Japón: el cristianismo perseguido se conservó gracias al rosario

(InfoCatólica) El Museo Sawada Miki Kinenkan, situado en la ciudad de Oiso (Japón) ha hecho público un documento que puede arrojar luz sobre la historia del cristianismo en el país. Según los expertos del museo, el documento data del período Azuchi-Momoyama, que corresponde a grandes rasgos al final del siglo XVI.

En una conferencia de prensa, la dirección del museo ha explicado que se trata de un rollo de papel, de 22 centímetros de alto por 320 centímetros de ancho. Consiste en una serie de dibujos realizados a mano y con tinta. Los dibujos representan los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos del Rosario e incluyen una serie de oraciones latinas escritas con caracteres japoneses. Aunque la influencia iconográfica europea resulta evidente, el estilo tiene elementos indudablemente japoneses y las figuras representadas visten hakama, los pantalones tradicionales de aquella época en Japón.

En el documento se ha encontrado una inscripción que indica «1592 años desde Su nacimiento», en referencia al nacimiento de Cristo. Las pruebas realizadas con el método del Carbono 14 han mostrado que el papel es anterior a la tercera década del siglo XVII, lo que confirma en principio la fecha señalada en el mismo.

Esto implica que las imágenes dibujadas corresponden al inicio de la persecución del cristianismo en Japón. La predicación cristiana en la isla, iniciada por San Francisco Javier y sus compañeros jesuitas, a los que se unió posteriormente la orden franciscana, había producido una gran cosecha de nuevos cristianos. Se estima que, a finales de siglo, había más de doscientos mil católicos en Japón, incluidos varios daymios o señores feudales japoneses.

Todo cambió con la subida al poder de Hideyoshi Toyotomi, el hijo de un simple soldado que logró la asombrosa hazaña de ir escalando puestos en la rígida sociedad japonesa hasta convertirse en el noble más poderoso del país. Como medio de combatir la influencia de las naciones europeas y de los daymios cristianos, Hideyoshi prohibió la evangelización, aunque durante un breve espacio de tiempo, al que corresponde la fecha del documento, el comercio con Europa proporcionó una vía clandestina de contacto aprovechada por los misioneros y los cristianos japoneses.

Cinco años después de la creación del rollo, los 26 primeros mártires católicos del Japón fueron crucificados por orden de Hideyoshi. El shogunato posterior recrudeció la persecución y, en 1632, otros cincuenta y cinco católicos sufrieron el martirio. Unos años después, cinco jesuitas entraron secretamente en Japón, pero fueron descubiertos y ejecutados. Desde ese momento, el catolicismo japonés sobrevivió clandestinamente y sin sacerdotes durante casi tres siglos. En la segunda mitad del siglo XIX, después de la reapertura de Japón al mundo, se otorgó libertad de religión en el país y los católicos clandestinos salieron a la luz, provocando el asombro de japoneses y europeos, que pensaban que la fe católica se había extinguido en los dominios del Emperador.

El rollo descubierto muestra que uno de los secretos de la fidelidad de los kakure kirishitan o cristianos ocultos fue la devoción a la Virgen. Al carecer de sacerdotes que pudieran celebrar la Misa, el santo rosario pudo convertirse en uno de los puntos centrales de la devoción japonesa, que permitía meditar los principales misterios de la fe de una manera accesible para los que no podían recibir otra formación religiosa. De esa forma, de la mano de nuestra Señora, se mantuvo la fe católica frente a terribles persecuciones y, como descubrieron los sacerdotes que llegaron a Japón en el siglo XIX, los católicos ocultos guardaron celosamente el carácter mariano de su fe durante los siglos de clandestinidad.

Los rollos de papel con dibujos de temática religiosa, como el mostrado por el museo, más fáciles de esconder que una imagen pintada o esculpida en materiales sólidos, probablemente fueron uno de los medios de transmisión de la fe de los cristianos perseguidos. Su fragilidad, sin embargo, ha hecho que apenas se hayan conservado ejemplos, por lo que el Museo Sawada Miki Kinenkan considera que el descubrimiento del rollo con los misterios del rosario constituye un hallazgo especialmente importante.

El museo fue creado hace treinta años por iniciativa de Miki Sawada, cristiana y heredera de la fortuna Mitsubishi, en la finca que albergaba la mansión familiar. Sawada, que murió antes de que el museo fuera finalmente construido, había reunido un gran número reliquias de los años en que el cristianismo estuvo prohibido en el Imperio del Sol Naciente y deseaba mostrar con ellas a sus compatriotas y al mundo la gloriosa historia del catolicismo en Japón.

Algunas de las piezas exhibidas son un testimonio de la piedad y el ingenio de los cristianos perseguidos. Por ejemplo, una estatua de Buda con una abertura en la espalda donde se escondía un crucifijo de marfil o imágenes que, a primera vista, podían confundirse con alguna de las múltiples deidades femeninas japonesas, pero que en realidad representaban a la Virgen María, porque llevaban cruces o mostraban al Niño Jesús en sus brazos. También llaman la atención espadas de samuráis que incluían pequeñas cruces en el mango. Otras imágenes conservadas en el museo están desfiguradas, porque proceden de los perseguidores, que obligaban a los campesinos a pisar estatuas de la Virgen y crucifijos, en un intento de descubrir a los cristianos ocultos.

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