Obispos y laicos reaccionan al brutal ataque feminista en Trelew (Argentina)

Un ataque con bombas molotov al edificio de la municipalidad de Trelew y pintadas a una iglesia dedicada a María Auxiliadora, marcó el 33° Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) realizado del 13 al 15 de octubre en la Patagonia de Argentina.

Así, el domingo 14 se realizó una marcha por las calles de la ciudad con consignas a favor de la legalización del aborto y la separación Iglesia-Estado. Durante esta manifestación un grupo de feministas hizo un «tetazo colectivo» frente a la parroquia María Auxiliadora y la municipalidad de Trelew y realizó diversos ataques.

Los obispos de la diócesis emitieron un comunicado que dejó perplejos a muchos católicos

Una feligresa les remitió una «carta abierta» que se ha vuelto viral, manifiesta su dolor y consternación, muy en línea con la de otros analistas internacionales como el P Alexander Lucie-Smith

«Más vale causar escándalo que esconder la verdad»
San Gregorio Magno

Con enorme estupor leí, apenas publicado, el comunicado que han emitido con motivo de la realización del Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) en Trelew, Chubut. Mi estupor y tristeza es compartido por muchas otras personas que aman la Vida y la Familia, y que estamos luchando día a día en su defensa.

Haciendo uso de un derecho que me confiere mi dignidad de bautizada, reconocido en el Código de Derecho Canónico (Canon 212 § 3: (los fieles laicos) Tenemos el derecho, y a veces incluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestar a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres, la reverencia hacia los Pastores, y habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas.»), y por las continuas recomendaciones del Papa Francisco de «no tener miedo», les hago llegar mis pobres reflexiones de oveja, que siente confundidos a los pastores.

a) Ustedes comienzan llamando al ENM «encuentro de reflexión». Afirman que el ENM debe ser valorado «más aún» al ser realizado por «mujeres, cuya palabra muchas veces es acallada o minusvalorada».

Sres. Obispos, además de quedar en evidencia que ustedes no conocen la dinámica interna de los ENM –podrían preguntar a las mujeres católicas que han participado y les podrán contar cómo son- disiento completamente con la afirmación inicial: la voz de la mujer está hoy ampliamente reconocida en la sociedad argentina. Las mujeres ocupan un amplísimo espacio en todos los niveles educativos, en el periodismo y la comunicación, en el ámbito empresarial y en la cultura. Están ampliamente representadas en las legislaturas nacionales y provinciales. Una mujer gobernó nuestro país durante 8 años, y otra mujer es actualmente vicepresidente. Asumir esa afirmación puramente ideológica es poner un punto de partida falso al análisis de la cuestión, y es señal o de debilidad ante lo políticamente correcto o de desconocimiento de la realidad, ambos impropios de verdaderos pastores «con olor a oveja».

b) En el párrafo siguiente reconocen que en el tan valioso «encuentro de reflexión» de mujeres «cuya palabra muchas veces es acallada», algunas mujeres son acalladas y su palabra es minusvalorada por otras mujeres violentas. Lo reconocen al decir: «aún cuando la temática de los talleres no nos deje, en general, espacio para debatir otras perspectivas por tener posturas muy definidas…» De este modo, el ENM perpetuaría ese «acallamiento y minusvaloración» al que –según ustedes- es sometida la voz de la mujer…

No obstante, consideran que es necesario «respetar las opiniones de los demás». ¿De verdad piensan que es una opinión respetable el asesinato de los niños por nacer o la famosa consigna «muerte al macho»? Mi asombro crece cuando afirman que merecen aún más respeto las opiniones «de un colectivo que ya tiene tantos años». Sres. Obispos, ¿cuál es ese colectivo? ¿Es el marxismo, es la izquierda, responsable de millones de muertes en el siglo XX, destructora de todas las instituciones naturales, enemiga de la fe? ¿O es el neoliberalismo que impulsa –financiando- este tipo de manifestaciones? Realmente no lo puedo creer.

c) Afirman más adelante que «los hechos de violencia han sido acciones aisladas». Pero lo cierto es que han ocurrido en el marco del ENM. ¿Han escuchado o leído ustedes una declaración clara, contundente y eficaz de repudio de los mismos por parte de los organizadores? Si ese repudio no se da, y si no se hace lo posible para que los hechos no se repitan –suceden hace al menos 10 años-, es evidente que son alentadas por la misma conducción del ENM.

Pero, por otro lado, ¿se reduce la violencia sólo a arrojar bombas molotov o ladrillos a iglesias y a romper vidrios de comercios? Creemos que una auténtica conquista del verdadero feminismo fue instalar el concepto de «violencia verbal y/o psicológica» ¿No son formas de violencia los cánticos insultantes, la ridiculización, la burla sistemática de quienes piensan diferente? Todo el ENM, desde su conducción, es violento con quienes no coinciden con ellos. Desde el viaje hacia el ENM se filmaron en los colectivos y subieron a Internet la amenaza de incendiar la Catedral, arengándose mutuamente en un creciente odio puntual a los varones y a la Santa Iglesia Católica.

d) Afirman ustedes en el comunicado que es necesario «respetar las opiniones», especialmente, las de las mujeres. No obstante, hacen luego una valoración negativa de las «opiniones y juicios», supongo yo de quienes repudiamos el ENM. Pregunto, ¿y si estas opiniones son vertidas por mujeres, no merecen al menos el mismo respeto?

