desafía en la historia, y a mostrar solidaridad con el mundo, que no estáis llamados a juzgar sino, más bien a ofrecerle nuevos caminos, acompañar itinerarios, restañar heridas y sostener debilidades.

Tenéis ya más de diez años de experiencia en la construcción de esos puentes en vuestra asociación, Catholic Theological Ethics in the World Church. Vuestros encuentros internacionales en Padua (2006) y Trento (2010), vuestros encuentros regionales en diferentes continentes y vuestras diversas iniciativas, publicaciones y actividades docentes, os han enseñado un estilo de intercambio que confío en que persevere de una manera que resulte fructífera para toda la Iglesia. Me uno a vosotros para dar las gracias a los oficiales que han llegado al final de su mandato y a los que ahora asumen sus responsabilidades; os recordaré en mis oraciones. A todos vosotros imparto cordialmente mi bendición, y os pido, por favor, que recéis por mí.

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