Mons. Dao: Es más difícil ser obispo en Europa que en Vietnam

(AsiaNews/EdA) -- Mons. Joseph Dinh Duc Dao, obispo de Xuân Lôc, nació el 2 de marzo de 1945 en la diócesis de Bui Chu, en Vietnam del Norte y en 1954 siguió el éxodo que llevó a su familia al sur del país. A la edad de 19 años entró en el Seminario mayor de S. José en Saigón. El año siguiente, fue enviado a Roma, para estudiar en el Instituto para la Propagación de la Fe. Mons. Dao fue ordenado sacerdote a la edad de 26 años, el 27 de marzo de 1971; obtuvo un doctorado en Teología moral en la universidad redentorista Alfonsianum y uno en Misionología en la Universidad Gregoriana. En Roma, él dirigió el centro internacional para la animación misionera. Después, fue por 10 años director de la Oficina de coordinación para la pastoral de los vietnamitas en el extranjero. En el año 2009, volvió a la diócesis de Xuân Lôc, donde fue nombrado rector del Seminario mayor. Cuatro años después, en febrero de 2013 fue nombrado obispo auxiliar de la diócesis. AsiaNews le ha entrevistado.

En el contexto de su obispado, el seminario se impone en modo concreto...

Nuestro seminario es el que tiene el mayor número de seminaristas en todo Vietnam. Tenemos 454 seminaristas de 11 diócesis, mitad de los cuales provienen de Xuân Lôc. En total en el país tenemos unos 2 mil seminaristas en 8 seminarios mayores. Nuestra diócesis fue fundada en 1965 por la arquidiócesis de Saigón. Sobre 3,5 millones de personas, hay más de 1 millón de católicos, un tercio de la población. Para la crónica, somos más numerosos en Saigón que cuenta con unos 700 mil católicos. Nuestra diócesis recibió a muchos fieles migrantes: en 1954 aquellos que provenían del Norte; aquellos del centro en 1972; por último, después de 1975, cuantos llegaron de todas las partes del país, a causa de la fertilidad de nuestro territorio. En realidad, son los católicos locales que se integraron con los migrantes. Hemos construido una tradición religiosa común. Yo soy del norte...

¿Cómo se manifiesta hoy esta diferencia entre el Norte y el Sur de Vietnam?

Podemos decir que las personas en el Norte y en el Centro son más «combativas» respecto a aquellas del Sur. esto porque tuvimos que luchar para preservar nuestras vidas, nuestras identidades. Ya sea en la vida de todos los días como en la vida de la Iglesia, la gente del Sur vivió por mucho tiempo con mayor libertad. Las vocaciones que tenemos aquí provienen a menudo de familias del Norte.

¿Cuáles son sus relaciones con las autoridades?

Durante la guerra, la Iglesia trató de servir a las personas, manteniendo un equilibrio. Desde 1975, trató de ser aceptada, de entrar en la sociedad gobernada por los comunistas. Hoy, al menos en apariencias, somos aceptados. Tratamos de vivir juntos, de servir la sociedad con espíritu misionero. Hoy los católicos son considerados un grupo como los otros. Nuestro ligamen con Roma no es visto como una traición, un peligro político. Vivimos una evolución siempre más favorable a la evangelización. Pero debemos siempre ser cautos en la acción… Que el régimen sea comunista o capitalista, estamos llamados a ser testigos fieles de Jesucristo. La mentalidad de la lucha no es la de la Iglesia. Debemos simplemente anunciar el Evangelio de Cristo, fuente de alegría y reconciliación. En general, la Iglesia de Vietnam es percibida como un factor de reconciliación, sobre todo a causa de nuestra presencia entre los más débiles.

¿La Iglesia católica no sufre más del ser asimilada a una potencia extranjera?

Una equivocación, que por mucho tiempo identificó a los católicos con la ocupación de las potencias occidentales, hizo difícil la evangelización. Es verdad que la mentalidad confuciana del sistema imperial podría equiparar la conversión al cristianismo con la traición. Francia usó esta identidad, muy estrecha, complicando la situación mientras defendía a los perseguidos. Además, nuestra mentalidad tiende a considerar todas las religiones al mismo modo. Pero para nosotros Jesús es un absoluto: debemos elegirlo.

¿Cómo se imagina el futuro de su diócesis?

Nuestra diócesis se está urbanizando siempre más. Pero, la vitalidad de la fe está todavía ahí. Aquí en Europa, la fe son ideas. Allá la fe es vida. Es seguro que el viento de la secularización, que trae consigo la seducción de la riqueza, sopla en todo el mundo. Pero, en Europa, la secularización, si mira a la adquisición de riqueza, no está ni contra Dios ni contra la Iglesia. En un cierto sentido, la Iglesia es perseguida tanto en Europa como en Vietnam. ¡Es más difícil ser obispos o sacerdotes en Europa que en Vietnam! Allí, si somos atacados la comunidad nos defiende. La Iglesia es como una familia de Dios. Este concepto de familia determina las relaciones entre las personas para toda la vida.

¿Cómo ve el futuro de las vocaciones?

Tenemos todavía muchas vocaciones, pero notamos una cierta disminución, a causa de la vida material más fácil, de la seducción provocada por las riquezas disponibles. Pero son siempre las parroquias y las familias las que sostienen a las vocaciones. En nuestra cultura, la religión es una herencia de la persona, de la familia.

Usted que es el rector del nuevo Instituto católico de Vietnam, ¿Qué se espera?

El instituto católico es una realidad nueva, que tiene sólo 3 años. hemos iniciado con unos 50 estudiantes, que hoy son ya 120. es un verdadero desafío para nosotros: se trata de encontrar y formar docentes, crear una biblioteca...Es una verdadera necesidad expresar la madurez de la Iglesia. Ciertamente, la devoción es muy fuerte en nuestra Iglesia, pero también debemos reflexionar sobre esta vitalidad de la fe, profundizarla, expresar también la fe como una idea---¡Pero no como en Europa! Después de las guerras, del comunismo, llegó el momento de desarrollar aquello que hemos desarrollado antes. Porque todos los países están expuestos a todas las corrientes de las ideas: debemos alentar a nuestros sacerdotes, a nuestros fieles a pensar más. La tradición por sí sola no es suficiente. Debemos entrar en diálogo con los movimientos culturales, con las instituciones culturales contemporáneas, dedicarnos a la investigación o a la búsqueda. Los actores de la pastoral no tienen tiempo para esto. La vida cambió, del mismo modo también nuestra «fe pastoral» debe cambiar, tenemos que estar en grado de preguntarnos. ¿por qué somos católicos?

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