“..La Iglesia debe volver a anunciar a Jesucristo, sin hacer de ello una excusa para hablar de otra cosa, como pueden ser los migrantes, la ecología, el desarrollo sostenible. Anunciar el nombre de Jesucristo es lo que verdaderamente sirve al mundo, para que el mundo reencuentre el camino de salvación…” (Mons. Nicola Bux)
En los días previos al Encuentro de Formación Católica de Bs.As. de este año habíamos realizado una entrevista a Mons. Bux que por algunos inconvenientes técnicos no pudimos publicar en su momento.
Dado que algunas preguntas siguen teniendo actualidad (oscurecimento del Reinado de Cristo en el mundo y la predicación; obstáculos a la “reforma de la reforma"; recrudecer del modernismo; beatificación de obispo Angelleli), las hemos seleccionado para compartir con nuestros lectores.
1) Monseñor, sus posiciones teológicas habitualmente han estado en consonancia con las del papa emérito Benedicto XVI, con quien lo unía una sólida amistad. ¿Qué influencia cree que ha tenido esta relación en su vida sacerdotal y trayectoria como asesor y perito en la Curia Romana?
Ya era sacerdote cuando conocí al Card. J. Ratzinger, con ocasión de unos Ejercicios Espirituales., y se dio una cierta sintonía que luego se profundizó con el tiempo en nuestra relación, sobre todo en cuanto a la percepción que él tenía del momento crítico que la Iglesia estaba atravesando. Luego del ‘85, la lectura de “Informe sobre la Fe -libro que él había publicado a partir de la entrevista con Vittorio Messori-, fue dando cuerpo a ciertas percepciones que yo tenía acerca de lo que la Iglesia estaba pasando. Ello me confirmó interiormente en la claridad de juicio que él había demostrado en sus argumentos, y que me parecían en línea con la razonabilidad de la fe que él proponía.
Todo esto ha incidido a diez años de mi ordenación sacerdotal, que había sido en el ’75, y por eso considero que aquel del ‘85 ha sido un encuentro fructífero para cimentar en mí un juicio católico, que es fundamental para un sacerdote en cuanto a su pertenencia a Cristo y a su Cuerpo Místico.
2) Ud. ha presentado en Bs.As. una nueva edición de su libro “Cómo ir a misa y no perder la fe”, cuyo paradójico título es para muchos católicos de suma actualidad, pues parece que la “reforma de la reforma” querida por Benedicto XVI va siendo cada vez más obstaculizada, lo cual provoca gran desánimo en muchos fieles y sacerdotes. ¿Qué les aconsejaría ante este panorama?
Si nos referimos a los obstáculos a la propuesta de Ratzinger, primero como cardenal y luego como Benedicto XVI, de hacer que la Sagrada Liturgia ayude a encontrar la presencia divina, más que un entretenimiento de trasfondo religioso, debemos ciertamente decir que la renovación de la liturgia debe producirse de todos modos; ninguno debe desalentarse si encuentra obstáculos.
La historia de la Iglesia enseña que todas las cosas verdaderas han sido obstaculizadas. Todos los santos que han hecho estas obras han pasado sufrimientos, oposiciones, y finalmente se advierte que la verdad se impone por sí misma, por la fuerza que ella misma posee. Quien está convencido de la bondad de la sagrada liturgia, como lugar donde Dios se hace presente realmente, el culto divino -una expresión aún más precisa-, quien está convencido de esto, no debe dejarse condicionar o intimidar por las dificultades que halle, porque se trata del recorrido que cualquier experiencia verdadera debe hacer para afianzarse en la convicción de las personas. Decía Paul Ricoeur que la filosofía sirve para hacer pensar, y una vez conversando con el Card. Ratzinger, decía él que para poder vencer, es preciso saber convencer. Y este trabajo de convicción se propone y desarrolla a través de tiempos que son impredecibles.