Lo que termina de llenarme de asombro y -debo reconocerlo- de indignación, decepción y desilusión, es que afirmen que las «desautorizaciones muchas veces son el caldo necesario para el actuar de los violentos». Ahora resulta que los culpables de todo, los villanos y los que estamos en sentados en el «banquillo de los acusados», somos quienes amamos la Vida, la Familia y nuestra Fe. Somos tan malvados que con nuestras «desautorizaciones» –basadas en argumentos históricos, políticos, filosóficos y religiosos- generamos esa violencia… Increíble.

Entonces… ¿las críticas de Jesús a los fariseos fueron el «caldo de cultivo» de su violenta Pasión? ¿Las palabras claras de San Pablo anunciando la Salvación en Cristo, las de los mártires de los primeros siglos y los actuales, las de San Óscar Romero contra los totalitarismos, fueron el «caldo de cultivo» de la violencia que contra ellos ejercieron…?

e) Por último, suena muy bien la cita de la oración por la Patria –«amar a todos sin excluir a nadie»- y las invitaciones a «encontrarnos». Pero permítanme decirles, Sres. Obispos: muchos de nosotros, miles de fieles católicos, que estamos día a día intentando construir el Reino de la Verdad y del Amor, no nos sentimos «amados» por ustedes como Pastores. Nos sentimos abandonados. Nos sentimos huérfanos. Nosotros, los fieles laicos, los que hacemos marchas junto a nuestras familias sin importar el cansancio, los que nos abrazamos en cordones humanos rezando el Santo Rosario para defender nuestros templos, aunque nos insulten, nos escupan, donde rara vez hay un sacerdote y mucho menos un Obispo, esos… somos quienes día a día recibimos las heridas de esta verdadera batalla cultural y espiritual. Es más, a veces nos toca recibir reproches por los pecados e incluso delitos de nuestros pastores, ampliamente conocidos y usados en nuestra contra. En lugar de recibir palabras de apoyo y reconocimiento, solemos recibir cuestionamientos y hasta acusaciones de aquellos que deberían guiarnos.

Por favor: necesitamos que se pongan al frente de esta multitud, que ve día a día, como los intereses políticos y financieros se quieren apoderar de lo más sagrado que tenemos: la vida y la conciencia de nuestros hijos, de cuya felicidad y salvación eterna hemos sido hechos responsables. ¿Recuerdan eso de: …«lo que hagan al más pequeño de los míos a mí me lo hacen…»? ¿Estamos listos –Uds. y nosotros- para enfrentar al autor de esas palabras?

«Carece de importancia que algo nos agrade o desagrade. Sólo importa descubrir cuál es la Voluntad de Dios, buscar su Gloria, conocer nuestro deber, y entonces tomar la decisión afirmaba el Cardenal Merry del Val, sabiamente.

Sres. Obispos: La Patria está en peligro, la Familia está en peligro, la libertad para vivir y transmitir nuestra Fe está en peligro. El Papa emérito Benedicto XVI lo explicó bien: ‘La Iglesia no crece por medio del proselitismo, sino por la atracción’ y agrego lo que opina al respecto el Papa Francisco: «La fe se transmite por atracción, es decir, por medio del testimonio».

Creo firmemente que las personas fuimos creadas para ser amadas. Las cosas fueron creadas para ser usadas. La razón por la que el mundo está en caos, es porque las cosas están siendo amadas y las personas están siendo usadas. No se puede defender lo que no se ama, y no se puede amar lo que no se conoce. Sabemos de sobra, Uds y yo, que al final, seremos juzgados en el amor. ¿Dónde está el espacio para el amor y la dignidad de la persona humana en los ENM?

No descarto que Dios permite siempre algún mal, por grande que sea aparentemente, para mayor bien de nuestras almas… y ahí es dónde hacen falta los Pastores como instrumentos de gran valor. Según Santa Teresa las mujeres no somos buenas para el consejo, pero algunas veces acertamos. Lejos está de mi creerme dueña de la verdad o superior a Uds… pero con corazón de madre, de abuela, de maestra de escuela rural…les digo: No es tiempo de tibieza. Si la sal pierde su sabor, sólo sirve para ser tirada y pisoteada por los hombres.

No teman, queridos Obispos, por muy altas que sean las olas, el Señor es más alto, la calma volverá. Los laicos comprometidos los sostenemos con nuestras pobres oraciones, siempre, esperando que Uds, si son santos, recen por nosotros; si son doctos, que nos enseñen y finalmente si son prudentes, que nos gobiernen en el Amor.

Que Nuestra Madre de Luján los ayude a comprender el sufrimiento de sus fieles en estos tiempos oscuros, y a todos nos regale la fortaleza y la esperanza.

Marcela Hereñú de Monateri, pecadora

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