Seguramente en el mundo católico, la propuesta de J. Ratzinger de la llamada “reforma de la reforma” se va dando paulatinamente, con una precisión: la verdadera reforma no es la exterior, sino la que comienza –lo dice el mismo Ratzinger- en un renacimiento de lo sagrado en el corazón del hombre. ¿Qué significa esto? Lo sacro es la percepción de Dios, que está en obra en Jesucristo, y este renacer de lo sacro en el corazón humano es el inicio de la verdadera reforma de la liturgia.
3) En el orden práctico, ¿cómo vivir la obediencia a nuestros pastores cuando en ellos se observan cada vez más ambigüedades, heterodoxias y hasta herejías, y actitudes incompatibles con la fe?
En una de las preguntas anteriores hacíamos referencia al Reinado Social de Cristo. Efectivamente se ha podido hacer creer que si Jesucristo es el Rey del Universo, pero no tiene nada que ver con la restauración de Su Reino, es decir, de su centralidad, pues Reino quiere decir reinar, gobernar en la sociedad.
Ahora bien, las sociedades que prescinden de Jesucristo y del Señor, son las sociedades destinadas a destruir al hombre. Haber oscurecido de cualquier manera o tornado secundario este aspecto de la centralidad de Cristo Rey en las sociedades y estados, ha terminado por promover dictaduras y hacer creer al hombre que puede ser él el verdadero monarca, el verdadero rey.
Yo no olvidaré que S.S. Juan Pablo II al inicio de su pontificado ha pedido abrir y confiar los estados a Cristo, “abrir las puertas a Cristo”, y esta era justamente, en línea con toda la tradición polaca, pero no sólo con ella, sino con la católica, la convicción de que sólo cuando Cristo reina existe la Justicia entre los hombres.
Creo que esto es de cualquier modo, la condición para que los pastores de la Iglesia gobiernen en el Único Pastor. Es decir, que no gobiernen según sus propias opiniones sino según lo que el Señor ha establecido de manera esencial, sobre todo con la liberación en el Antiguo y Nuevo Testamento. Cuando nos encontramos en presencia de pastores que enseñan sus propias opiniones y no la fe católica, los fieles católicos están llamados a obedecer pero no a seguir lo que se enseña deformando la verdad católica. Hemos citado a San Agustín, pero podemos citar también a Santo Tomás, que señalan que los pastores no deben comunicar nada propio, sino que deben anunciar a Jesucristo, y esto hace así que se desarrolle la cohesión del Cuerpo Místico, que es la Iglesia. Pienso que lo que está sucediendo en este tiempo, de que Conferencias Episcopales dentro de sí mismas o entre ellas; y pastores, entre obispos y sacerdotes casi se contraponen, ofrecen un espectáculo que es todo lo opuesto que dice San Pablo: “Sed unánimes en el hablar, tengan un solo pensamiento, una sola palabra, una sola acción..”. Esto debe llevar a preguntarse, como decíamos antes, si los pastores son conscientes de que no habrá paz sino en el reino confiado a Cristo, con la Palabra de Cristo, o en cambio, si se apacientan a sí mismos, por el gusto de seguir las modas del momento, corriendo detrás de lo que al mundo le gusta oír, pero que no corresponde ciertamente a lo que Cristo quiere que sea dicho al mundo.
4) A partir de Amoris Laetitia, y escudándose en ella, en varios episcopados y en la conciencia de muchísimos fieles se ha resquebrajado gravemente la necesaria relación entre doctrina, moral y sacramentos. ¿Esto no compromete seriamente su carácter magisterial?
Algunos teólogos morales ya han ilustrado abundantemente los problemas de AL. Yo no soy teólogo moral, pero sí puedo decir que la moral cristiana a diferencia de otras morales religiosas, es una moral sacramental. Es decir que la existencia cristiana tiene como fundamento el sacramento. Según parece, AL ha querido escindir este nexo que es esencial entre culto y moral. Haciendo esto, ha introducido una gran perplejidad porque sugiere que muchas personas que viven en situaciones inmorales, disonantes según la ley divina, al mismo tiempo puedan acercarse a los sacramentos. Y esta concepción choca con lo que dice el mismo Jesucristo, en el Ev. de S.Mateo, a propósito de la reconciliación antes de las ofrendas, cuando dice que dejemos las ofrendas y primero se regrese a reconciliarse con su hermano, lo cual señala la relación entre liturgia y moral. La otra cita es de S.Pablo, de I Cor 16, donde el Apóstol llama a no participar de la Eucaristía sin haber observado primero con atención qué es lo que ella significa, pues incurriendo en actos de egoísmo y sobre todo de sacrilegios contra el sacramento eucarístico, finalizaría comiendo su propia condenación. Esos son dos ejemplos que nos dicen justamente que la Iglesia siempre, desde todos los siglos, ha tratado de tener claro el nexo entre la conducta moral y la vida sacramental.
5) En su obra “El quinto sello”, ud. se refería a la incidencia del Consejo Mundial de Iglesias en la Teología de la Liberación en América. ¿Cree que hoy podemos estar viviendo una situación análoga, contando con la ventaja de tener a los católicos más “anestesiados” por el Modernismo?
Aquel libro se refería a los años ’90, y fue presentado por el Card. Ratzinger en Roma, y en la época él mismo remarcó esta denuncia, que no hacía de primera fuente, sino en varias fuentes de información. Ha sido notorio que aquel organismo había contribuido y sostenido –incluso financieramente- diversos Movimientos de Liberación. Creo que ha habido también varios obispos en América Latina que han podido conocer y denunciar esto. Hoy la Teología de la Liberación puede parecer a algunos sólo un recuerdo, pero se ven sus efectos en el vértice de la Iglesia, si bien es más evidente en el relativismo y sobre todo en el Modernismo, pues es casi un retorno a él. San Pío X ha dicho que se trata de una suma de todas las herejías, y cada tanto se reproponen y vuelven a presentarse. Pero nosotros estamos convencidos de que no prevalecerán, porque la verdad de Cristo es mayor y más fuerte que toda la suma de concesiones mundanas y particularmente de errores y herejías que puedan surgir dentro de la Iglesia.
6) Como asesor de la Congregación para la Causa de los Santos, y con respecto a la reciente apertura del proceso de beatificación del obispo Angelelli, fuertemente vinculado a la subversión marxista de nuestro país, quien viene siendo venerado de hecho hace tiempo por una parte considerable del clero modernista. ¿Cómo se lleva adelante la causa de un presunto mártir, de quien además hay documentación de que murió en un accidente? ¿Cómo se subsanarían esto que podríamos llamar “abusos procesales”?
Se podría enviar a Roma la documentación e información que se posea para el proceso. Algunas causas de santos han sido retardadas o incluso bloqueadas –pensemos en el caso del padre León, o incluso la de Pío XII- justamente en razón de la presión verdadera o presunta de grupos de fieles que consideraban tener pruebas de la no congruencia de tales procesos. Yo de esta figura sólo he oído hablar, pero de seguro si hay grupos de fieles que hallan abusos procesales en esta causa, deben hacer presentes sus reparos a la Congregación y hacer oír su voz para que se encare una investigación para que se disipen todas las dudas acerca del siervo de Dios que se considera merecedor de ser promovido a los altares.
7) Algo que quisiera agregar para nuestros lectores de España y América?…
Sólo quiero decir que la Iglesia debe volver a anunciar a Jesucristo, sin hacer de ello una excusa para hablar de otra cosa, como pueden ser los migrantes, la ecología, el desarrollo sostenible. Anunciar el nombre de Jesucristo es lo que verdaderamente sirve al mundo, para que el mundo reencuentre el camino de salvación.
Al mismo tiempo, salva las almas y da gloria a Dios, que es la razón de ser de la Iglesia, pues Jesucristo ha instituido la Iglesia en el mundo no para que reúna a las gentes de las Naciones Unidas, sino para que enseñe a todas las naciones el Evangelio haciendo discípulos y bautizando en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
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